El p¨²blico de la Maestranza
El protagonismo que el p¨²blico tiene en las corridas de toros no guarda parang¨®n con ning¨²n otro espect¨¢culo. Ha sido un tema estudiado a fondo desde las ¨®pticas de la sociolog¨ªa y de la psicolog¨ªa de masas. Quiz¨¢s, en donde se pone de relieve, de forma m¨¢s palmaria ese protagonismo es en la concesi¨®n de la oreja. Evidente manifestaci¨®n de la soberan¨ªa popular. En pocos espect¨¢culos la cr¨ªtica especializada se ocupa tan frecuentemente del comportamiento (del p¨²blico como en los toros. Desempe?a ¨¦ste un papel activo en el desarrollo de la fiesta. Ning¨²n otro p¨²blico se ha ganado el calificativo de "respetable", con que t¨®picamente se le designa.Si ese protagonismo del p¨²blico de toros puede predicarse en general, en Sevilla cobra un papel todav¨ªa m¨¢s relevante. La sensibilidad del p¨²blico de la Maestranza para valorar determinados s¨ªntomas, gestos u omisiones de lo que ocurre o no ocurre en el ruedo, es muy acentuada.
La m¨²sica, por ejemplo, se convierte en un elemento de medida de la situaci¨®n emocional del p¨²blico. No siempre arranca la banda para premiar una excelente faena de muleta, como ocurre en otras plazas. En esta feria hemos sido testigos de c¨®mo el maestro Trist¨¢n levantaba la batuta para celebrar la arrancada de un toro de largo, para congratularse de un inolvidable quite de Curro, o para solidarizarse -?qu¨¦ oportuna!- con el brindis de Pepe Luis Vargas al equipo m¨¦dico dirigido por el doctor Vila, que le hab¨ªa salvado magistralmente la vida la temporada pasada. Fueron tres momentos en los que la m¨²sica era int¨¦rprete fiel del sentir de la plaza.
No hace falta pedir m¨²sica en Sevilla, aunque haya peticiones, generalmente pueblerinas o for¨¢neas, que destemplan con su vocer¨ªo el climax de la plaza.
?Y los silencios! Aunque estemos acostumbrados a ellos, nos siguen impresionando. Cuando el diestro da motivos para la esperanza, usted tendr¨¢ la sensaci¨®n de que est¨¢ en el Teatro Real, con Karajan en el podio. Hay silencios maravillosos. Hay, sin embargo, otros crueles. La peor sanci¨®n que puede sufrir un torero al t¨¦rmino de su actuaci¨®n es la de la indiferencia. Se advierte cuando el silencio tiene el prop¨®sito expreso de no manifestar un juicio positivo o adverso, y cuando est¨¢ expresando un absoluto desinter¨¦s. Merecer¨¢ la pena, en adelante, detenerse en las acusaciones de benevolencia y chauvinismo del p¨²blico de la Maestranza.
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