El sentimiento l¨ªrico de Claudio Prieto

El m¨¢ximo inter¨¦s de la semana sinf¨®nica madrile?a lo acapararon la Orquesta y Coro Nacionales, dirigidos por Jes¨²s L¨®pez Cobos y con la colaboraci¨®n de la soprano Enedina Lloris, al programar la Rosamunda, de Schubert, y estrenar el Concierto de amor de Claudio Prieto (Mu?eca de la Pe?a, Palencia, 1934), protagonizado por el violonchelista Pedro Corostola. Adelantemos que el ¨¦xito acompa?¨® a una y otra obra, con lo que todos los int¨¦rpretes, as¨ª como el compositor Claudio Prieto, reafirmaron su reconocida categor¨ªa.La partitura de Prieto en esta obra, Concierto de amor, es grande y ambiciosa; est¨¢ dominada por un sentimiento l¨ªrico te?ido de melancol¨ªa que prolonga su expresividad en la dif¨ªcil y hermos¨ªsima parte solista. Pedro Corostola la recre¨®, vivific¨® y enalteci¨® al m¨¢ximo desde su bell¨ªsimo sonido, su exactitud de concepto y su poderosa t¨¦cnica virtuosista.

Sin obediencia estricta a ning¨²n esquema tradicional, el concierto responde a la idea de un incesante fluir en el que solista y orquesta dialogan o se oponen, se integran o antagonizan para mejor servir a la ideolog¨ªa principal, a la sustancia musical que el compositor de Al poeta, al fuego, a la palabra, sobre texto de Vicente Aleixandre, o Canto de Antonio Machado, sinti¨® nacer en su intimidad al calor de los versos de San Juan de la Cruz, Gustavo Adolfo B¨¦cquer o Pablo Neruda: esto es, el continuo hist¨®rico de la l¨ªrica amorosa en lengua castellana.

Objetivaci¨®n poem¨¢tica

Es muy bello el juego orquesta violonchelo, pues mientras ¨¦ste marcha en su l¨ªrico andamento con obstinado melodismo, aqu¨¦lla parece frenar el movimiento para incitar a la voz principal desde muy diversos acontecimientos sonoros ricamente coloreados o sutilmente mates.

En conjunto el concierto es algo as¨ª como la objetivaci¨®n poem¨¢tica de la poes¨ªa amorosa espa?ola. El p¨²blico respondi¨® entusiasmado y conmovido a cuantas propuestas le hac¨ªa el autor, y la versi¨®n, dirigida por Jes¨²s L¨®pez Cobos, goz¨® de claridad, fidelidad y aprehensi¨®n del esp¨ªritu que determina la letra.

La m¨²sica de Schubert para Rosamunda fue escrita para una pieza de la mediocre poetisa pero mujer de gran cultura Guillermina von Ch¨¦zy a partir de diversos textos que van desde el inicial de Paulo Di¨¢cono (786) y la tragedia de Rucellai (1516) a Morirpensando en matar, de Rojas Zorrilla (1607-1648). Se trata de una decena de n¨²meros, sinf¨®nicos los m¨¢s pero con una aria que cant¨® ahora con primor la soprano Enedina Lloris y tres coros, a lo que se suma la obertura originariamente escrita para El arpa m¨¢gica.

M¨²sica de sutilidades, impulsada por el lied y te?ida de la caracter¨ªstica colaboraci¨®n orquestal schubertiana, resulta de extraordinario atractivo, m¨¢s s¨ª se nos da en una versi¨®n tan acertada como la que vali¨® a L¨®pez Cobos, al coro, a la orquesta y a la solista largos aplausos.

Falla

La Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n, dirigida por Miguel ?ngel G¨®mez Mart¨ªnez (cari?osamente recibido por el p¨²blico), mterpret¨® obras de repertorio como son La procesi¨®n del Roc¨ªo, de Turina, y la Sinfon¨ªa Renana, de Schumann, pero lo m¨¢s destacado fue la visi¨®n magn¨ªfica que el pianista Jos¨¦ Mar¨ªa Pinzolas tiene de Las noches en los jardines de Espa?a, de Manuel de Falla.

La versi¨®n de Pinzolas result¨® justa, cuidada de matices, bien fraseada e inmersa en el clima de encantamiento y misterio querido por su autor, y al mismo tiempo renuente a cualquier tentaci¨®n pintoresquista o a los excesos del andalucismo jondo. Hubo muchos aplausos para todos.