'To be or not to be' en la OTAN
Una confusa disputa sobre la Alianza Atl¨¢ntica cita ma?ana a los daneses con las urnas
Algo huele a confuso e ininteligible en Dinamarca. Tal vez porque el castillo de Kronborg, en Elsinor, donde Shakespeare situ¨® arbitrariamente las tribulaciones del pr¨ªncipe Hamlet, se encuentra a s¨®lo 45 kil¨®metros de Copenhague, el Gobierno cuatripartito del conservador Poul Schl¨¹ter insiste en que ma?ana, cuando se abran los colegios, estar¨¢ en juego el to be or not to be (ser o no ser, estar o no estar) en la OTAN. Pero la mayor¨ªa de los daneses -el 59%, seg¨²n las encuestas- lo tiene muy claro: opta por el to be. S¨®lo el 16% est¨¢ abiertamente en contra de la Alianza. ?Qu¨¦ se juega- entonces en estas elecciones, las segundas en ocho meses? Lo que en todas: el poder.
ENVIADO ESPECIALLos habitantes de la moderna Elsinor no parecen estos d¨ªas personajes de la tragedia shakespeariana. No se ve a ninguno de ellos por la calle acariciando un cr¨¢neo pelado mientras reflexiona sobre el voto que emitir¨¢ ma?ana. Apenas se ven unos cuantos carteles de propaganda, cuyo despliegue est¨¢ sometido en todo el pa¨ªs a limitaciones muy estrictas. Como la primavera ha brotado de repente y ha cubierto de luz lo que pocos d¨ªas antes dominaban las brumas, las calles est¨¢n repletas de rubicundos bebedores de cerveza y de visitantes llegados de Suecia, que est¨¢ a unos 20 minutos a tiro de transbordador, al calor de una legislaci¨®n sobre el consumo de alcohol que les permite coger trompas hist¨®ricas y que causan frecuentes problemas a la polic¨ªa.En Copenhague, Stroget, la principal arteria de la ciudad, hierve de animaci¨®n, pero cuando se observa un bullicio inusual resulta ser una larga carroza con barriles de cerveza conducida por dos patriarcas cuyos espectaculares mostachos compiten con las largas colas de los cuatro percherones que tiran del veh¨ªculo. Un poco m¨¢s adelante el o¨ªdo comienza a captar una alegre m¨²sica. ?La fiesta electoral de un partido? En absoluto: la caravana publicitaria de un circo, elefante incluido. Finalmente, en una plaza, cerca de un camello, ¨¦ste de madera, que sirve de reclamo de unos grandes almacenes, un grupo de unas 20 mujeres entona una bella canci¨®n. La pancarta que las cobija muestra un pu?o con una rosa roja. No es el emblema del PSOE, sino el de sus hermanos socialdem¨®cratas daneses (PSD), el primer partido de este pa¨ªs escandinavo casi hasta donde alcanza la memoria y sometido en los ¨²ltimos seis a?os a una cura de oposici¨®n.
Vikingos y 'bananeros'
El PSD es la ¨²nica formaci¨®n de las 12 de concurren a los comicios (entre ellas, las nueve que ya est¨¢n en el Parlamento) que tiene una presencia activa en la calle durante la campa?a. En Nyhaven, el barrio que tanto am¨® Hans Christian Andersen, un vikingo (al menos tiene mostacho, casco y cuernos) distribuye cerveza sin parar bajo una pancarta en la que se ve un gran pl¨¢tano, un misil y dos palabras: banana republic. El tinglado lo han montado los socialdem¨®cratas.Eso es precisamente lo que los partidos de oposici¨®n, fundamentalmente el PSD y los socialistas populares (PSP), aseguran que no quieren que sea Dinamarca: una rep¨²blica bananera. Los primeros dicen que Dinamarca es un socio leal de la OTAN y que ellos est¨¢n de acuerdo. Los segundos son antiatlantistas, pero como su l¨ªder -Gert Petersen de 60 a?os- declara a EL PA?S, "ante todo somos democr¨¢ticos y respetamos lo que opina la mayor¨ªa de los daneses". Desde su despacho del Parlamento, este veterano de la resistencia contra los alemanes, recuerda: "En nuestra campa?a no ponemos el ¨¦nfasis en la necesidad de salir de la OTAN, sino en evitar que los barcos con armas nucleares lleguen a nuestros puertos y que el pa¨ªs pueda ser el blanco de un ataque at¨®mico".
