Gorbachov en Belgrado
DESDE EL momento mismo de su llegada a Yugoslavia, Mijail Gorbachov ha colocado en primer plano importantes cuestiones pol¨ªticas. Las alabanzas del secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS) a Tito y sus elogios a la experiencia del socialismo autogestionario que el fundador del actual r¨¦gimen yugoslavo puso en marcha despu¨¦s de la ruptura con Mosc¨² no constituyen s¨®lo un gesto de amistad hacia el pa¨ªs que le recibe. El l¨ªder sovi¨¦tico ha aprovechado el caso yugoslavo para destacar ideas decisivas en su lucha contra los enemigos de la perestroika en la URS S. En ese sentido, el viaje le ha permitido reforzar la condena del stalinismo, proclamar la existencia de diversos caminos para construir el socialismo y concretamente reafirmar la posibilidad de dejar espacios al mercado en la econom¨ªa sin romper con el marco socialista. En pol¨ªtica exterior, Gorbachov subray¨® el papel del movimiento de no alineados, uno de cuyos fundadores fue Tito. Despu¨¦s de la ruptura brutal de 1948 entre Tito y Stalin, que pudo llegar hasta un choque armado -los yugoslavos hicieron saber que tomar¨ªan las armas si eran atacados-, Jruschov viaj¨® en 1955 a Belgrado para reconciliarse con Tito, reconociendo en una declaraci¨®n solemne el derecho de Yugoslavia a tener una pol¨ªtica independiente. Sin embargo, Jruschov pensaba que una vez proclamada la reconciliaci¨®n, Yugoslavia volver¨ªa a ocupar su lugar en la llamada comunidad socialista, encabezada por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. No tardaron en surgir nuevas dificultades -sin duda en un clima radicalmente distinto que en tiempos de Stalin- como consecuencia de la voluntad de Tito de seguir fuera de esa comunidad y de afirmar en la pr¨¢ctica su independencia. Desde entonces Mosc¨² ha considerado a Yugoslavia como un caso anormal, un pa¨ªs en el que los comunistas mezclan un socialismo de palabra con la introducci¨®n de muchos de los males de la econom¨ªa capitalista.Las palabras de Gorbachov en Belgrado van mucho m¨¢s lejos que las de Jruschov. Ya no se trata de retirar la acusaci¨®n de "traidor" que Stalin emple¨® contra Tito. Gorbachov ha elogiado la figura de Tito en t¨¦rminos que rara vez ha empleado para otras figuras hist¨®ricas. Parece casi como si quisiera ponerlo de ejemplo. Y ello se produce cuando una grav¨ªsima crisis econ¨®mica pone en cuesti¨®n la validez de la autogesti¨®n obrera, m¨¦todo seguido en Yugoslavia con resultados claramente negativos. Pero las palabras de Gorbachov no van dirigidas s¨®lo a los yugoslavos. Frente a los enemigos de la perestroika en el PCUS -que equiparan la apertura de espacios de mercado en la econom¨ªa sovi¨¦tica a un "abandono del socialismo"-, la experiencia yugoslava demuestra lo contrario. Gorbachov la valora sobre todo para reforzar la legitimaci¨®n de los "cambios revolucionarios" que quiere realizar en el sistema anquilosado de gesti¨®n econ¨®mica que rige en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Por otra parte, en el terreno internacional, el l¨ªder sovi¨¦tico est¨¢ interesado en lograr un apoyo m¨¢s activo del movimiento de los no alineados a su pol¨ªtica. Por ello, a la URSS le conviene estimular el papel internacional de Yugoslavia como miembro de los no alineados e impulsar asimismo iniciativas como la reciente reuni¨®n de pa¨ªses balc¨¢nicos que ha tenido lugar en Belgrado y en la que participaron pa¨ªses tanto de la OTAN como del Pacto de Varsovia. Es sin duda positivo que la URS S apoye iniciativas de ese g¨¦nero, que pueden ayudar a aflojar la tirantez existente entre los bloques militares y particularmente la rigidez que siempre ha caracterizado al Pacto de Varsovia. Dando por descontado lo que de propagand¨ªstico pueda tener el viaje, es innegable que la visita de Gorbachov confirma que la pol¨ªtica exterior de la URSS responde a una preocupaci¨®n hoy predominante: crear un clima que permita aligerar el terrible peso de los gastos militares para disponer as¨ª de mayores posibilidades de dinamizar una econom¨ªa en decadencia.
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