La ni?a eterna
David Leland es un actor brit¨¢nico de mediana edad, metido tambi¨¦n en el oficio de escritor, de dramaturgo, de guionista de cine y de televisi¨®n y ahora finalmente de director de cine. En las pantallas espa?olas se programa actualmente una de sus ¨²ltimas actuaciones: la que hace en Servicios muy personales, de la que adem¨¢s es guionista.Pero de todos sus muy variados trabajos, recordemos ahora uno, que nos ayudar¨¢, y mucho, a orientarnos en las peculiaridades de esta su primera pel¨ªcula en funciones de director: David Leland fue el guionista de un filme dirigido por Neil Jordan y estrenado hace un par de a?os en Espa?a, Mona Lisa, que es uno de los m¨¢s extra?os, singulares y notables -pese a que en ¨¦l hay algunos baches dentro de su tremenda intensidad- del cine brit¨¢nico actual.
Si estuvieras aqu¨ª
Direcci¨®n y gui¨®n: David Leland. Fotograf¨ªa: Ian Wilson. M¨²sica: Stanley Myers. Direcci¨®n art¨ªstica: Susie Figgs. Producci¨®n: Caroline Hewitt. Int¨¦rpretes: Emily Lloyd, Tom Bell, Jesse Birsdall, Geoffrey Durham, Geoffrey Hutchins, Barbara Durkin, Charlotte Barker, Chloe Leland. Reino Unido, 1987. Estreno en Madrid: cines Bilbao y Coliseum.
Llamaba poderosamente la atenci¨®n, en aquella amarga y fort¨ªsima pel¨ªcula de Jordan, adem¨¢s del despliegue de recursos del actor Bob Hoskins, la facilidad con que las situaciones m¨¢s dram¨¢ticas eran resueltas por los actores en clave de comedia, y como, inesperadamente, actuaciones burlonas, de pura cepa c¨®mica, derivaban a su vez hacia situaciones de fuerte patetismo, algunas de ellas en los alrededores de lo infernal.
Una mirada oblicua
En Si estuvieras aqu¨ª hay algo, no f¨¢cil de determinar (un aire, una tonalidad, una manera oblicua de mirar a trav¨¦s de la c¨¢mara), que procede, voluntariamente o no, de Mona Lisa, y que tiene, con toda evidencia, que ver con esos sus brillantes giros de comicidad resolutoria de lo dram¨¢tico y de patetismo resolutorio de lo c¨®mico a que hicimos referencia. Sin el barroquismo del estilo visual de Jordan, m¨¢s a ras de tierra, Leland pone de manifiesto en Si estuvieras aqu¨ª la huella que dej¨® con su pluma en Mona Lisa.Como en Mona Lisa sobre la figura de Hoskins, todo en Si estuvieras aqu¨ª gira alrededor de Emily Lloyd, una actriz de 16 a?os que en buena parte se interpreta a s¨ª misma a trav¨¦s del fascinante personaje Lynda, una especie de desenfrenada Lolita arrabalera que, en una ciudad mar¨ªtima de la inm¨®vil Inglaterra de 1951, rompe, con un endemoniado olfato natural para pulverizar las normas que la aprisionan, el ata¨²d de cristal de la moralina victoriana, agudizada en aquel tiempo por la derrota ¨ªntima que sigui¨® a la victoria brit¨¢nica en la II Guerra Mundial.
Lynda es una preciosa bomba de relojer¨ªa ambulante, un polvor¨ªn de explosiva belleza y sorprendente gracia, sobre todo en sentido animal. Y la c¨¢mara de Leland tiene la humildad del documental cuando parece resignarse a seguirla por donde ella diga, como un d¨®cil y embobado perrito, en busca de alguna de sus desarmantes travesuras, capaces de poner en solfa la seriedad de la sombra de un imperio.
Decir que el personaje de Lynda-Emily Lloyd. es una edici¨®n con colorines nuevos de una vieja joven rebelde no es una manera certera de entrar en la sutil y trepidante verdad del filme, en su raro encanto iconoclasta. Es otra cosa, como ya dijimos, inefable: algo que se escurre por entre las rendijas de las palabras que intentan definirla; tal vez la imagen de una de esas ni?as eternas que, metidas nadie sabe c¨®mo en un cuerpo de mujer, hacen trizas el concepto de lo adulto, de lo grave, de lo que nos impide identificar el arte de la vida con el arte del juego.
Toda la pel¨ªcula brinca en una mezcla de alegr¨ªa y sordidez, de aguda inversi¨®n del concepto de pecado en una, forma actuante de pureza e inocencia. Y es el salto de un cineasta primerizo a las cercan¨ªas de la madurez. Merece verse y esperar, tras las huellas de Si estuvieras aqu¨ª, otras obras m¨¢s ambiciosas, menos lineales, de su autor.
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