El empuje de la mujer en el merado de trabajo
La estad¨ªstica es una de las herramientas m¨¢s ¨²tiles con que contamos para aproximarnos a un conocimiento de la realidad. A veces, sin embargo, las connotaciones negativas de determina das cifras pueden hacemos pasar por alto aut¨¦nticas revoluciones sociales y el efecto positivo de ¨¦stas sobre la sociedad.Algo de esto puede estar ocurriendo en Espa?a con la incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo. En los dos ¨²ltimos a?os, la tasa de actividad femenina ha pasado del 27,97% al 32,1%. En t¨¦rminos absolutos, esto supone que la poblaci¨®n activa femenina, la que tiene o busca empleo, ha crecido en m¨¢s de 700.000 mujeres, haci¨¦ndose as¨ª posible que el empleo de la mujer se haya elevado en 2,5 puntos porcentuales, aunque tambi¨¦n ha ocurrido que se ha incrementado su tasa de paro en m¨¢s de dos puntos.
Es cierto que en otras ¨¦pocas y pa¨ªses se han producido movimientos similares. En general, la tasa de actividad femenina ha crecido en la fase expansiva de los ciclos econ¨®micos y se ha estancado en las crisis.
De ah¨ª la paradoja de que el paro femenino se incremente, formalmente, en los per¨ªodos de creaci¨®n de empleo, y disminuya, tambi¨¦n formalmente, en momentos de destrucci¨®n de puestos de trabajo.
En Espa?a, la evoluci¨®n ha seguido el mismo itinerario. La recesi¨®n econ¨®mica se acompa?¨® de unas cifras de desempleo muy superiores en realidad a las que reflejaban las estad¨ªsticas, al salir de ¨¦stas importantes colectivos, mujeres fundamentalmente, que, por des¨¢nimo, se autoexclu¨ªan del mercado de trabajo, pese a ser potencialmente activas.
Menores salarios
La combinaci¨®n de una serie de factores, como una menor formaci¨®n en las mujeres, un menor nivel salarial a trabajo igual y una peculiar concepci¨®n del papel de la mujer en la sociedad, ten¨ªa como consecuencia la configuraci¨®n de la poblaci¨®n femenina como una especie de oferta de trabajo en reserva, caracterizada por una elevada elasticidad ante las variaciones en la marcha de la econom¨ªa.
En mi opini¨®n, esta situaci¨®n est¨¢ cambiando. Estamos ante una aut¨¦ntica ola de fondo que est¨¢ a punto de arrinconar definitivamente el papel subordinado que la mujer ocupa en la sociedad industrial. Para favorecer este cambio es necesario mantener una actitud positiva y de est¨ªmulo. En caso contrario todos podemos ser responsables del grav¨ªsimo error de permitir, e incluso provocar, el despilfarro de un caudal de inteligencia, creatividad y sensibilidad del que nuestra sociedad no puede prescindir.
Por ello, toda pol¨ªtica progresista tiene necesariamente que favorecer la incorporaci¨®n de la mujer a todo el entramado de actividades que requiere nuestra sociedad.
El aumento del nivel de vida en Espa?a, el progresivo acercamiento al de nuestros socios m¨¢s desarrollados de la Comunidad Europea, la consecuci¨®n del mercado interior, la mayor cohesi¨®n social, la generaci¨®n de riqueza y la propia creaci¨®n de empleo necesitan del aumento del porcentaje de poblaci¨®n que se dedique a actividades productivas. En Espa?a, todo ello pasa por la incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo.
A mediados de 1985 se inicia en nuestro pa¨ªs la reactivaci¨®n econ¨®mica, que ha permitido la creaci¨®n neta de empleo en 1986 y 1987 en vol¨²menes importantes. Se han multiplicado las ofertas de trabajo y, consecuentemente, han aumentado las expectativas de empleo en amplios colectivos.
Las mujeres, sobre todo las de edades intermedias, se han animado claramente a participar en el mercado de trabajo.
Ocurre, sin embargo, que a¨²n hoy, la mujer, al incorporarse al mercado de trabajo, se enfrenta con dificultades derivadas, fundamentalmente, de los valores socioculturales que le han venido otorgando un papel secundario en el terreno laboral, as¨ª como una precariedad formativa que en muchos casos la postergan en la consecuci¨®n de un puesto de trabajo.
Precisamente con la voluntad de alterar esta situaci¨®n desventajosa, el Consejo de Ministros, en su reuni¨®n del 25 de septiembre pasado, conoci¨® el plan para la igualdad de oportunidades de las mujeres 1988-1990. En este proceso de incorporaci¨®n, la mujer encuentra m¨¢s dificultades en ciertas actividades tradicionalmente desempe?adas por la poblaci¨®n masculina. Remover estos obst¨¢culos es, por tanto, otra, forma de encontrar el equilibrio. Con este esp¨ªritu se acaba de aprobar el real decreto-ley regulando la incorporaci¨®n de la mujer a las Fuerzas Armadas.
Un reto social
El plan prev¨¦ el desarrollo de programas de formaci¨®n profesional ocupacional o l¨ªneas de apoyo salarial a la contrataci¨®n para la inserci¨®n de la mujer en actividades, profesiones u oficios en los que se encuentren subrepresentadas. Se trata de diversificar las opciones profesionales de las mujeres, orient¨¢ndolas hacia las nuevas tecnolog¨ªas y los nuevos requerimientos del sistema productivo.
Son necesarias adem¨¢s determinadas modificaciones legales que permitan consolidar la participaci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo y no sean excluidas del mismo por razones de maternidad.
En la medida que este plan tenga ¨¦xito aumentar¨¢n m¨¢s r¨¢pidamente las expectativas de participaci¨®n de la mujer, lo que supondr¨¢ a corto plazo un gran reto para nuestra sociedad.
Cada mujer que se incorpora a la investigaci¨®n o a la empresa, a la Administraci¨®n o a la responsabilidad pol¨ªtica, es un paso m¨¢s en la direcci¨®n de progreso.
En la medida en que consigamos una mayor incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo, aunque de forma inmediata incida negativamente en las cifras globales de paro, tambi¨¦n habr¨¢ m¨¢s talentos creando riqueza y creando empleo.
En la medida en que consigamos una mayor participaci¨®n de la mujer estaremos en disposici¨®n de ganar el futuro.
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