La reconversi¨®n interminable
LAS MANIFESTACIONES de los trabajadores de algunos astilleros sometidos al proceso de reconversi¨®n se caracterizan por una violencia que refleja una aut¨¦ntica patolog¨ªa social. Las barricadas, los cortes de carreteras, la fabricaci¨®n de lo que la direcci¨®n del INI llama p¨²dicamente "artilugios" y que son en realidad armas rudimentarias, testimonian una situaci¨®n profundamente deteriorada. No se trata de la vanguardia de una revoluci¨®n, sino m¨¢s bien del final agitado de un proceso mal concebido y ejecutado.El problema de fondo de los astilleros radica en la falta de demanda de construcci¨®n de barcos como consecuencia de la crisis mundial de fletes y del encarecimiento relativo de los astilleros espa?oles, que no pueden competir con los bajos salarios de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo ni con la complejidad t¨¦cnica de los astilleros n¨®rdicos que a¨²n funcionan. Se trata de un fen¨®meno pr¨¢cticamente universal: el cierre de astilleros ha estado y est¨¢ a la orden del d¨ªa en Estados Unidos y en Europa.
La idea inicial del ajuste consisti¨® en reducir las plantillas en los astilleros p¨²blicos para darles una oportunidad de competir en el mundo. Pero la UGT forz¨® al Gobierno a que no hubiera suspensi¨®n sino rescisi¨®n de los contratos durante tres a?os, al cabo de los cuales aquellos trabajadores que no hubiesen podido ser recolocados ser¨ªan empleados de nuevo en los astilleros. La Administraci¨®n y los sindicatos sab¨ªan entonces, como ahora, que las posibilidades de mantener las plantillas eran m¨ªnimas, pero se prefiri¨® esa manera de ganar tiempo. Se trataba de una f¨®rmula equivocada, pues no hac¨ªa sino aplacar el problema, pero fue la que se emple¨® y a la que se acogen ahora, violentamente, los trabajadores afectados. El asunto ha entrado en una fase de dif¨ªcil salida, ya que los obreros reclaman algo que fue imprudentemente prometido y es pr¨¢cticamente de imposible cumplimiento: la ausencia de demanda de buques ha reducido dr¨¢sticamente la carga de trabajo de los astilleros.
En todo este asunto las responsabilidades parecen repartidas entre los diferentes actores: la Administraci¨®n, en primer lugar, por proponer y aceptar soluciones que en realidad no lo eran; los sindicatos, por empecinarse en reclamar unas condiciones para este sector que iban mucho m¨¢s all¨¢ de las que el sistema pod¨ªa, razonablemente, ofrecer. Durante los tres a?os que ha durado la suspensi¨®n de los contratos, los trabajadores de los astilleros han seguido cobrando su salario ¨ªntegro, a menudo m¨¢s elevado que el de la zona en otros empleos o en empleos similares. S¨ª a ello se une la promesa de recolocaci¨®n, no hab¨ªa incitaci¨®n alguna a buscar otro empleo incluso si, como es el caso en algunas comarcas, el encontrarlo fuese m¨¢s que problem¨¢tico. Tres a?os en esta situaci¨®n han conducido a sus protagonistas a un callej¨®n sin salida, tanto desde el punto de vista individual como colectivo.
Una de las principales lecciones que pueden derivarse de este asunto es la inutilidad, y el peligro, de la protecci¨®n a ultranza de los intereses de determinados colectivos de trabajadores, que termina por volverse contra ellos mismos. Si se hubiese admitido desde el principio que la crisis de los astilleros navales implicaba una reducci¨®n de plantillas con rescisi¨®n de contratos es probable que se hubieran dado pasos m¨¢s en¨¦rgicos, y m¨¢s eficaces, para intentar resolver el problema de los trabajadores afectados. La situaci¨®n intermedia en que quedaron, por muy favorable que hubiera podido parecer al principio de este episodio, ha terminado por revelarse como la peor de todas las imaginables.
El problema de los astilleros p¨²blicos sigue planteado, y aunque el n¨²mero de trabajadores afectados es relativamente peque?o, el valor emblem¨¢tico de este problema exige un tratamiento m¨¢s individualizado. Todos deben hacer concesiones; el problema consiste en encontrar referencias que hagan posible una soluci¨®n estable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Orden p¨²blico
- Astilleros Espa?oles
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Protestas sociales
- Presidencia Gobierno
- Pol¨ªtica industrial
- Seguridad ciudadana
- Malestar social
- Empleo
- Conflictos laborales
- Parlamento
- Relaciones laborales
- Empresas
- Problemas sociales
- Pol¨ªtica laboral
- Administraci¨®n Estado
- Pol¨ªtica
- Industria
- Administraci¨®n p¨²blica
- Trabajo
- Econom¨ªa
- Justicia
- Sociedad
- Astilleros