Los saqueadores se adue?an de las calles de Panam¨¢
ANTONIO CA?O ENVIADO ESPECIALEl impacto del fracasado golpe militar contra el general Manuel Antonio Noriega dej¨® ayer Panam¨¢ desierta, patrullada por fuerzas militares en uniforme de combate y presa de asaltantes y delincuentes que hicieron cundir el p¨¢nico. Los ¨²nicos que circularon por las calles fueron empleados p¨²blicos furiosos que trataban de cobrar los cheques con que se les hab¨ªa pagado parte de sus salarios. Casi descartada cualquier otra soluci¨®n, las miradas se dirigen hacia los cuarteles, de donde todo el mundo espera que surja el desenlace de esta crisis.
Las calles ya no son de la oposici¨®n ni del general Noriega, sino de los pobladores de los barrios pobres, que aprovechan el caos y el desgobierno para aprovisionarse de comida o para saquear cualquier comercio que: se pone a mano. Decenas de negros de las zonas m¨¢s humildes se lanzaron en la ma?ana de ayer sobre un importante almac¨¦n de electrodom¨¦sticos del centro de la ciudad, que qued¨® desvalijado en menos de 10 minutos. Cuando lleg¨® el Ej¨¦rcito, s¨®lo pudieron perseguir a los asaltantes en su huida.Escenas similares se dieron en otros puntos de la ciudad, sobre todo en la oscuridad de la noche del martes. A las tres de la madrugada de ayer, las tropas ocuparon las instalaciones del Instituto Nacional de la Energ¨ªa para restablecer el fluido el¨¦ctrico. Los trabajadores hab¨ªan cortado la corriente como protesta por no haber percibido sus salarios. Con el mismo problema se concentraron ayer centenares de personas ante una instalaci¨®n del Gobierno esperando hacer efectivos los cheques de 75 d¨®lares que el Ejecutivo ha entregado a los empleados con salarios inferiores a 1.000 d¨®lares como anticipo de esta quincena, pero ni siquiera esa peque?a cantidad les ha sido satisfecha por la falta de d¨®lares en el pa¨ªs.
Pese a la cr¨ªtica situaci¨®n, ayer no se repitieron las protestas de los primeros d¨ªas de esta semana. La ciudad ofrec¨ªa el aspecto desolador que qued¨® como resultado de los enfrentamientos del mi¨¦rcoles: multitud de restos de barricadas por doquier, algunos autom¨®viles carbonizados en medio de las calles, edificios incendiados y escaparates destrozados.La respuesta a todo esto ha sido la conmoci¨®n y el silencio. La oposici¨®n, sin l¨ªderes ni fuerza, ha desaparecido de escena; el Gobierno, acorralado y sin rumbo, no toma medidas ni da la cara.
No parece haber m¨¢s soluci¨®n que la militar. El golpe del mi¨¦rcoles es, para la mayor¨ªa de los observadores, el primer s¨ªntoma de la divisi¨®n en el seno de las Fuerzas de Defensa, el anticipo de nuevas acciones militares que est¨¢n por venir.
La punta del iceberg
Aunque se prev¨¦ el nombramiento del coronel Eros Ramiro Cal como nuevo jefe de la polic¨ªa en lugar del arrestado coronel Le¨®nidas Mac¨ªas, no se han apagado los rumores sobre el descontento entre la polic¨ªa, uno de los m¨¢s importantes cuerpos de las Fuerzas de Defensa. Ayer, los que patrullaban las calles no eran polic¨ªas, sino soldados de las unidades de elite del Ej¨¦rcito.La impresi¨®n entre c¨ªrculos informados es que el golpe de Mac¨ªas no era m¨¢s que la punta de un iceberg de serias diferencias en las fuerzas armadas. Mac¨ªas estaba considerado como un duro dentro del Estado Mayor, pero se le atribu¨ªa una personalidad y una autoridad que hacen pensar que no pudo estar solo en su levantamiento. Junto a ¨¦l hab¨ªa oficiales, como Ar¨ªstides Valdonedo, que hab¨ªan ocupado antes cargos importantes en el servicio secreto, y, por tanto, deb¨ªa disponer de una notable red de influencias.
Seg¨²n fuentes pr¨®ximas a los militares, crece entre los oficiales la impresi¨®n de que el r¨¦gimen ha llegado a su final y hay que buscar la soluci¨®n que deteriore lo menos posible la instituci¨®n. Otras fuentes advierten que, al superar este intento golpista, Noriega pone m¨¢s caros otros. Pero el golpe de Mac¨ªas ha revelado que si ese coronel se rebel¨® cualquiera puede hacerlo.
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