El misterio religioso de Miterrand
El escritor y periodista Jean Daniel descubre las ra¨ªces cristianas del presidente
En Francia hay un misterio llamado Fran?ois Mitterrand. Se expresa en las m¨²ltiples contradicciones de su largo recorrido pol¨ªtico y en los locos amores y odios sarracenos que puede suscitar el hombre que invent¨® el socialismo a la francesa y que aparece ahora como padre y encarnaci¨®n de la patria. Jean Daniel, escritor y periodista, director de Le Nouvel Observateur, seguidor de Pierre Mend¨¦s-France y de Michel Rocard, ha intentado penetrar en este misterio y ha descubierto que su explicaci¨®n es religiosa.
En los mismos d¨ªas en que el presidente de la Rep¨²blica construye un libro sobre Dios a trav¨¦s de unas conversaciones con el escritor jud¨ªo Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz, que son cuidadosamente grabadas y transcritas; en el momento en que se extiende el culto casi religioso al presidente socialista, conocido ya como mitterrandolatr¨ªa o tontonman¨ªa (del apelativo familiar tonton, equivalente a t¨ªo); en este preciso momento, a pocas semanas de la elecci¨®n presidencial, Daniel ha publicado Las religiones de un presidente, un libro de reflexiones pol¨ªticas que quiere desentra?ar el misterio religioso de Mitterrand y que se ha convertido en lectura obligada para los seguidores m¨¢s finos de la campa?a electoral. Su autor cont¨® a EL PA?S las principales conclusiones sobre esta zambullida en busca de las ra¨ªces cristianas del presidente de la Rep¨²blica."Mi libro", asegura Jean Daniel, "se ocupa de los dos temas fuertes de Mitterrand, que son el lugar de Francia en el mundo y su aversi¨®n al poder del dinero, un sentimiento perteneciente a la tradici¨®n cristiana que est¨¢ en los or¨ªgenes de las nacionalizaciones. No es que Mitterrand se sienta cristiano y vaya a misa. Pero es heredero de una tradici¨®n religiosa y cultural. La fidelidad a esta tradici¨®n es lo que le hace m¨¢s dif¨ªcil renunciar a las nacionalizaciones".
Daniel es uno de los pocos periodistas franceses que no se han mostrado comprensivos con los excesos de los Gobiernos socialistas en pol¨ªtica exterior, especialmente en el esc¨¢ndalo del sabotaje del buque ecologista Rainbow Warrior. "Sobre el Rainbow Warrior y la venta de armas a Ir¨¢n yo no hago exactamente un proceso al mitterrandismo, sino al poder de los tecn¨®cratas, que supera al poder del dinero".
El socialismo de Mitterrand tiene, seg¨²n Daniel, unas ra¨ªces profundamente francesas y cristianas. "Mitterrand no es contrario al dinero, sino al poder excesivo del dinero o al poder del dinero sin controles. Es partidario de la econom¨ªa mixta. Una vez ha nacionalizado algunas empresas, par a garantizar el control, lo permite todo. Su posici¨®n es parecida a la del calvinismo, el puritanismo o el jansenismo, que moralizan el mercado y convierten a los hombres de dinero en ascetas del capitalismo.
Mitterrand no quiere que el poder del dinero se sobreponga al poder del Estado. Diferencia entre el capital especulativo y el capital inversor, creador de riqueza. Su origen est¨¢ en el mito de la tierra productiva o del trabajo del artesanado frente a quienes hacen dinero especulando. Es una tradici¨®n cristiana, latina y mediterr¨¢nea que no es estrictamente anticapitalista. La estrategia de ruptura con el capitalismo la abandon¨® al cabo de un a?o de llegar al poder".
Aversi¨®n al dinero
La aversi¨®n al dinero, sentimiento cl¨¢sico de un cierto anticapitalismo antisemita, convive en Mitterrand con otra circunstancia misteriosa, que es su simpat¨ªa indeclinable por el Estado de Israel. "Su posici¨®n sobre Israel corresponde a una tradici¨®n cristiana, la de quienes creen que Antiguo y Nuevo Testamento no est¨¢n en contradicci¨®n, como cre¨ªa o cree el integrismo cat¨®lico. En la mayor catedral de Francia, en Chartres, tal como ha se?alado Andr¨¦ Malraux, los ap¨®stoles aparecen subidos a las espaldas de los profetas y hay inscripciones hebraicas. ?sta es la corriente del cristianismo de Charles Peguy o de Uon Bloy. 0 la del cardenal de Par¨ªs, JeanMarie Lustiger, que dice: si soy antijud¨ªo, soy anticristiano. El antisemitismo y el antiprotestantismo franceses pertenecen a la otra corriente, la de la extrema derecha".Daniel reconoce en Mitterrand los valores que han caracterizado tradicionalmente a la derecha: "El amor vivido y proclamado por la tierra natal", "el sentido de la familia, el culto a los muertos, el instinto de la tierra y la fascinaci¨®n por la historia", todos ellos elementos suficientes para producir alg¨²n tipo de exclusivismo nacional. Pero Mitterrand es un europe¨ªsta convencido y activo, uno de los m¨¢s activos quiz¨¢. "Respecto al europe¨ªsmo, hay que comprender c¨®mo cambia todo el pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os. Churchill dec¨ªa que entre Europa y el gran oc¨¦ano eleg¨ªa el gran oc¨¦ano. En Francia se pensaba lo mismo. Pero cuando no hay imperio hay que pensar en Europa. La segunda etapa llega con De Gaulle, que se identifica con 30 a?os de prosperidad que no volveremos a conocer nunca m¨¢s. Se perdieron las colonias, pero ¨¦ramos una potencia econ¨®mica y ten¨ªamos una estrategia nuclear. Ahora, en la tercera etapa, sin imperio y sin crecimiento econ¨®mico, s¨®lo con una estrategia nuclear que es muy costosa, y con conciencia de decadencia, no podemos seguir pensando en el gran oc¨¦ano. Tenemos un vecino, la RFA, que es nuestro principal cliente y aprovisionador, pero a la vez quien manda sobre nuestra moneda. Europa empieza a existir, cuando se puede hablar del eje Par¨ªs-Bonn y de una estrategia de defensa com¨²n. ?ste es el camino que ha realizado Mitterrand que, aunque piensa en una Europa latina, se ve obligado a jugar al eje alem¨¢n por necesidad. De ah¨ª su inter¨¦s por Espa?a".
"Mitterrand volver¨¢ a presentarse para evitar que el paso de la izquierda por el poder parezca un puro par¨¦ntesis en el dominio secular de la derecha", dice Daniel. "Su obsesi¨®n antes de 1981 era conseguir la alternancia pol¨ªtica. Que la izquierda pudiera acceder con normalidad al poder. Ahora, para coronar esta obra, necesita desmentir la teor¨ªa de la derecha, que quiere ver su septenato como un episodio anormal en el dominio hist¨®rico del dinero y de las influencias".
Las reflexiones de Daniel suscitar¨¢n el escepticismo de los enemigos m¨¢s encarnizados de Mitterrand. Pero tambi¨¦n la iron¨ªa de observadores m¨¢s templados.
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