En el centro est¨¢ el peligro
La delincuencia impone sus propias reglas en el 'tri¨¢ngulo de la muerte' madrile?o
ANDR?S MANZANO Las calles de la Ballesta, de Valverde, del Barco, de la Puebla, est¨¢n plagadas de pensiones baratas, tiendas envejecidas y suciedad de v¨®mitos por las calles. Lo que no se ve a simple vista es precisamente lo m¨¢s peligroso. Los viejos edificios de viviendas est¨¢n hoy semiabandonados, y sus casas han sido conquistadas por un submundo cruel, en el que las habitaciones se dividen a¨²n m¨¢s por mamparas de madera y se alquilan a prostitutas enfermas y extranjeros, sobre todo de raza negra, que viven api?ados en condiciones infrahumanas.
"Este barrio siempre ha sido de pensiones y putas, pero hace a?os era un ambiente m¨¢s tranquilo. Los propios due?os de los clubes y las propias chicas eran los m¨¢s interesados en que no hubiera peleas callejeras, y hab¨ªa una cierta convivencia". "Esta situaci¨®n", afirma I. L. R., vecino de uno de los pocos inmuebles que a¨²n est¨¢n ocupados exclusivamente por familias normales, cambi¨® cuando el barrio se vio invadido por la droga. Ahora los vecinos est¨¢n atemorizados, muchos se han ido y algunas casas las han comprado los traficantes por poco dinero".
Coches expulsados
I. L. R. es uno de los vecinos que se ha visto expulsado de la calle: "Hubo una temporada que todos nuestros coches aparec¨ªan con las ruedas rajadas. El m¨ªo, un Seat Ritmo, me lo destrozaron varias veces, hasta que me di cuenta de lo que pasaba. Los lugares de aparcamiento los necesitaban los traficantes para aparcar sus coches y negociar. No tuve m¨¢s remedio que gastarme 700.000 pesetas en comprar la plaza de garaje a un vecino m¨ªo que prefiri¨® mudarse de barrio". A veces, los vecinos han tenido reacciones eficaces, pero insuficientes para recuperar su barrio. I. L. R. cuenta la maniobra que utilizaron para hacer desaparecer coches robados y abandonados que por la noche serv¨ªan como dormitorio de mendigos o para que j¨®venes drogadictos se picaran: "Cog¨ªamos los coches a fuerza de brazo y los atraves¨¢bamos en la calle. Era la ¨²nica forma de que la gr¨²a viniera a llev¨¢rselos".
"Claro que la gente tiene miedo. Hace poco", contin¨²a I. L. R., robaron todos los coches aparcados en una calle cercana. Yo conozco a uno de los vecinos que sufri¨® el robo, y el hombre me dec¨ªa, muy indignado, lo que habr¨ªa hecho si hubiera visto a los ladrones en ese momento. Su mujer le dijo: 'mira, c¨¢llate, que es mejor que no te enteraras".
"El problema real es que en este barrio viven ya m¨¢s delincuentes que personas normales, y nos han acorralado. Han comprado casas, controlan los bares y garitos. T¨² no podr¨ªas poner hoy una pensi¨®n o un hostal decente en esta zona porque no te lo permitir¨ªan. Da m¨¢s dinero si lo dedicas a burdel o sacando el dinero a hu¨¦spedes sin documentaci¨®n". Quien as¨ª habla es F. M., comerciante con 25 a?os de experiencia en la zona. F. M. a¨²n no ha ca¨ªdo en la postura conformista y desesperanzada de I. L. R., aunque confiesa que est¨¢ profundamente desmoralizado. "A m¨ª se me ocurri¨® un d¨ªa pedirle a una prostituta que por favor se desplazara un poco porque hab¨ªa cogido la costumbre de apoyarse en el escaparate y me tapaba la mercanc¨ªa. La chica me dijo que no le sal¨ªa de los g¨¹evos y que me iba a enterar, por listo. Me rompieron la luna del escaparate tres veces. En el barrio lo que impera es la brutalidad, y una prostituci¨®n de miseria y cochambre, en un mar de navajeros y traficantes que se chulean de los vecinos".
