'Viaje con nosotros'
Aunque soy barcelonista por imperativo visceral-hereditario y catalanohablante, que no militante, he de decirle que discrepo, dentro de un orden y sin que sirva de precedente, de las afirmaciones vertidas por Vicente Verd¨² - por otra parte, uno de los articulistas m¨¢s l¨²cidos y brillantes del pa¨ªs- en el comentario titulado Catalanes.Haciendo abstracci¨®n del delirante p¨¢rrafo inicial que seguramente har¨ªa estremecer a Alan Finkielkraut por aquello de la trivializaci¨®n del arte (?ser¨¢ arte/ cultura la hamburguesa con catsup?) y de las retorcidas teor¨ªas sobre el supuesto paralelismo entre libertades nacionales catalanas y aplauso acr¨ªtico a Els Joglars, quisiera detenerme un momento en el tercero cuando, en su comienzo, dice que "en la noche del martes unos catalanes maldijeron y otros rieron", por cuanto no tuve la dicha de experimentar ninguna de tan cat¨¢rticas sensaciones. M¨¢s bien todo lo contrario.
De acuerdo con su editorial y con sir Winston Churchill dar¨ªa mi vida -tampoco hay para tanta grandilocuencia- para que Els Joglars y el tal Gurruchaga pudieran seguir escenificando n¨²meros como el del otro d¨ªa, por entender que siempre resulta saludable la iron¨ªa y casi afrodisiaca la autoaplicaci¨®n de la misma. Pero pretender englobar bajo el casi teol¨®gico concepto de sentido del humor (una forma de religiosidad como otra cualquiera) cualquier astracanada es puro dislate, am¨¦n de un insulto a tanto oficiante-benefactor como Chaplin, Allen y un largo etc¨¦tera.
A m¨ª no me molesta que se satirice al tantas veces grotesco se?or Pujol, o a los dudosamente competentes jugadores del Bar?a, o a cualquier Virgen morena o rubia, camerunesa o catalana, pero no me gusta sentirme estafado. Y el que unos c¨®micos presuntamente ingeniosos como Els Joglars sean capaces de dar a luz un engendro como el del otro d¨ªa cuando se pone a su disposici¨®n un medio tan colosal como la televisi¨®n es sencillamente deprimente.-
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