Obiols, volver a empezar
El PSC no ha hallado la forma de erosionar a Pujol
El 30 de abril de 1984, horas despu¨¦s de: conocer que Converg¨¦ncia i Uni¨® (CiU) hab¨ªa obtenido la mayor¨ªa absoluta en el Parlament, Raimon Obiols fijaba dos l¨ªneas de trabajo prioritarias para los siguientes cuatro a?os: lograr una mayor presencia. del partido en la sociedad y estimular la participaci¨®n para reducir la abstenci¨®n, que tanto da?o les hab¨ªa hecho. Tras pasarse una legislatura (1980-1984) esperando que el Gobierno minoritario de Pujol cayera como consecuencia del equilibrio inestable de la mayor¨ªa que lo sosten¨ªa -CiU, ERC y CC-UCD-, los socialistas se dieron cuenta de que hab¨ªan perdido un tiempo precioso para evitar que Pujol monopolizara la imagen de la Generalitat. Pese al prop¨®sito de enmienda, el PSC reconoce hoy que la abstenci¨®n sigue siendo su principal enemigo. Por otra parte, su presencia en la sociedad depende en exceso de la plataforma que proporciona el aparato de la Administraci¨®n local que controla.
El PSC ha seguido sin aprobar en estos cuatro a?os su asignatura pendiente, la de convertirse en un partido capaz de extenderse m¨¢s all¨¢ de su tradicional electorado de izquierdas, b¨¢sicamente urbano y de convencer a una franja considerable del mismo -la que sociol¨®gicamente es de procedencia inmigrante- de que no se inhiba del proceso de construcci¨®n de la autonom¨ªa. Los socialistas han ganado en todas las elecciones en las que se votaba la marca PSOE-Felipe y cuando se refrendaba la gesti¨®n de un alcalde, pero han perdido de forma contundente cuando el PSC ha aparecido en solitario, como proyecto nacional-catal¨¢n. El PSC, por otra parte, ha acentuado, especialmente desde 1982, su condici¨®n de partido de cuadros, funcionarios y cargos p¨²blicos.El mensaje socialista a lo largo de la legislatura ha tenido un car¨¢cter dual. Desde la direcci¨®n del partido y del grupo parlamentario se apost¨® por realizar oposici¨®n basada en la no confrontaci¨®n con CiU en el convencimiento de que todo fen¨®meno de crispaci¨®n social redunda en beneficio de los nacionalistas. El caso Catalana era un buen ejemplo a tener en cuenta.
Desde el ¨¢mbito de la administraci¨®n local, sin embargo, la actitud ha sido muy distinta. Desde el alcalde de Barcelona y presidente de la Corporaci¨®n Metropolitana (CMB), Pasqual Maragall, pasando por el de Gerona y presidente de la Federaci¨®n de Municipios, Joaquim Nadal, o el ex alcalde de L¨¦rida y ex presidente de la Federaci¨®n Europea de Poderes Locales y Regionales, Antoni Siurana, han mantenido una constante pugna con Jordi Pujol.
El reconocimiento de Raimon Obiols como un buen primer secretario por todos los sectores del partido no ha sido suficiente para, que el PSC haya logrado proyectar su figura en la sociedad. La limitada imagen p¨²blica de Obiols, y la escasa percepci¨®n que el elector tiene de la vida parlamenteria han desdibujado o minimizado el papel de un l¨ªder reconocido por su honradez, preparaci¨®n intelectual y capacidad pol¨ªtica.
Frente a ello, el PSC se encuentra con la paradoja de que cuenta con una figura como Pasqual Maragall, con ¨ªndices de popularidad muy superiores a los de Obiols, que se ha proyectado gracias a la gesti¨®n realizada desde su cargo institucional. Maragall se ha empleado a fondo en la confrontaci¨®n con el Gobierno de CiU utilizando las plataformas de la alcald¨ªa y de la CMB, desde donde ha acusado a Pujol. de discriminar a la Barcelona metropolitana por razones de clientelismo pol¨ªtico. Paralelamente, ha desarrollado un discurso pol¨ªtico nacionalista -terreno en el que Pujol no ten¨ªa rivales- en el que reclama para la Catalu?a urbana el protagonismo hist¨®rico en la consolidaci¨®n del pa¨ªs como naci¨®n.
