Una urgente llamada a Occidente
Los negros de Sur¨¢frica han actuado con la m¨¢s destacable paciencia en su presi¨®n para lograr sus derechos humanos.En los a?os cincuenta lanzaron una desafiante campa?a de no violencia. En los sesenta, sus protestas pac¨ªficas se encontraron con las balas de Sharpeville y con la prohibici¨®n del Congreso Nacional Africano y del Congreso Panafricano. Sin nada que mostrar tras medio siglo de peticiones, los l¨ªderes negros pasaron a la clandestinidad o partieron al exilio para comenzar la lucha armada.
Sin embargo, la campa?a pac¨ªfica continu¨® con Steve Biko y otros j¨®venes intelectuales negros forjando una nueva filosof¨ªa de conciencia negra que ayudara a la gente a reafirmar su humanidad y respeto hacia s¨ª misma. Los levantamientos de 1976 comenzaron como protestas pac¨ªficas de nuestros hijos contra su educaci¨®n de quinto nivel, y s¨®lo se convirtieron en violentas como reacci¨®n a las balas de la polic¨ªa.
En los a?os ochenta ha continuado la misma pauta. Mientras un n¨²mero creciente de personas, los j¨®venes en particular, ha elegido la violencia como un ¨²ltimo recurso, muchos de nosotros todav¨ªa exploramos cualquier camino pac¨ªfico para cambiar la situaci¨®n.
Hemos desarrollado una serie de organizaciones (la m¨¢s importante de ellas es el Frente Democr¨¢tico Unido, una coalici¨®n de alrededor de 600 grupos antiapartheid) cuya finalidad es la resistencia a un Gobierno que en 1984 fue tan lejos como incorporar el apartheid a la Constituci¨®n mediante la creaci¨®n de c¨¢maras separadas en el Parlamento seg¨²n sus razas.
Hemos utilizado muchos medios no violentos para tratar de traer un cambio, tales como huelgas, huelgas de alquiler y boicoteos de los consumidores. Las autoridades han respondido con estados de emergencia y el endurecimiento de las leyes de emergencia. Prohiben las protestas pac¨ªficas, detienen a nuestros hijos y proscriben a nuestros l¨ªderes. Paso a paso, desde 1985, el Gobierno del presidente P. W. Botha ha cerrado todos los caminos de un cambio pol¨ªtico pac¨ªfico.L¨ªbano, como aviso Hace unos 15 d¨ªas, el Gobierno elimin¨® casi todos los medios efectivos de trabajar para un verdadero cambio pol¨ªtico pac¨ªfico al prohibir las actividades pol¨ªticas de 18 organizaciones y proscribir a 18 l¨ªderes.
Lo que otros l¨ªderes de la Iglesia y yo mismo encontramos especialmente horrible fueron las restricciones impuestas a dos l¨ªderes del Frente Democr¨¢tico Unido que hab¨ªan sido abogados de la paz en dos de las m¨¢s desesperadas ¨¢reas de crisis de nuestra tierra, en un campo de ocupantes ilegales en Ciudad del Cabo y en las ciudades flotantes alrededor de Peitermaritzburg, en Natal.
En una declaraci¨®n inusualmente fuerte, afirmamos que cuando vimos la prohibici¨®n de estos l¨ªderes, el acosamiento de hombres de paz, la ausencia de arrestos a personas contra las que hay clara evidencia de asesinato o asalto, s¨®lo pod¨ªamos concluir que "las autoridades est¨¢n obstruyendo deliberadamente la paz en nuestro pa¨ªs y fomentando la violencia entre nuestro pueblo".
"Su prop¨®sito", dec¨ªamos, "es. utilizar fuerzas subrogadas para aplastar la oposici¨®n efectiva a su her¨¦tica pol¨ªtica de apartheid, y asegurarse todo lo posible de que es sangre de personas negras, y no de blancos, la que se derrama en la consecuci¨®n de su objetivo".
