La ultraderecha francesa
Al fin me he decidido. No he sido capaz de seguir soportando el remordimiento de conciencia que me supon¨ªa no manifestar mi opini¨®n sobre el avance de la ultraderecha en Francia. El 14% obtenido en las elecciones a la presidencia por el candidato ultraderechista Jean-Marie Le Pen ha sido la gota que ha colmado el vaso de mi paciencia.Esta ascensi¨®n neofascista es el l¨®gico fruto de una crisis econ¨®mico-pol¨ªtico-social que dos Gobiernos no han podido solventar por diversos motivos, entre otros las propias limitaciones del sistema. Esto desemboca en que las masas m¨¢s populares (ignorantes, pobres y muy manejables) principalmente, ante esta situaci¨®n y a la vista de la fragmentaci¨®n y debilidad de otras opciones como la comunista, se hayan agarrado a la ¨²nica salvaci¨®n que creen ya posible, Le Pen, d¨¢ndole de este modo su voto y confianza, debido a las promesas de erradicar todo mal que sacude al pa¨ªs, es decir, a los extranjeros (los m¨¢s indefensos de entre los indefensos), causa de la delincuencia, el paro, la p¨¦rdida de la identificaci¨®n nacional, la degeneraci¨®n moral, etc¨¦tera.
Sin embargo, lo que en un principio puede considerarse como un asunto meramente interno es factible de convertirse en el precedente de un serio problema que abarcar¨ªa toda Europa. Y esto no podemos permit¨ªrnoslo, porque son sumamente conocidos los fundamentos y actos del fascismo y de sus sanguinarios e hip¨®critas mes¨ªas. No debemos permanecer indiferentes al regreso de la irracionalidad, de la opresi¨®n en su caso extremo, del racismo... De la p¨¦rdida de todo lo que lenta y sacrificadamente hemos logrado, cuyos mayores perjudicados ser¨ªan inconscientemente los mismos que lo apoyan.
A pesar de ello estoy convencido de que somos mayor¨ªa quienes desacreditamos la ideolog¨ªa ultraderechista y quienes de ning¨²n modo queremos que la rueda de la historia vuelva a repetirse. Por eso, y empezando por los j¨®venes -sector al que pertenezco-, tenemos la obligaci¨®n de ser cr¨ªticos con los errores del sistema para evitar que ¨¦ste desencadene y sea caldo de cultivo de tan nefastas corrientes; y hacer del mismo modo todo lo que est¨¦ en nuestras manos por mejorar el mundo del que, queramos o no, formamos parte, colaborando en la transformaci¨®n de una plena y verdadera democracia universal, muy, muy lejos de lo que hoy entendemos por dicho t¨¦rmino.-
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