?Hay que enterrar el feminismo?
Durante muchos a?os, la barrera que separaba el feminismo del antifeminismo fue clara. Hoy, sin embargo, ?oh sorpresa!, esto ha cambiado. Personas que antes apoyaban. al feminismo ahora est¨¢n interesadas en enterrarlo. Y es as¨ª como alguna feminista de ayer y alg¨²n progre de ayer y de hoy, aunque discrepen violentamente en otras cosas, coinciden en que el feminismo fue un fen¨®meno de los setenta al que hay que enterrar porque est¨¢ muerto o ya no es eficaz para las reivindicaciones de los ochenta. ?Ser¨ªa beneficiosa la muerte del feminismo y de sus organizaciones aut¨®nomas? Por supuesto, las feministas pensamos que no. El debate p¨²blico sobre las cuotas y la participaci¨®n en partidos pol¨ªticos que se ha producido en las ¨²ltimas semanas es una oportunidad para hacer una reflexi¨®n sobre la importancia de la existencia de organizaciones feministas aut¨®nomas y su relaci¨®n con dichas medidas.La aplicaci¨®n de cuotas y la entrada a partidos pol¨ªticos pueden ser valoradas desde una perspectiva democr¨¢tica general y desde una perspectiva feminista. Las mujeres tienen derecho a desear y ocupar cargos de poder, y si no los tienen no se debe a falta de m¨¦ritos, sino a la discriminaci¨®n. Desde esta perspectiva, las cuotas son un aporte a la democracia, pues su objetivo es garantizar el derecho a la igualdad. Igual que la participaci¨®n en el poder es una demanda democr¨¢tica, tambi¨¦n lo es la participaci¨®n en los partidos pol¨ªticos. Muchos autores coinciden en se?alar que, para fortalecer la reciente democracia espa?ola, es importante que haya participaci¨®n ciudadana en todos los niveles, porque si no se acentuar¨¢ el elitismo pol¨ªtico. La baja tasa de afiliaci¨®n produce divorcio entre los partidos y la sociedad y contribuye a convertirlos en aparatos de poder en los que predomina el liderazgo personal sobre el debate pol¨ªtico y las propuestas program¨¢ticas. Los dem¨®cratas espa?oles, por tanto, deber¨ªan alegrarse de la incorporaci¨®n de valiosas mujeres a los partidos, pues contribuye al fortalecimiento de la democracia.
Pero el feminismo que tiene vocaci¨®n democr¨¢tica no se puede quedar s¨®lo en esta valoraci¨®n de las cuotas y la participaci¨®n pol¨ªtica para considerarlas positivas; debe tambi¨¦n preguntarse qu¨¦ utilidad ueden tener estos hechos para cambiar la situaci¨®n de todas las mujeres. El feminismo moderno es la continuaci¨®n del sufragismo del siglo XIX y de las luchas hist¨®ricas de las mujeres; por ello defiende el derecho a la igualdad en todos los campos. Pero, a diferencia de sus antecesoras, no se puede quedar s¨®lo en esa reivindicaci¨®n: debe desarrollar estrategias en profundidad para cambiar todos los aspectos de la vida social y movilizar y organizar a las mujeres en torno a ellas. En la segunda mitad del siglo XX ya no es posible pensar que un cambio parcial pueda conseguir el derrumbe de todo el sistema patriarcal. Para tener ¨¦xito se requiere de muchos esfuerzos y muchos frentes de lucha: en el hogar, en el trabajo, en la pol¨ªtica, en la vida social y en los medios de comunicaci¨®n, hoy un poder tan importante como el pol¨ªtico. Por ello no basta proponer una sola l¨ªnea de acci¨®n: ¨¦stas han de ser muchas y pueden variar a trav¨¦s del tiempo. Pero lo importante es que todas ellas confluyan en la voluntad de cambio y que no se anulen unas a otras.