Si se permite que contin¨²e, la incitaci¨®n deliberada a la violencia en nuestro pa¨ªs le convertir¨¢ en un p¨¢ramo del estilo de L¨ªbano. Lo sent¨ªamos de una forma tan fuerte que el 29 de febrero intentamos ir al Parlamento para presentar un recurso pidiendo al Gobierno que diera marcha atr¨¢s en el camino elegido. La respuesta m¨¢s creativa a un acto pac¨ªfico de testimonio cristiano que el Gobierno pudo dar fue arrestarnos.
Es algo claro que el Gobierno actual ha elegido una opci¨®n militar para el futuro. El ministro del Interior, Adriaan Vlok, ha hablado claramente de la necesidad de "eliminar a radicales y revolucionarios".
El Gobierno no s¨®lo amenaza la seguridad y la vida de los surafricanos, sino que tambi¨¦n est¨¢ desestabilizando toda la regi¨®n del sur de ?frica y amenazando los intereses en la regi¨®n de los m¨¢s importantes clientes comerciales, incluyendo a EE UU, el Reino Unido y la Rep¨²blica Federal de Alemania. Incluso si pudieran creerse sus m¨¢s extravagantes argumentos de un poder compartido con los negros, no ofrecen m¨¢s que simb¨®licos rostros negros en su gabinete. El Gobierno no tiene intenci¨®n de renunciar a su control.
Como alguien que cree que no, se debe utilizar nunca la violencia, tambi¨¦n creo que puede llegar un momento -como cuando los nazis invadieron Europa- en que est¨¦ justificado tomar las armas contra un sistema injusto. Puedo, por tanto, tener simpat¨ªas por aquellos que han decidido que la violencia est¨¢ justificada.Desaf¨ªoPor lo que a m¨ª respecta, sin embargo, estoy de acuerdo con Allan Boesak, jefe de la Iglesia reformada holandesa y defensor del Frente Democr¨¢tico Unido, cuando dice que nosotros no debemos descender al nivel del Gobierno respondi¨¦ndole con violencia. ?sa es la raz¨®n por la que nosotros hemos formado en Ciudad del Cabo el Comit¨¦ para la Defensa de la Democracia, para luchar pac¨ªficamente contra la prohibici¨®n del Gobierno a sus oponentes.Imaginad nuestra desesperaci¨®n, sin embargo, cuando aquellos de nosotros que aconsejamos a gente desesperada actuar de forma no violenta nos despertamos con la noticia de que Estados Unidos y el Reino Unido hab¨ªan vetado de nuevo los intentos internacionales de hacer lo mismo. La decisi¨®n de norteamericanos y brit¨¢nicos de vetar sanciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas era, como mucho, asombrosa a la luz del arrogante desaf¨ªo del representante de Sur¨¢frica en el Consejo de Seguridad de hacer "lo que le diera la gana".
Quiero formular un desaf¨ªo a los Gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido y la Rep¨²blica Federal de Alemania. Ustedes dicen que est¨¢n contra el apartheid. Si es as¨ª, hagan tres peticiones al Gobierno surafricano:
Primera, el estado de emergencia debe ser levantado.
Segunda, las restricciones impuestas el mes pasado sobre nuestros l¨ªderes y nuestras organizaciones deben terminar.
Tercera, los detenidos, en especial si son ni?os, deben ser juzgados en tribunales p¨²blicos o puestos en libertad.
Si el Gobierno no cumple estas peticiones, deben cortar sus relaciones diplom¨¢ticas. ?ste no ser¨ªa un paso radical, dadas las presentes circunstancias. No va a suponer un coste en puestos de trabajo o vidas humanas. Ser¨ªa s¨®lo un gesto, pero dram¨¢tico y con profundas consecuencias psicol¨®gicas para quienes ejercen el poder en Sur¨¢frica.
?O quieren ustedes otro L¨ªbano?
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