El uso de la pol¨ªtica monetaria
En lo que va de esta d¨¦cada, los pa¨ªses de la OCDE han librado una batalla firme contra la inflaci¨®n. Como se recordar¨¢, la inflaci¨®n se hab¨ªa disparado durante los a?os setenta, registr¨¢ndose para el conjunto de estos pa¨ªses una tasa del orden de un 8% anual (Comunidad Europea, l0%; Espa?a, 15%). Actualmente el ritmo de inflaci¨®n ha bajado al 2,5% en promedio de la OCDE, tres pa¨ªses (Alemania, Holanda y Jap¨®n) pr¨¢cticamente no tienen inflaci¨®n y a Espa?a le corresponde el galard¨®n de haber conseguido en este frente un ¨¦xito que casi nadie cre¨ªa posible (del 24,5% en 1977 se ha pasado al 5% en 1987).La preocupaci¨®n por la inflaci¨®n no pod¨ªa estar m¨¢s justificada. Pues la experiencia demuestra de forma tajante que tanto los efectos pol¨ªticos como los sociales y econ¨®micos de la inflaci¨®n son nocivos. Con inflaci¨®n ni se resuelven los problemas de crecimiento econ¨®mico, ni se crean m¨¢s empleos productivos, ni se consigue una distribuci¨®n de rentas m¨¢s justa. Es todo lo contrario. Adem¨¢s, la inflaci¨®n constituye un impuesto subrepticio, un tributo que viola incluso una de las atribuciones m¨¢s f1undamentales de un Parlamento democr¨¢tico, que es la de implantar ¨²nicamente impuestos que hayan sido refrendados por votaci¨®n mayoritaria. Cuando se le pone remedio a la inflaci¨®n las cosas mejoran, y de hecho no ha habido nunca en la posguerra un per¨ªodo de expansi¨®n coyuntural tan prolongado como el actual (que se inici¨® a finales de 1982).
La lucha eficaz contra la inflaci¨®n ha sido protagonizada por los bancos emisores. As¨ª ten¨ªa que ser. Indistintamente, si uno simpatiza o no con el monetarismi) no hay duda que la inflaci¨®n s¨®lo puede existir cuando sea excesivo el crecimiento de la oferta monetaria -excesivo en relaci¨®n al crecimiento del potencial productivo de un pa¨ªs-. Si se le inyerta demasiada liquidez al sistema econ¨®mico, los poseedores de dinero en efectivo tarde o tempr ano se dar¨¢n cuenta de que sus carteras contienen m¨¢s activos l¨ªquidos de los que desean mantener. Una forma de deshacerse de este dinero adicional es gast¨¢ndolo. Como lo hacen todos, sube el nivel de precios. En otras palabras, la inflaci¨®n en el fondo relleja errores de pol¨ªtica monetar¨ªa por mucho que ante la opini¨®n p¨²blica se Culpe a otros al impuesto sobre el valor a?adido (P¨ªA), seg¨²n convenga).
- Una pol¨ªtica monetaria acertada consiste en controlar la cantidad de dinero en circulaci¨®n. Esto puede hacerse discrecionalmente o bien con tipos de cambio flotantes, aplicando un r¨¦gimen de preanuncio de la tasa de crecin¨²ento de la cantidad de dinerodentro de una senda determinada y expresada en el agregado monetario que mejor pueda controlar el banco emisor (la base monetaria) y / o que mejor refleje las condiciones de oferta y demanda en los mercados financieros (una de las M). De lo que se trata es de estabilizar expectativas y proteger a las autoridades monetarias frente a posibles presiones por parte de grupos interesados en que se persiga una pol¨ªtica de dinero barato.Frenar las expectativasEsto es lo que se ha venido haciendo en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la OCDE y tambi¨¦n en Espa?a. Y aunque los objetivos monetarios no se cumplieron en todos los pa¨ªses y en cada momento a rajatabla, s¨ª fueron lo suficientemente eficaces como para desacelerar gradual y continuadamente los ritmos de inflaci¨®n. No obstante, conseguido este logro, la efectividad de fijar objetivos monetarios ha sido puesta en duda recientemente.
Para unos ya no es posible controlar el crecimiento de losagregados monetarios, fundamentalmente debido a la din¨¢mica de las innovaciones financieras y las variaciones de la velocidad de circulaci¨®n del dinero. Para otros es imprescindible la coordinaci¨®n internacional de pol¨ªticas macroecon¨®micas, y esto requiere la subordinaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria a otros objetivos (por ejemplo la tasa de incremento de producto interior bruto en t¨¦rminos nominales, el ¨ªndice de precios de una cesta de materias primas con o sin oro o el tipo de cambio de las principales divisas). Tampoco faltan aquellos que nunca quisieron abandonar la pol¨ªtica monetaria discrecional de anta?o y que ahora, en vista de que se est¨¢n repitiendo los desbordamientos monetarios, creen llegado el momento para imponer su criterio.
Pero precisamente en los momentos actuales, en los que el sistema financiero internacional est¨¢ viviendo una etapa muy delicada y hay que devolver la confianza a los mercados de valores y divisas, es importante que los bancos emisores no dejen lugar a dudas de que seguir¨¢n respetando el compromiso de controlar lainflaci¨®n. De otro modo sembrar¨ªan incertidumbres entre los agentes econ¨®micos, con lo que se podr¨ªa producir una nueva sacudida burs¨¢til y el d¨®lar sufrir¨ªa una nueva ca¨ªda. Adem¨¢s podr¨ªan repetirse los tristes acontecimientos de hace 10 a?os: la reanimaci¨®n de la inflaci¨®n a escala mundial obligar¨ªa tarde o temprano a tirar del freno monetario, lo que provocar¨ªa una nueva recesi¨®n. Por consiguiente es recomendable que los bancos emisores mantengan el anclaje fijo en el sistema fijando una senda monetaria ¨®ptima. Disponen de las herramientas necesarias para reconducir los agregados correspondientes en caso de que surjan situaciones imprevistas.
Ahora eso s¨ª, la labor de las autoridades monetarias se facilitar¨ªa enormemente si los Gobiernos adoptaran medidas contundentes para reducir el d¨¦ficit p¨²blico estructural. Este reto no s¨®lo lo tiene planteado Estados Unidos, sino tambi¨¦n varios pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a. Es cierto que el banco emisor podr¨ªa compensar la liquidez que haya destinado al sector p¨²blico detray¨¦ndola del sector privado, pero esto provoca problemas financieros a las empresas, que ver¨ªan recortados y / o encarecidos los cr¨¦ditos, con efectos adversos sobre la inversi¨®n. Queda por ver si los Gobiernos realmente est¨¢n dispuestos a arreglar las cuentas estatales, incluso si cosecharan votos de impopularidad.
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