Palestino en Nueva York
El cierre de la oficina de la OLP en la ONU enfrenta a Reagan con la comunidad internacional
George Shultz recibi¨® el s¨¢bado, en el Departamento de Estado norteamericano, a dos representantes de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), al mismo tiempo que el ministro de Justicia, Edwin Meese, ordenaba al fiscal federal de Manhattan que cerrara la oficina de la OLP en Nueva York, como observadora en las Naciones Unidas. Estados Unidos se qued¨® solo, con Israel -que protest¨® ayer por la entrevista de Shultz-, cuando el pasado mi¨¦rcoles la Asamblea General de la ONU conden¨® el cierre como violaci¨®n del derecho internacional.
En un edificio de la calle 65, en el este de Manhattan, Zehdi Labib Terzi, representante de la OLP ante la ONU, y cinco funcionarios contin¨²an aguantando ocho d¨ªas despu¨¦s del plazo fijado por la Administraci¨®n de Reagan, el 21 de marzo, para cerrar la oficina. No ha llegado la polic¨ªa para ejecutar la decisi¨®n del Congreso, que el pasado diciembre, aprovechando una ley de fondos para el Departamento de Estado, vot¨® el cierre de la n¨²si¨®n.El argumento fue que la OLP es una organizaci¨®n "terrorista" que supone una amenaza para EE UU y no puede beneficiarse de la cortes¨ªa de este pa¨ªs hacia los representantes de organizaciones internacionales. La decisi¨®n de dem¨®cratas y republicanos en el Congreso, unidos en su obsesi¨®n antiterrorista, fue firmada, a rega?adientes, por Ronald Reagan, como parte de una ley global de apropiaciones.
Shultz, que est¨¢ tratando de reavivar el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo y de presentar una posici¨®n equidistante menos alineada con Israel, reaccion¨® furioso, calificando el voto como "la decisi¨®n m¨¢s est¨²pida del Congreso en los ¨²ltimos tiempos". Sus esfuerzos por hacer entrar en raz¨®n a los congresistas, fuertemente presionados por el lobby jud¨ªo y convencidos de la maldad intr¨ªnseca de la organizaci¨®n que preside Yasir Arafat, fueron in¨²tiles para detener una decisi¨®n que s¨®lo puede da?ar la imagen de Washington ante los pa¨ªses ¨¢rabes.
La suerte de la misi¨®n de la OLP es ya una batalla legal que se prev¨¦ compleja y larga. La Administraci¨®n, cargada de mala conciencia, quiere evitar una confrontaci¨®n con los palestinos y ha prometido que no utilizar¨¢ la fuerza f¨ªsica y no se provocar¨¢ el espect¨¢culo de Zedhi Labib sacado esposado entre dos agentes del orden de la misi¨®n de la OLP.
Shultz ha advertido ya que el cierre de la oficina s¨®lo servir¨¢ para "glorificar" la causa de la OLP, convirtiendo a sus representantes en Nueva York en m¨¢rtires de la intransigencia norteamericana. El fiscal federal neoyorquino Rudolph Giuliani, famoso por su actuaci¨®n contra la Mafia y contra los delincuentes de cuello blanco de Wall Street, por ¨®rdenes de Meese, ha presentado una demanda para forzar a la OLP a que cierre su representaci¨®n. Los palestinos han acudido, por su parte, a un famoso abogado defensor de causas liberales y muchas veces perdidas, el ex ministro de Justicia Ramsey Clark, para que se oponga en los tribunales a la exigencia de la Administraci¨®n.
Batalla pol¨ªtica
La batalla pol¨ªtica ha sido ganada por la OLP despu¨¦s de que, el pasado mi¨¦rcoles, la Asamblea General de las Naciones Unidas condenara, por 148 votos contra dos (EE UU e Israel), el intento de Washington de cerrar la misi¨®n de los palestinos. Ser¨¢n ahora los tribunales quienes decidir¨¢n, en un proceso en el que habr¨¢ que interpretar leyes internacionales.
En el fondo de este asunto est¨¢ la creciente falta de respeto de la Administraci¨®n de Reagan por el derecho internacional. Una actitud ya puesta a prueba en la invasi¨®n de Granada, en la guerra contra Nicaragua, en su negativa a aceptar la jurisdicci¨®n del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya y en la decisi¨®n unilateral de suspender su contribuci¨®n financiera a la ONU por razones ideol¨®gicas.
La cuesti¨®n de fondo en este caso es saber si EE UU est¨¢ violando el derecho intemacional al incumplir las obligaciones derivadas del tratado entre este pa¨ªs y la ONU, de 1947, por el que Washington, como pa¨ªs anfitri¨®n, se comprometi¨® a no interferir en la actuaci¨®n del organismo internacional.
La Asamblea General ha solicitado a EE UU que cumpla dicho tratado, que estipula un proceso de arbitraje de las disputas de la ONU con el pa¨ªs hu¨¦sped. "?Qu¨¦ orgullo puede tener EE UU en expulsar a sus invitados?", pregunt¨® el otro d¨ªa Zehdi Labib en el debate de la Asamblea General. "?Es ¨¦ste el mensaje que la delegaci¨®n de Estados Unidos quiere enviar al mundo: que no hay que respetar a las Naciones Unidas, que la ley internacional no debe respetarse?", a?adi¨® el representante de la OLP.
Los palestinos defienden su derecho, por el acuerdo de 1947, a tener una representaci¨®n ante la ONU con una situaci¨®n de observador oficial. Los congresistas que aprobaron la ley antiterrorista argumentan que los observadores, a diferencia de los miembros de pleno derecho, no est¨¢n cubiertos por dicho tratado, y que el mismo concede a EE UU un derecho para garantizar su seguridad, que est¨¢ aplicando en este caso.
La ONU ha solicitado al Tribunal de La Haya un dictamen sobre el caso, y los pa¨ªses ¨¢rabes est¨¢n presionando al secretario general, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar, para que sea la ONU y no la OLP quien se enfrente en los tribunales a la demanda norteamericana. No est¨¢ claro si la acci¨®n judicial del Gobierno estadounidense permitir¨¢ a Labib y a los funcionarios de su misi¨®n seguir residiendo en EE UU.
El representante palestino ha sugerido que quiz¨¢ pida a la ONU que le acoja en su sede central de la Primera Avenida si la OLP pierde la batalla legal.
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