Por su parte, el l¨ªder socialdem¨®crata, Svend Auken, de 44 a?os, heredero en fase de consolidaci¨®n del carism¨¢tico Anker Joergensen, al que relev¨® en octubre, viste en esta ma?ana soleada un traje de pana azul como los que hicieron furor durante los primeros a?os de la transici¨®n espa?ola. "Lo que se juega en estas elecciones", asegura, "no es la cuesti¨®n de la OTAN, sino qui¨¦n dirigir¨¢ el Gobierno los pr¨®ximos cuatro a?os". No obstante, aclara la posici¨®n de su partido respecto al tema atl¨¢ntico, que ha congregado estos d¨ªas en Dinamarca a un n¨²mero infrecuentemente elevado de periodistas extranjeros: "Aunque ¨¦ste sea un peque?o pa¨ªs, tenemos nuestro orgullo, no queremos ser avasallados por los grandes. Estoy seguro de que los norteamericanos estar¨¢n de acuerdo con nosotros cuando les sea explicada exactamente la situaci¨®n. Tambi¨¦n estaban muy disgustados con ustedes, los espa?oles, y al final tuvieron que negociar. Nuestro mensaje es queremos ser respetados". Para Auken, los votantes no actuar¨¢n como si se tratase de un refer¨¦ndum. Hay una gran mayor¨ªa favorable a que Dinamarca siga en la OTAN, pero tambi¨¦n a que tenga su propia pol¨ªtica dentro de la Alianza, "lo que actualmente implica que no aceptamos armas nucleares en nuestro pueblo, incluyendo los puertos".
Por qu¨¦ las elecciones
Pero ?a qu¨¦ viene todo este foll¨®n? ?Por qu¨¦ estas elecciones, cuando las ¨²ltimas fueron en septiembre pasado? Por la siguiente resoluci¨®n, adoptada por el Parlamento el pasado 14 de abril, tras ser presentada por los socialdem¨®cratas: "Dado que el Folketing est¨¢ de acuerdo en que ha sido pol¨ªtica danesa durante los ¨²ltimos 30 a?os no aceptar armas nucleares en territorio dan¨¦s, incluyendo sus puertos, se urge al Gobierno a que informe a los nav¨ªos visitantes de este hecho. El Folketing continuar¨¢ con el siguiente punto de la agenda".Pero ese Parlamento no pudo estudiar ya muchos puntos m¨¢s de su agenda. A los pocos d¨ªas, Schl¨¹ter y sus socios en el tr¨¦bol de cuatro hojas (la coalici¨®n minoritaria de conservadores liberales centro-dem¨®cratas y cristiano-populares) decidieron que ya era demasiado: se trataba de su derrota n¨²mero 23 en casi seis a?os, casi todas ellas en temas de pol¨ªtica exterior y de defensa.
El primer ministro, un elegante abogado de 59 a?os al que nadie discute su talla de gran estadista, disolvi¨® la C¨¢mara y convoc¨® elecciones porque tiene muy claro que la resoluci¨®n "cruz¨® el l¨ªmite tras el que est¨¢ en peligro la plena pertenencia a la OTAN".
SchItiter no cuestiona la prohibici¨®n de armas nucleares en tiempos de paz, pero cree que el env¨ªo de una carta a cada capit¨¢n de barco record¨¢ndoselo afecta a la pol¨ªtica brit¨¢nica y norteamericana de no confirmar ni negar este extremo y lesiona la cohesi¨®n de la Alianza. Justo lo que dicen, por ejemplo, el secretario de Estado norteamericano, George Shultz; el ministro brit¨¢nico de Defensa, George Younger, y la jefa de este ¨²ltimo, la primera ministra Margaret Thatcher, quien, por el momento, ha suspendido las visitas de los buques del Reino Unido a puertos daneses y ha advertido que si se aplica la resoluci¨®n del 14 de abril se crear¨¢n "problemas pr¨¢cticos" incluso para la defensa de Dinamarca en caso de guerra. Demasiado para ser cre¨ªdo. Basta echar una ojeada al mapa para ver observar que este peque?o pa¨ªs escandinavo tiene una situaci¨®n estrat¨¦gica clave para controlar el tr¨¢nsito de la flota sovi¨¦tica del B¨¢ltico y para la defensa del sur de Suecia y el norte de la RFA. La OTAN no se puede permitir el lujo de prescindir de ¨¦l.
Billete de tercera
En ning¨²n caso es previsible que las cosas lleguen tan lejos. Para Schl¨¹ter, se trata de algo tan sencillo como de que "no se puede viajar en primera con billete de tercera". Para su socio en el Gobierno, el ministro de Exteriores, Uffe Ellemann-Jensen, de 46 a?os, l¨ªder del Partido Liberal, "se empieza enviado la carta a los capitanes y se puede seguir con la exigencia de garant¨ªas y la inspecci¨®n de los nav¨ªos". Ambos creen que la OTAN es la cuesti¨®n electoral clave frente a los dos partidos (PSD y PSP) que aspiran a conseguir ma?ana una mayor¨ªa roja. Y los radical-Iiberales, en el fiel de la balanza, coinciden con Auken en que lo que se juegan es el poder. "La resoluci¨®n del 14 de abril es una cuesti¨®n menor, la m¨¢s f¨¢cil de resolver", dice Lone Dybkjaer, de 47 a?os, portavoz parlamentaria para asuntos exteriores. Los radicales apoyaron la resoluci¨®n, pero no hacen un mundo de su defensa en el futuro, si bien, como recuerda Dybkjaer, creen que "cada pa¨ªs debe conservar su propia soberan¨ªa" en la OTAN.
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