L¨®pez Iturriaga decidi¨® dar un paso atr¨¢s
El Real Madrid supo cortar de ra¨ªz el momento m¨¢gico en el que el Estudiantes, en comuni¨®n sacramental con sus m¨¢s adictos dementes, escenifica una situaci¨®n ficticia, previa a sus m¨¢s celebradas victorias. El Estudiantes no es que sea capaz de perder con honor, es que ha sido capaz de convertir derrotas en derrotas p¨ªrricas que la Demencia celebraba como si se tratara de victorias. Bastaba con pasar de perder por 20 a perder por 10 para que el p¨²blico celebrase el hecho con inusitada alegr¨ªa. Naturalmente, el jugador rival no daba cr¨¦dito a lo que ve¨ªa. Pero ayer no hubo ni lo uno, victoria heroica, ni lo otro, derrota p¨ªrrica. Iturriaga zanj¨® el asunto con un paso atr¨¢s para tener la fiesta en paz ante la terrible y pr¨®xima visita de Drazen Petrovic.El momento m¨¢gico surgi¨® en la segunda parte, cuando un parcial de 20-6 en 3 minutos coloc¨® un marcador que se ensanchaba hacia los 30 tantos de diferencia en tan s¨®lo 10 (62-72). Quedaban nada menos que 12 minutos y la Demencia empujaba celebrando una ut¨®pica victoria. Y no es cosa de tomar estos momentos a broma, por cuanto situaciones como ¨¦sta han llegado a provocar lo que el vulgo entend¨ªa como victorias incomprensibles. En ese momento, el ganador se encuentra sin explic¨¢rselo a ciencia cierta, desempe?ando el papel de perdedor. Y viceversa. Y esa ficci¨®n terminaba convirti¨¦ndose en realidad. Cruda realidad para algunos.
La cuesti¨®n fue que un de terminado jugador, por nombre Iturriaga, dio un paso atr¨¢s -no es f¨¢cil dar un paso atr¨¢s en esos momentos porque puede convertirse en un paso en falso- y cambi¨¦ una canasta normal por un triple. Y no fue un paso de baile, ni un atisbo de reverencia, ni siquiera un asomo de duda. Fue una acci¨®n fr¨ªa, cruel, criminal. Hab¨ªa ganas de hacer m¨¢s da?o. Otra canasta suya permiti¨® al Madrid cortar la racha estudiantil y devolver el marcador a su transcurso anterior. El Estudiantes, entonces, volvi¨® a otra realidad.
Antes de ese momento m¨¢gico-desesperado, el Estudiantes hab¨ªa comenzado a perder el partido en la primera parte. Y empez¨® a perderlo cuando parec¨ªa que se estaba cultivando una situaci¨®n diferente: el Madrid no pod¨ªa contar con Fernando Mart¨ªn, lesionado; Romay caminaba hacia su cuarta personal y Ant¨²nez parec¨ªa ir haci¨¦ndose con el mando. Pero Pinone, con el tobillo lastimado, pidi¨® el cambio, mientras Russell tardaba en entrar en juego. Poco despu¨¦s, el Madrid se colocaba en zona, zona 3-2, la zona de moda este a?o, utilizada con ¨¦xito fundamentalmente por Aito Garc¨ªa Reneses. Al descanso, el marcador era elocuente (38-56).
La zona permiti¨® al Madrid dominar el rebote, cortar cualquier comunicaci¨®n con Russell e incluso molestar el di¨¢logo entre los aleros y el base. Para remate, el Estudiantes lleg¨® a fallar hasta 13 tiros libres por s¨®lo 2 de su rival, por lo que ni siquiera pudo sacar provecho de ese momento, ni de la circunstancia de anotar 4 triples m¨¢s que los madridistas. Lo curioso es c¨®mo el Madrid, reacio a rebajarse a una zona contra el Estudiantes, ha tenido que pasar por el aro. Lo asombroso es c¨®mo un paso atr¨¢s termina siendo no una acci¨®n defensiva sino todo lo contrario.
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