La madre Teresa
Conf¨ªo en que el art¨ªculo de Umbral sobre la madre Teresa de Calcuta, publicado en EL PA?S el 24 de abril, sea rechazado con indignaci¨®n por toda conciencia bien nacida. Presentar a esta admirable mujer, s¨ªmbolo viviente de la solidaridad humana, como un aquietaconciencias de los ricos es una desverg¨¹enza intolerable y una memez inexplicable. ?Se ve que conoce poco su obra y sus escritos! Aunque... no hay peor ciego que el que no quiere ver. La madre Teresa no practica una caridad que contribuya a rehuir las exigencias de la justicia social, sino un amor que es capaz de llegar m¨¢s all¨¢ de lo que marcan las leyes justas, porque el amor incluye la justicia, pero no se reduce a ¨¦sta. Dejarlo todo para dedicar su vida a los enfermos m¨¢s repugnantes, a los pobres m¨¢s pobres y a los enfermos del SIDA, no tener otro pensamiento y otro af¨¢n que estar all¨ª donde hay un dolor para aliviarle, no es ciertamente una rid¨ªcula caridad pasada de moda en un tiempo de justicia social. Es algo que muy pocos de los que dictan las justas leyes ser¨ªan capaces de hacer, porque para ello se necesita mucho m¨¢s que para el fr¨ªo oficio de legislador, muy compatible, por otra parte, con un buen confort de vida; se necesita tener un amor y una fe como los de esta mujer.El se?or Umbral se calla maliciosamente que la madre Teresa, adem¨¢s de hablar con la se?ora Thatcher y el Dalai Lama, habla tambi¨¦n con los jefes del Kremlin, con Fidel Castro (que la admira y la ha concedido fundar en Cuba) y con otros dirigentes marxistas, como el primer ministro de Etiop¨ªa, quien, a la petici¨®n de la Madre Teresa de que le diera permiso para abrir una casa de su congregaci¨®n en aquella naci¨®n, contest¨®: "En un r¨¦gimen marxista, de todas esas cosas se ocupa el Estado". A lo que, a su vez, la madre Teresa respondi¨®: "As¨ª debiera ser, pero no lo hacen". El primer ministro le dio la raz¨®n y le concedi¨® el permiso.
Se?or Umbral, siga usted con su profesi¨®n de ganar dinero a base de embadurnar a todo el mundo con su pluma, pero deje que la madre Teresa siga aguijoneando nuestras conciencias con su heroica vida y obra y avergonzando a nuestro esp¨ªritu de comodidad y ego¨ªsmo, tambi¨¦n el de usted. Cuando se muera esta mujer se apagar¨¢ una gran luz sobre la tierra y muchos miles de seres humanos que sufren la llorar¨¢n desconsoladamente. En cambio, cuando usted muera no creo que le echen en falta.-
Francisco Umbral, en EL PA?S del domingo 24 de abril, hace una valoraci¨®n negativa de Teresa de Calcuta basada en una supuesta incompatibilidad, e incluso contradicci¨®n, entre los conceptos de caridad y justicia. En mi opini¨®n, la caridad cristiana, resumida en el "ama al pr¨®jimo como a ti mismo", no s¨®lo no se contrapone a la justicia, sino que la engloba, espolea e ilumina. La justicia, descubrimiento muy anterior a Cristo -aunque con ello contradiga al se?or Umbral-, no es m¨¢s que un hijo defectuoso del amor, que constantemente se perfecciona y que a cada nueva transformaci¨®n (profundizaci¨®n en su verdadera esencia) no hace m¨¢s que denunciar la intolerable carga de injusticia de lo que hasta entonces llam¨¢bamos justo. La justicia, muy distinta en cada ¨¦poca y cultura, no es a la postre m¨¢s que un c¨®digo moral vigente, y, como toda moral, propensa a erigir tribunales inquisitoriales cuando olvida sus fundamentos ¨ªntimos. La caridad (el amor) es el alma de la justicia y el fuego que la depura e impulsa a conseguir para el otro el mejor mundo que cada uno quisiera para s¨ª mismo. Ignoro cu¨¢l ser¨¢ el grado de fidelidad del se?or Umbral a sus ideales de justicia, pero me atrevo a decir que el compromiso vital que Terecalcuta lleva a cabo con los abandonados y desfavorecidos merece todos los respetos, y que, lejos de tranquilizar conciencias burguesas y acomodadas, no puede m¨¢s que desasosegarlas. Su vocaci¨®n no ha sido la de elaborar grandes manifiestos, sino la de vivir junto a aquellos que sufren y dejar que ello llegue a nuestros ojos y o¨ªdos. Quiz¨¢ el ¨²nico reproche que se le pueda hacer es que, como tantos protagonistas de la lucha por la liberaci¨®n y la dignidad humana, siga creyendo que "el hombre oye por naturaleza".- Arturo Hern¨¢ndez Gonz¨¢lez. C¨¢diz.
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