Las religiones de un presidente
Con este t¨ªtulo (Les religions d'un pr¨¦sident, Par¨ªs, 1988) acaba de publicar un libro Jean Daniel, fundador y director de Le Nouvel Observaleur. Es una interesante y fina radiograf¨ªa del presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand.Seg¨²n Daniel, el presidente franc¨¦s manifiesta un profundo respeto por los suyos: por su madre, por sus abuelos, por sus profesores, por los religiosos que lo formaron. En su tiempo fue todo menos rebelde, y nunca, en el futuro, evocar¨¢ su infancia y su adolescencia con el menor matiz de disconformidad con su pasado. Por el contrario, se felicitar¨¢ por haber estado pertrechado contra las tentaciones de dispersi¨®n moral.
En efecto, no abandona Angulema sino para quedar a cargo, en Par¨ªs, de aquellos hermanos maristas que le inculcan el extremo rigor y un comportamiento a medio camino entre el rearme moral y el cristianismo social. All¨ª se encuentra en un ambiente burgu¨¦s, pero no adinerado: los ricos van a los jesuitas.
Ya desde entonces al joven Mitterrand se le empieza a plantear el problema ineludible de la opci¨®n. En efecto, desde la Revoluci¨®n hay dos Francias: una es cat¨®lica, otra no lo es; una no encuentra su verdad m¨¢s que en el pasado, y la otra, s¨®lo en la esperanza. Sin embargo, su elecci¨®n va a superar el manique¨ªsmo. Para demostrar esto, Daniel nos ofrece estos tres textos:
1. "Los franceses siempre se han debatido entre su deseo de los privilegios y el gusto por la igualdad. Pero en medio de todo este mundo tan atractivo, mi ¨²nico adversario, el de Francia, nunca ha dejado de ser el dinero".
2. "Que el dinero pudiera primar los valores que pudiera servirles (= a las jerarqu¨ªas del dinero) naturalmente de referencia: la patria, la religi¨®n, la dignidad, rebelaba a los m¨ªos. Era el enemigo, el corruptor, con el que no hay trato. Su fe cristiana reforzaba esta disposici¨®n: Dios o Mamm¨®n".
3. "?Burgu¨¦s? Nunca lo he sido. La burgues¨ªa es la riqueza, la conciencia de poseerla o la voluntad de adquirirla. Mi familia y yo siempre hemos sido pobres".
?La soluci¨®n? Muy sencilla: la primera cita es de Charles de Gaulle; las otras dos pertenecen a Mitterrand. Estos dos hombres pertenecen a la misma familia; tienen una herencia y unos antepasados comunes. Sus referencias son la tradici¨®n y la cristiandad. Por lo que toca a esta ¨²ltima, es Mitterrand el que con m¨¢s frecuencia y con m¨¢s gusto la evocar¨¢. Por eso, aprovecha cualquier ocasi¨®n para recordar que el socialismo fue, en un principio, de inspiraci¨®n cristiana y que el idea igualitario fue el de los primero cristianos.
Por eso, en cuanto socialista no olvida su deuda para con Ozanam, Lacordaire, Montalembert y Lamennais. Cada uno de estos personajes, al menos en un momento de su vida, re nunci¨® a la traici¨®n de una Igle sia que, dando de lado a los pobres que Cristo le hab¨ªa conf¨ªa do, se puso al servicio del poder temporal y, en consecuencia, de ese dinero que ella misma dec¨ªa condenar. Y as¨ª es curioso traer a colaci¨®n lo que, precisamente en 1848, escrib¨ªa Lacordaire en su libro sobre Las causas de la miseria: "Hemos hallado en la sociedad cristiana todo lo que de verdad hay en los socialistas. Eran grandes lecciones, pero peligrosas; no gustaban mucho y no gustar¨¢n jam¨¢s a los ricos, a los soberbios, a los que no tienen nada que ganar en este mundo de la fraternidad y no que no pueden entender sin turbarse el "?ay de los ricos!" del Evangelio ni las amenazas de la Ep¨ªstola de Santiago contra los opresores de los pobres".
