Conquistas enga?osas
Tres lectores de Valencia -J. V. Climent Esp¨ª, Teresa Sans Garc¨ªa y Vicente Rega Pujol- escriben acerca de la entrevista con Kim Philby, "uno de los m¨¢s importantes agentes dobles en la historia del espionaje", publicada por EL PAI S en tres entregas (27 de marzo y 3 y 10 de abril), firmada por Phillip Knightley. En la presentaci¨®n se afirmaba que dicha entrevista era una "rigurosa exclusiva" del peri¨®dico.Los lectores valencianos protestan, primero, porque el reportaje sobre Philby hab¨ªa sido publicado en The Sunday Times una semana antes, y por tanto no exist¨ªa tal exclusividad. A estos lectores les asiste toda la raz¨®n. El subdirector de la edici¨®n dominical, Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, as¨ª lo admite: "Exageramos al decir que EL PA?S publicaba la entrevista en rigurosa exclusiva cuando The Sunday Times inici¨® la publicaci¨®n con una semana de adelanto". Y explica este exceso: "La agencia con que contratarnos el reportaje lo entreg¨® la misma semana en que lo publicamos. Era rigurosa exclusiva... para el mercado espa?ol". A?ade Estefan¨ªa que para la obtenci¨®n del trabajo de Knightley, se tuvo que competir con otros medios de comunicaci¨®n que tambi¨¦n lo quer¨ªan.
Pero el motivo fundamental de la queja de los lectores es otro: "El descuido y la arbitrariedad con que ha sido recortada, recompuesta y traducida la segunda entrega". Admiten que la disponibilidad de espacio en EL PA?S es escasa en comparaci¨®n con el dedicado a 10 mismo por el peri¨®dico brit¨¢nico, pero manifiestan que se les escapa " cu¨¢l pueda haber sido la raz¨®n por la que, adem¨¢s de recortar, se opt¨® por recomponer". "El resultado ha sido verdaderamente penoso", afirman. Joaqu¨ªn Estefan¨ªa no comparte este punto de vista: "El inter¨¦s que piara el lector medio espa?ol tiene la entrevista con Philby es, a mi parecer, menor que el del ingl¨¦s, por lo que le dedicamos menor espacio". No obstante, han sido siete p¨¢ginas ¨ªntegras, "espacio muy superior", recuerda Estefan¨ªa, "al habitual".
Los reparos que plantean los lectores de Valencia afectan tambi¨¦n a la traducci¨®n, y se?alan en especial un p¨¢rrafo en el que se mencionan las esposas del famoso esp¨ªa. "Le pregunt¨¦ a Philby", se public¨® en EL PA?S, "c¨®mo hab¨ªa logrado conquistar a tantas mujeres cuando a la mayor¨ªa de los hombres les resulta dif¨ªcil conquistar una". Ese conquistar cambi¨® por completo el significado de la frase escrita por el autor del reportaje. Knightley escribi¨®: "Le pregunt¨¦ a Philby c¨®mo hab¨ªa logrado enga?ar a tantas mujeres".
El subdirector de la edici¨®n dominical reconoce que la traducci¨®n de la segunda entrega del reportaje ten¨ªa algunos errores de bulto, en especial la frase en la que Philby resultaba un conquistador en lugar de un enga?ador.
Como atenuante de los desatinos cometidos en la traducci¨®n, Joaqu¨ªn Estefan¨ªa se?ala que la segunda entrega de la entrevista no fue traducida por los profesionales que habitualmente trabajan para el peri¨®dico. Tambi¨¦n a?ade que el texto en ingl¨¦s que facilit¨® la agencia -con la indicaci¨®n expresa de que no pod¨ªa ser usada otra versi¨®n- difiere en partes del utilizado por el dominical brit¨¢nico. Pero reconoce sin paliativos: "Los atenuantes no nos eximen de nuestro error". Y as¨ª es.