Para que esto sea posible, hoy, igual que ayer, hay quecrear y fortalecer un movimiento aut¨®nomo de mujeres que sirva de punto de encuentro, debate y reflexi¨®n sobre experiencias distintas y permita aunar diversas sensibilidades, estilos y participaci¨®n en organizaciones de diferentes signos. El caso noruego es una buena muestra de c¨®mo el movimiento aut¨®nomo de mujeres posibilit¨® cambios importantes. Durante a?os, las mujeres de todos los partidos pol¨ªticos, sin exclusi¨®n, formaron un comit¨¦ clandestino de coordinaci¨®n y consiguieron no s¨®lo cuotas, sino poder real. La existencia de una amplia red de organizaciones independientes de mujeres se convirti¨® en la fuerza de control de que este poder fuera utilizado en beneficio de todas las mujeres, y no s¨®lo de las que lograron acceso a ¨¦l. El desaf¨ªo que tienen hoy las espa?olas comprometidas con la lucha a favor de las mujeres es justamente saber si, adem¨¢s de importar el modelo formal de cuotas, se traer¨¢ su contenido de fondo. ?Se aplicar¨¢n realmente las cuotas que s¨®lo son indicativas y no obligatorias? ?Servir¨¢n s¨®lo para la promoci¨®n de algunas mujeres o beneficiar¨¢n a las dem¨¢s?
Que las respuestas a estas preguntas sean positivas depende de que exista ese amplio movimiento de mujeres. La diferencia con otros pa¨ªses es que este movimiento fuerte exist¨ªa all¨ª antes del establecimiento de medidas especiales y fue la garant¨ªa de su correcta utilizaci¨®n; aqu¨ª, en cambio, a¨²n est¨¢ por crear. De ah¨ª que sea una tarea urgente construirlo, lo que requerir¨¢ del esfuerzo coordinado de todas, pero sobre todo implicar¨¢ flexibilidad, diversidad, di¨¢logo, acuerdos, tolerancia y solidaridad. La experiencia de estos a?os muestra que es una tarea dif¨ªcil, pero no imposible, porque todas hemos aprendido muchas cosas, entre ellas el alto coste del doginatismo. Por ello resulta preocupante que en los ochenta se repita la pol¨¦mica entre militancia feminista y pol¨ªtica en los mismos t¨¦rminos que en los sesenta, porque llevar¨ªa otra vez a polarizar falsamente el debate, utilizando descalif?caciones globales que de poco sirven. Pero as¨ª como hubo muchas mujeres dogm¨¢ticas en los dos lados, hubo tambi¨¦n otras que eran capaces de dialogar a pesar de las diferencias, y tambi¨¦n feministas que militaban en ambas causas, cuyo esfuerzo fue crucial para ampliar el campo de acci¨®n hasta llegar a la situaci¨®n actual. Hoy ser¨ªa importante que recogi¨¦ramos la tradici¨®n de estas ¨²ltimas.
El derecho a un movimiento aut¨®nomo de mujeres es una de las conquistas pol¨ªticas m¨¢s importantes del feminismo moderno. Porque nada de lo que han obtenido las mujeres, y hay que subrayar el nada, ha sido regalo gentil de los varones. Algunos han podido tener simpat¨ªas e incluso apoyar la causa, pero rara vez han cedido nada por iniciativa propia, porque los privilegios masculinos se han conseguido y mantenido siempre sobre la base de la carencia de derechos y oportunidades de las mujeres. La defensa de este derecho es hoy necesaria no s¨®lo por razones ideol¨®gicas, sino por razones pr¨¢cticas. Primero, para garantizar que los beneficios lleguen a todas las mujeres, y luego, porque en la sociedad moderna es una importante forma de renovaci¨®n de la pol¨ªtica. Las feministas, junto con otros movimientos sociales, han mostrado que desde ellos tambi¨¦n se hace pol¨ªtica, una pol¨ªtica renovadora que cambia contenidos y formas y mantiene vivo el esp¨ªritu cr¨ªtico frente al poder que es una necesidad democr¨¢tica. Adem¨¢s ha ampliado la participaci¨®n pol¨ªtica, un requisito indispensable para profundizar la democracia y fortalecer la sociedad civil en este pa¨ªs. Los 40 a?os de dictadura han dejado como herencia poca participaci¨®n tanto en los partidos como en las organizaciones ciudadanas, y por eso es indispensable apoyar a ambos.
Ser¨ªa importante que las pol¨ªticas que desde los partidos est¨¢n luchando por las mujeres acepten que tan necesario como conseguir nuevas militantes es que se fortalezca el feminismo aut¨®nomo. A su vez, las feministas no deber¨ªan desconfiar a priori de todas las que hoy se incorporan a los partidos, aunque haya algunas que descalifiquen a las independientes y afirmen que ya no hace falta la autonom¨ªa. Entre todas, a lo mejor, conseguir¨ªamos lo mismo que esas noruegas de las que tanto hemos hablado en estos d¨ªas.
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