Manuel Moral
De carpintero a octogenario descubridor de la pintura 'na?f'
Cuando hab¨ªa cumplido los 69 a?os y sus hijos le obligaron a dejar el oficio de carpintero, que ejerci¨® desde los 14, Manuel Moral era como un ni?o grande que sali¨® al campo para distraerse del aburrimiento. En uno de sus paseos decidi¨® comprar un bloc, ¨®leos y, pinceles. Quiz¨¢ desde un desconocido sentimiento ancestral pint¨® su primera obra, que titul¨® Olivar desde el cielo. Alg¨²n tiempo despu¨¦s le dijeron que era un consumado artista na?f, algo que jam¨¢s hab¨ªa o¨ªdo en su ya larga vida. Ahora acaba de donar su obra para el que ser¨¢ primer museo de arte na?f de Espa?a, que crear¨¢ la Diputaci¨®n de Ja¨¦n.
Manuel Moral naci¨® hace 80 a?os en Torredelcampo (Ja¨¦n), y hace 11 que descubri¨® su pasi¨®n por la pintura. Hasta entonces hab¨ªa sacrificado su vida trabajando "para sacar a sus seis hijos adelante". Con siete a?os ya estaba empleado en una panader¨ªa, de la que sali¨® con mucho sudor y un apodo de hornerillo. A los 14 a?os tom¨® el oficio de carpintero, y se especializ¨® en la talla de muebles. "Dormitorios para matrimonios, sobre todo", se?ala con picard¨ªa.A pesar de su edad, Manuel Moral conserva una mirada tierna y azul y una memoria que le hace recordar que su primer cuadro lo pint¨® en marzo de 1977. Ese mismo a?o se mont¨® su primera exposici¨®n en Madrid. En un periquete vendi¨® las 47 obras expuestas y consigui¨® dos millones de pesetas, "que repart¨ª entre mis nietos".
En sus momentos m¨¢s inspirados, ya con m¨¢s de 70 a?os, Manuel Moral pintaba durante 15 y 16 horas diarias. Hoy est¨¢ algo m¨¢s deca¨ªdo, porque una insuficiencia respiratoria le mantiene atado a una bombona de ox¨ªgeno en su casa de Torredelcampo. Sin embargo, una pincelada de sana alegr¨ªa inyecta sus vivarachos ojillos azules cuando dice: "Mi mayor ilusi¨®n es que el primer museo de arte na?f que se va a montar en Espa?a, y en concreto en Ja¨¦n, lleve mi nombre".
Los cr¨ªticos dicen de Manuel Moral que es el prototipo de artista na?f puro, que ha reflejado con una deliciosa frescura los olivos, los montes y el cielo de la tierra que le vio nacer y le ver¨¢ morir, porque Manuel Moral vive a¨²n con su mujer en una amplia casa de Torredelcampo, en donde es saludado casi con mimo por sus vecinos.
"Para m¨ª es un orgullo", dice, "que me nombraran en 1984 hijo predilecto de mi pueblo y que, adem¨¢s, me hayan dedicado una calle, porque ya se sabe que casi siempre los homenajes te los hacen cuando uno ya no puede disfrutarlos".
La abundancia de cr¨ªticas elogiosas hacia su obra (que le llevaron a exponer en la sala Picasso de Nueva York en 1983) no sorprende a este octogenario artista, que casi siempre las considera inmerecidas. "Yo jam¨¢s he cursado estudios de pintura, y ni mucho menos, cuando comenc¨¦ a pintar mis primeros cuadros, pod¨ªa sospechar que eso era na?f. Creo", apostilla, "que no es tan fiero el le¨®n como lo pintan", dice, en un claro af¨¢n por restar importancia a lo que ¨¦l considera como un trabajo m¨¢s en su vida.
Uno de sus hijos, Francisco Moral, declara con un evidente orgullo que la pintura de su padre no es nada retorcida: "Es muy agradable, tanto por su colorido como por su tem¨¢tica. Es sorprendente asistir a una de sus exposiciones y observar c¨®mo muchas personas- esbozan una sonrisa al ver alguno de sus cuadros" na?f.
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