Todos en su sitio
,A la postre, el protagonista en las calles de Par¨ªs fue ayer el agua del Primero de Mayo. Pero todos estaban en su sitio. Estaba la mole impresionante de Jean-Marie Le Pen, de gris vestida, radiante, como de costumbre, desde que el pasado d¨ªa 24 las umas presidenciales lo confir¨ªnaron como el terremoto que ha modificado el paisaje pol¨ªtico franc¨¦s.
Por los aleda?os gritaban el antirracismo las centrales sindicales de la izquierda tradicional. Y se dijo que cada una de estas dos manifestaciones, presididas por la central procomunista CGT, y la CFDT del brazo de los ense?antes por otro lado, lleg¨® a los 30.000 asistentes. Le Pen jur¨® que los suyos eran 100.000, pero la polic¨ªa s¨®lo confirm¨® la mitad.
El efecto Le Pen, en todo caso, contin¨²a en pie de guerra; por entre su gente pudo contabilLiarse a una delegaci¨®n del neof¨¢scismo italiano confundida con los franceses de toda edad y condici¨®n, Iparisienses en su mayor¨ªa, y losllegados en autocar de muchos rincones de la geograf¨ªa francesa. El l¨ªder de la manifestaci¨®n sindical CFDT, Edmond Maire, dijo que esto es una "gangrena social".
Contra el 'Iepenismo'
Los comunistas se proclamaron campeones de la soluci¨®n contra el lepenisnio: "Crear puestos de trabajo".
Le Pen, en las Tuller¨ªas, jug¨® el papel que ya el otro d¨ªa le asilpn¨® un caricaturista del diario vespertino Le Monde: aparece en escena, muy digna, la estatua de Juana de Arco, bajo cuya advocaci¨®n ha celebrado el Frente Nacional (FN) su fiesta nacionalista y del trabajo; de rodillas, ante la hero¨ªna y virgen francesa, se encuentra el l¨ªder del neogaullismo, Jacques Chirac, candidato el pr¨®ximo domingo a la presidencia de la Rep¨²blica frente a Frangois Mitterrand, y triunfal, por entre las religiosas que escoltan su entrada en el plat¨®, aparece Le Pen. Chirac, al percibir el personaje, muy educado, e igualmente asombrado, exclama: "?Pero bueno, ustedes tambi¨¦n estan aqu¨ª!".
Como era de esperar, a pesar de la obstinaci¨®n y del temor de algunos observadores, la sangre no lleg¨® al r¨ªo, ayer al menos. El servicio de orden del propio Frente Nacional, calificado de "irascible" por un presente, no permiti¨® desbordamientos. Las apariencias fueron las previstas: gentes de orden, o que conten¨ªan el deseo del desorden; gentes bien vestidas o correctamente vestidas, portadoras de un entusiasmo mojado debido de alg¨²n modo a la lluvia pertinaz que perturb¨® sus ¨ªmpetus tradicionales.
Un matrimonio de Niza, presidido por el jefe de la familia, Patrick Vall¨¦e, librero, que confiesa haber rociado la victoria del pasado d¨ªa 24 con champa?a, declar¨®: "En este pa¨ªs, por fin, vamos a comenzar a unimos para poner a raya tanto la decadencia de la derecha como de la izquierda". Desde hace tres a?os descubrieron a Le Pen como una revelaci¨®n y se unieron al Frente Nacional, "para salvaguardar los valores esenciales, como la familia, el catolicismo y la cultura francesa".
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