F. M. pertenece a una asociaci¨®n de comerciantes creada expresamente para luchar contra la delincuencia en el barrio, pero se ven impotentes. Actualmente est¨¢n valorando la decisi¨®n de negarse a pagar impuestos, porque F. M., por ejemplo, tiene su tienda a 100 metros de la Gran V¨ªa, y en el baremo municipal se considera calle de primera categor¨ªa.
"Todo esto se multiplica hasta el cansancio. Yo he Regado a la conclusi¨®n de que el Gobierno no quiere arreglar esto. Lo consideran un problema menor. Luego, en elecciones, viene el Barranco a hacer la payasada de recorrer las calles por la noche, para demostrar que ¨¦l est¨¢ con los vecinos. No te jode...".
Al centro peligroso de Madrid, que coincide en gran parte con el centro popular, tradicional, de la vida nocturna madrile?a, se le denomina el tri¨¢ngulo de la muerte porque es una especie de compendio de todas las modalidades de la delincuencia. Pero la zona en que la gente tiene recelo y a veces pura y llanamente miedo de circular por la noche es m¨¢s amplia. Se extiende por el Norte hacia el barrio de Malasa?a, donde no existe la prostituci¨®n, pero s¨ª el tr¨¢fico de drogas, los robos, los tirones, los atracos navaja en mano, las bandas de traficantes, sobre todo iran¨ªes, que se disputan el territorio a cuchilladas y a tiros.
El 'territorio'
Por el Sur, la zona de delincuencia se extiende por la calle de la Montera, tradicionalmente reservada a la prostituci¨®n, y otras aleda?as, hoy tambi¨¦n reducto del trapicheo, a la plaza del Carmen y a las calles de Preciados y Carmen, aunque ¨¦stas est¨¢n especializadas en carteristas que trabajan de d¨ªa entre los miles de clientes y paseantes. Al otro lado de la Puerta del Sol, la calle de Carretas, la plaza de Santa Ana, el entramado de callejuelas que tienen en com¨²n con Ballesta la abundancia de pensiones baratas, y como signo espec¨ªfico los bares de gambas con fotos de toreros, y las casas de compraventa de oro.
El panorama del centro peligroso se completa con la zona situada a la derecha de la calle de Hortaleza, en torno a las plazas de Chueca y V¨¢zquez de Mella, y a la calle de Augusto Figueroa.
"La plaza de Chueca ha sido invadida por sucesivas oledas de camellos". C. M. y P. F., una pa
En el centro est¨¢ el peligro
reja de periodistas, residentes en la plaza desde hace a?os, conocen al dedillo los entresijos de su barrio y observan las movidas callejeras desde el balc¨®n de su casa. A la izquierda de Chueca est¨¢ el hombre que vende tabaco en un peque?o tenderete, En realidad, es el encargado de recoger y guardar a salvo los dineros que los camellos obtienen de la venta de chocolate y hero¨ªna. Si hay redada se llevar¨¢n a los camellos, pero no los beneficios"Hace a?os la plaza la controlaban los camellos y drogadictos madrile?os, muchos de ellos vecinos del mismo barrio. Luego llegaron los iran¨ªes y expulsaron a los aut¨®ctonos hacia la calle de Bel¨¦n. A su vez, los iran¨ªes han sido desplazados por un grupo de marroqu¨ªes, casi todos de Tetu¨¢n, que son los que ahora controlan el tr¨¢fico. Algunos se han comprado pisos por aqu¨ª. Ahora est¨¢n volviendo a aparecer j¨®venes blancos, muy colgados, pero suelen estar de d¨ªa. Por la noche quien trabaja aqu¨ª son los marroqu¨ªes".
Chueca es una zona relativamente tranquila si se compara con barrios cercanos. "Pero s¨ª es verdad que hay miedo. Los vecinos del bloque decidimos instalar el portero autom¨¢tico, hartos de encontrarnos bolsos que los ladrones arrojaban dentro. Pr¨¢cticamente, todos los portales del barrio est¨¢n ahora cerrados. La inseguridad se nota en peque?os detalles. Antes, la plaza estaba llena de ni?os jugando, 3, de ancianos que se sentaban en los bancos y pegaban la hebra con los fumetas (consumidores de hach¨ªs), que eran m¨¢s pac¨ªficos. Ahora eso se ha acabado".
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