Pujol-Maragall
En la efectividad del discurso de Maragall, un socialista que recorre regularmente los municipios de sus tres millones de catalanes metropolitanos y que, al igual que Pujol, inauguraba plazas, parques y escuelas, reside buena parte de las razones que llevaron al presidente a acabar la CMB y a reducir al m¨¢ximo el protagonismo socialista desde la administraci¨®n local. La traducci¨®n pol¨ªtica fueron las leyes de Ordenaci¨®n Territorial (LOT) en cuyo debate los socialistas protagonizaron uno de los escasos enfrentamientos de la legislatura. Pujol, sin embargo, se mostr¨® inflexible: vaci¨® las diputaciones, cre¨® unos consejos comarcales a su medida para solapar la influencia de la izquierda en las grandes capitales y suprimi¨® la CMB.
Al final, la direcci¨®n socialista decidi¨® arriar velas y no solicitar al Gobierno central la presentaci¨®n de un recurso de inconstitucionalidad contra la LOT. Un dirigente socialista pr¨®ximo a Maragall expresaba la frustraci¨®n por no haber logrado resolver, una vez m¨¢s, uno de los eternos problemas del PSC: "Tenemos que saber explicar que recurrir ante el Tribunal Constitucional una ley que est¨¢ mal hecha no significa poner en cuesti¨®n la soberan¨ªa del Parlament".
La incapacidad del PSC para proyectarse m¨¢s all¨¢ de su ¨¢rea de influencia puede quedar plasmada en las dos iniciativas m¨¢s notables que ha impulsado. El primer ejemploes la Conferencia de Hombres y Mujeres de Izquierda, que pretend¨ªa aglutinar a un amplio espectro de cuadros pol¨ªticos de diversa procedencia para lograr que la izquierda recuperara la hegemon¨ªa que perdi¨® en Catalu?a en 1981). M¨¢s de un millar de personas asist¨ªan a la primera asamblea del movimiento celebrada en enero ?te 1986. Un a?o y medio despu¨¦s, en mayo de 1987, los asistentes a la segunda asamblea apenas fueron 60. Nadie se molest¨® en comunicar la liquidaci¨®n de la experiencia. Meses m¨¢s tarde, se pon¨ªan las bases de la Convenci¨®n para una Mayor¨ªa Nacional de Progreso, un proyecto con fines claramente electorales que la precampa?a de los partidos ha bastado para borrar del mapa.
El balance de la pol¨ªtica de parlamentaria del principal partido de la oposici¨®n puede considerarse escaso. Al margen del caso de la LOT, s¨®lo en el el debate sobre la aplicaci¨®n del Estatut y en el del Juego, el PSC forz¨® la confrontaci¨®n. En el caso del Juego entraron de lleno en el asunto aprovechando el discutible convenio para la explotaci¨®n de las loter¨ªas de la Generalitat. Por primera vez despu¨¦s el caso Catalana, los socialistas creyeron poder demostrar que tras el discurso del Tot per Catalunya pod¨ªan esconderse intereses particulares de "bolsillos poco honorables".
En un Parlament con competencias limitadas -"de la se?orita Pep?s" lo defini¨® una vez el diputado socialista Manuel Nadal-, frente a una s¨®lida mayor¨ªa absoluta, y con los medios de comunicaci¨®n institucionales bajo el control de esa mayor¨ªa, la renta no pod¨ªa ser demasiada.
El balance de estos cuatro a?os, en definitiva, permitir¨ªa posiblemente que la diputada Anna Balletb¨® hiciera la noche del pr¨®ximo, 29 de mayo, id¨¦ntico an¨¢lisis de las elecciones al que hizo el 30 de abril de 1984: "En las dem¨¢s consultas se ha votado en funci¨®n de la gesti¨®n; en las auton¨®micas, en cambio, en funci¨®n de sentimientos. No hemos sabido explicar que ese sentimiento del que nosotros participamos puede aplicarse de un modo muy diferente si la gesti¨®n es de derechas o de izquierdas. Creo que la gente ha votado como si estuvi¨¦ramos en 1980, porque CiU ha enmascarado, con la permanente reivindicaci¨®n frente a Madrid, las competencias reales que ten¨ªa".
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