El 'califa' lleg¨® de M¨¢laga
En el reportaje De la mezquita a la corte, firmado por Javier Mart¨ªn (EL PA?S, 28 de febrero), sobre el nuevo secretario general del PCE, Julio Anguita, se dec¨ªa tajantemente: "No es sevillano, es cordob¨¦s, es m¨¢s moro que cristiano". Jos¨¦ Luis Gracia escribe al ombudsman para se?alar un error: Anguita, efectivamente, no es sevillano, pero tampoco es cordob¨¦s. Y a?ade: "Naci¨® en Marbella".
Seg¨²n todos los datos, ni el redactor ni el lector han atinado con la exacta patria chica del secretario general del PCE. El propio Anguita, en una entrevista con Inmaculada de la Fuente publicada en EL PA?S (7 de agosto de 1983), contaba: "Yo nac¨ª en Fuengirola, en casa de mis abuelos, que eran el practicante y la matrona de la localidad". Ni cordob¨¦s, pues, ni marbell¨ª: fuengirole?o.
Aqu¨ª se habr¨ªa acabado la historia si Javier Mart¨ªn, una vez afirmado que Anguita es de C¨®rdoba, no hubiera a?adido: "El cordob¨¦s es m¨¢s profundo, m¨¢s senequista, m¨¢s digno... Ha heredado la dignidad milenaria de la mezquita, la cortes¨ªa, el narcisismo y el rencor. En C¨®rdoba no adornan los sentimientos".
Estas reflexiones del periodista conducen a otras del lector: al hilo de un dato inicial err¨®neo, se?ala: "Sobran todos los comentarios". Dice Jos¨¦ Luis Gracia que Mart¨ªn contrapone una Sevilla cristiana y una C¨®rdoba mora, "aunque despu¨¦s no resulte tan mora, porque es senequista, es decir, romana". Y completa su pensamiento: "Julio Anguita, por tanto, no ha heredado de C¨®rdoba, suponiendo que fueran datos definitorios del car¨¢cter de los cordobeses, ni la dignidad milenaria de la mezquita, ni la cortes¨ªa, ni el narcisismo, ni el rencor. ?No le parecen, adem¨¢s, demasiados sentimientos para una tierra donde, seg¨²n J. Mart¨ªn, no adornan los sentimientos?".
La respuesta del redactor se apoya en un viejo dicho: "Se es de donde se pace y no de donde se nace". Mart¨ªn se?ala que la llegada de Anguita al mundo en Fuengirola "es s¨®lo un dato biogr¨¢fico para una vida pol¨ªtica que empez¨® y se dispar¨® en C¨®rdoba". Mart¨ªn explica que "el reportaje estaba centrado en las costumbres del ex alcalde de C¨®rdoba y en las opiniones de vecinos cordobeses aunque no nacieran en esa ciudad". Admite que el lugar de nacimiento del nuevo l¨ªder del PCE era un dato que faltaba, pero no lo consider¨® relevante en este caso. Y concluye: "Anguita alcanz¨® la popularidad con el apodo de El Califa Rojo. Que se sepa, con este sobrenombre no se identifica a los de Fuengirola".
Julio Anguita, a los pocos meses de nacer en la costa malague?a, marcha con sus abuelos a Sevilla, a los dos a?os est¨¢ en Villagarc¨ªa de Arosa y a los seis a?os ya se encuentra en C¨®rdoba.
El hecho de haber nacido en Fuengirola no merma la condici¨®n cordobesa de Anguita; pero no resulta un dato tan irrelevante. Por lo pronto, es una precisi¨®n biogr¨¢fica. El propio lector que escribe habr¨ªa salido del error de considerarlo marbell¨ª.
En cuanto al senequismo, la dignidad milenaria, la cortes¨ªa, el narcisismo y el rencor de los cordobeses que se?ala Mart¨ªn, s¨ª parecen resultar suficientes sentimientos para adornar una tierra.
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