Ganar el Sur
Las primarias en 21 Estados, decisivas para la carrera hacia la presidencia de EE UU
La bandera de la Confederaci¨®n, aspa azul y blanca con estrellas blancas sobre fondo rojo, derrotada en la guerra civil, ondea a¨²n sobre el Capitolio de Columbia, capital de Carolina del Sur, ante la irritaci¨®n de los negros, que ven en ella el s¨ªmbolo de la esclavitud. La vida es perezosa y l¨¢nguida, y los descendientes de los cultivadores blancos de algod¨®n y de los esclavos todav¨ªa se mecen en los porches de las cl¨¢sicas viviendas sure?as. Este ser¨¢ hoy el principal campo de batalla de las presidenciales de 1988 en Estados Unidos.
ENVIADO ESPECIAL
El t¨®pico de la pobreza, aunque atenuada, sigue siendo una caracter¨ªstica de esta regi¨®n que hoy vota en bloque y puede decidir -al menos en el campo republicano- los candidatos definitivos a la presidencia. El 40% de los pobres de EE UU se concentra aqu¨ª, y en los pueblos del delta del Misisip¨ª es posible hallar niveles de miseria tercermundista.?ste ser¨ªa el viejo sur de Faulkner, al que se opone el nuevo sur -tambi¨¦n otro t¨®pico rescatado del subdesarrollo y del racismo del Ku Klux Klan y de los supremacistas blancos por las leyes de derechos civiles y la guerra contra la pobreza desatada por un presidente dem¨®crata, Lyndon Johnson, hace m¨¢s de 20 a?os. Pero la renta per c¨¢pita de los Estados del Sur es inferior siempre a la media nacional.
Y para complicar el cuadro, no hay un ¨²nico sur, econ¨®mico, sociol¨®gico o ni siquiera pol¨ªtico. Las fuertes minor¨ªas hispanas de Tejas y Florida -los Estados del supermartes que m¨¢s delegados enviar¨¢n a las convenciones han alterado el mapa negro y blanco del Sur.
El Sur es El Paso (Tejas), la frontera hispana de Mexam¨¦rica, pero tambi¨¦n es la frontera de los cubanos de Miami (la Casablanca de Am¨¦rica), y el sur profundo negro de las viejas plantaciones de Alabama, Misisip¨ª, Georgia o las Carolinas. Junto a la hiriente pobreza de estos Estados florece Atlanta, la capital pol¨ªtica del Sur y una de las metr¨®polis de mayor crecimiento de EE UU. Su aeropuerto es el primero en tr¨¢fico del pa¨ªs. Alrededor de Raleigh y Charlotte, en Carolina del Norte, se concentra un nuevo valle. del silicio" electr¨®nico, similar al de California o Massachusetts.
Miami, la capital del Caribe, vive un boom econ¨®mico, y Florida es un sur at¨ªpico, un microcosmos de todo el pa¨ªs, con sus cubanos y los jubilados del fr¨ªo de los Estados liberales del Norte. Mientras tanto, la poderosa Tejas, anta?o el s¨ªmbolo de la riqueza fanfarrona petrolera, vive una crisis aguda, con los millonarios vendiendo en subasta p¨²blica sus mansiones y sus cuadros para pagar las deudas.
Imitar el acento
Todos los candidatos tratan de congraciarse con el Sur. Bush, nacido en Connecticut, la costa este, se declara hijo de Tejas, y Kemp, californiano, dice que representa a un distrito del sur de Nueva York. Todos juegan a arrastrar las palabras en los m¨ªtines, imitando el caracter¨ªstico acento de la regi¨®n, donde el hablar bostoniano de Michael Dukakis provoca risas. Tambi¨¦n la lengua del Sur es diferente.Esta enorme regi¨®n, los 11 Estados que se fueron detr¨¢s del general Robert Lee contra Lincoln y Grant en la guerra de Secesi¨®n, votan hoy en bloque en un intento, sin precedentes en la historia electoral norteamericana, de hacer valer su voz, m¨¢s conservadora, frente al tradicional poder del Norte y Este, liberal, m¨¢s industrializado, en la selecci¨®n de los candidatos a la Casa Blanca. Salvando las insalvables proporciones, es algo as¨ª como si votara toda Andaluc¨ªa, Extremadura, Gerona y La Coru?a.
En la cabeza de los estrategas dem¨®cratas que idearon esta superprimaria -en la que votan el mismo d¨ªa 20 Estados, 14 del Sur y fronterizos, m¨¢s otros seis por todo el pa¨ªs- estaba la idea de que esta regi¨®n ofreciera un candidato dem¨®crata m¨¢s conservador -capaz de ganar la elecci¨®n en noviembre- que el tradicional liberal surgido de los laboratorios de activistas de los caucuses y las primarias de lowa y de New Hampshire. Pero antes de celebrarse la prueba, la megaprimaria parece ya un fracaso. El Sur est¨¢ a punto de confirmar como los mejores dem¨®cratas a un gobernador liberal de Massachusetts, Michael Dukakis, y al reverendo de raza negra Jesse Jackson.
Ambos, representantes del ala tradicional liberal, intervencionista, de los intereses especiales de las minor¨ªas, que ha sepultado a los dem¨®cratas en cuatro de las cinco ¨²ltimas elecciones presidenciales. La gran esperanza blanca de los conservadores sure?os, el senador kennediano Albert Gore, un hijo de Tennessee pasado por Harvard y lo m¨¢s parecido a Superman en candidato pol¨ªtico, puede fracasar en su estrategia ¨²nicamente surista para alcanzar la designaci¨®n de su partido. Los republicanos se frotan las manos, mientras los dem¨®cratas se despedazan en una lucha intestina.
El color de la piel
La segregaci¨®n racial fue legalmente enterrada hace 25 a?os en Estados Unidos, pero aqu¨ª en el Sur, como en otras partes del pa¨ªs, blancos y negros llevan existencias separadas. El color de la piel separa pol¨ªticamente, y los negros, casi en bloque votan al Partido Dem¨®crata en el Sur. Pero, incomprensiblemente para algunos, en las ¨²ltimas cuatro elecciones presidenciales esta regi¨®n ha votado m¨¢s al Partido Republicano que el pa¨ªs en conjunto. En 1984, Ronald Reagan tuvo m¨¢s ¨¦xito aqu¨ª que en el resto de la Rep¨²blica.
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