En una palabra -dice Daniel-, mientras m¨¢s buscamos la fuente ¨²nica de estas dos corrientes (cristianismo social y catolicismo social), donde han bebido De Gaulle y Mitterrand, nos encontramos con que simplemente se trata de la religi¨®n y de la Iglesia.
Partiendo siempre de este punto, resulta que Frangois Mitterrand se nos presenta como una s¨ªntesis de todas las corrientes y de todas las herencias.en este ¨¢mbito. En ¨¦l se sobreponen y se entrecruzan influencias diversas. El peso de una tradici¨®n cristiana, la fidelidad al comportamiento de una familia de la que nunca se reniega, las frecuentes alusiones a la ense?anza de los hermanos maristas, la lectura, a veces devota, de los grandes textos de 1848, y, finalmente, el proflindo inter¨¦s por ciertos an¨¢lisis marxistas, han constituido otros tantos est¨ªmulos a encuadrar su ambici¨®n en un proyecto liberador frente al dinero. De aqu¨ª viene la tarea moral evidente de ese sistema de econom¨ªa mixta que proporciona la postura de su tercera v¨ªa. Y de aqu¨ª tambi¨¦n procede el mantenimiento de una dimensi¨®n ¨¦tica en todas las formas de nacionalizaci¨®n. En todo caso, donde se muestra m¨¢s fiel a s¨ª mismo, como, por otra parte, a la tradici¨®n francesa, es en su encarnizado af¨¢n por controlar el poder del dinero.
Y que no se trata de elucubraciones extr¨ªnsecas de Jean Daniel lo muestra la misma confesi¨®n directa del presidente: "Leo y releo, sin cansarme, en la Biblia todo lo que es de naturaleza hist¨®rica -aunque el t¨¦rmino puede -ser impropio para los primeros tiempos del G¨¦nesis-, pero digamos: el relato lineal de la aventura del pueblo jud¨ªo y de todo su entorno. En este relato lo que m¨¢s me interesa es la relaci¨®n entre Dios, un hombre -Abrah¨¢n- y la tierra. En una palabra, es el libro de la raz¨®n de un pueblo, en el que el principal miembro de la familia se llama Dios. Es, pues, un testimonio extraordinario, en el verdadero sentido del t¨¦rmino, del que no se encuentra equivalente en otra parte, a no ser, de una manera muy debilitada o demasiado legendaria, en la Mada de Homero, y, de una manera todav¨ªa m¨¢s disminuida y parcelaria, en el mensaje y la tradici¨®n de los armenios".
Ha sido R¨¦gis Debray el que ha analizado de la forma m¨¢s aguda y m¨¢s severa el espiritualismo laico de los grandes socialistas. Por lo que se refiere al espiritualismo de Fran?ois Mitterrand, R¨¦gis Debray estima que ¨¦ste flumina y explica su solidaridad constante con el Estado y el pueblo de Israel, m¨¢s all¨¢ de los recuerdos del holocausto y de la posguerra. "El v¨ªnculo es carnal", escribe, "porque es espiritual, a saber: heredado desde la infancia ("La Biblia es la fuente de mi propia cultura") templado no en la m¨ªstica, sino en el conocimiento de los ftindamentos m¨ªsticos del derecho p¨²blico eLa Biblia es un contrato firmado entre Dios y el pueblo jud¨ªo), y renovado por la esperanza de ver llegar el universal concreto a la tierra eJerusal¨¦n aparecer¨¢ fatalmente un d¨ªa como el lugar donde se congregar¨¢n los hermanos separados')".
Como s¨ªntesis de este original psicoan¨¢lisis referente a las religiones de un presidente, creo que vale este p¨¢rrafo de Jean Daniel: "Frangois Mitterrand no ha representado nunca su pa¨ªs, en particular su fondo cat¨®lico, como en la expresi¨®n de su sensibilidad acerca de los problemas de la Iglesia y de la naci¨®n. ?l es el cristiano laico t¨ªpico, formado con los religiosos, nutrido de la Biblia, pasado a la otra Francia, pero sin despegar su coraz¨®n de la primera".
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