Pura casta brava
JOAQUIN VIDAL, La casta del toro de lidia es como ayer mostraron los novillos de Mart¨ªn-Pe?ato, los seis, fueran bravos o mansos -que fueron bravos casi todos-; no el toro pastueftito a secas, no ¨¦l bronco derrot¨®n. El toro de casta no es ¨²nicamente el que se deja pegar pases -al estilo borrego- o el que no se los deja pegar -al estilo cabestro- muestras (algunas muy elogiadas, por cierto) que se han dado en la feria.
Los novillos de Mart¨ªn-Pe?ato lidiados ayer ten¨ªan casta, y los novilleros, a salvo detalles, estuvieron mal con ellos porque no supieron hacerles honor. Cuando hay en la plaza un toro bravo, la fiesta exige que lo honre un torero cabal, lidi¨¢ndolo de forma que d¨¦ la medida de su bravura. Por lo menos, que lo M?tente. La lidia bien hecha es siempre un gran espect¨¢culo, y con el toro bravo, a¨²n m¨¢s. Los novilleros de ayer, sin embargo, no hicieron lidia alguna. Ellos iban a lo suyo, que consiste en pegar pases, con el fin supremo de roinper -dicen en el mundillo- y la bravura del toro les tra¨ªa sin cuidado.Seguramente por eso, en colaboraci¨®n con la acorazada de picar, convirtieron el tercio de varas en una feroz expedici¨®n de castigo, all¨¢ penas d¨®nde quedara colocado el novillo -a su aire por el tercio y al relance-, d¨®nde le hundieran la vara los del castore?o -casi siempre en los delicados lomos traseros-. A la afici¨®n no le hizo ninguna gracia este desprecio a la bravura y descalificaba a los que pretend¨ªan romper, que finalmente no rompieron nada, pues aunque pegaron pases a cientos, el toro siempre se quedaba sin torear.
Pe?ato / Galindo, Norte, Plaza Novillos de Manud Peuto, muy bien presentados, encastados y bravos
Ra¨²l Galindo: estocada ca¨ªda (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda) estocada (silencio). Julio tres pinchazos y dos descabellos -la presidencia le perdon¨® un aviso- (silencio), cinco pinchazos -aviso- y nueve descabellos (silencio). Jos¨¦ estocada trasera ca¨ªda (oreja); pinchazo y estocada trasera tendida (vuelta por su cuenta). Plaza de Las Ventas, 18 de mayo Sexta corrida de feria.
Detalles gustosos se les vi¨®, desde luego, como los redondos de Julio Norte al pastue?¨ªsimo quinto de la tarde, bajando mucho la mano y cargando la suerte, o varios naturales, derechazos y ayudados de Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza al tercero, instrumentados con recia hondura, y con a¨²n mejor estilo, las ver¨¢nicas de pata llante y el suave quite por chicuelinas que este mismo- espada ejecut¨® en el sexto. Pero la encastada nobleza de los novillos ped¨ªa m¨¢s, ped¨ªa la buena lidia, faenas constru¨ªdas, sentimiento art¨ªstico; toreo, en definitiva.
Toreo puro, en concordancia con la casta pura de las reses, que requiere cargar la suerte. El p¨²blico se lo indicaba a Ra¨²l Galindo en el primero, cuando muleteaba de costadillo o con la pierna contraria atr¨¢s. Una garganta privilegiada voceaba la regla: "?Cargar la suerte es adelantar la pierna contraria, no al rev¨¦s!". Ra¨²l- Galindo no se daba por enterado y segu¨ªa haci¨¦ndolo al rev¨¦s. Ra¨²l Galindo plante¨® un divorcio abierto entre sus opiniones y la de los aficionados, y si iestos le ped¨ªan que diera distancia al cuarto, de condici¨®n aplomado, se pon¨ªa junto a los pitones, con lo que abortaba toda posibilidad de embestida. Cuando el toro aplomado doblaba por efecto de la estocada, le tir¨® una patada al trasero. Es una versi¨®n del volapi¨¦ que a nadie se le hab¨ªa ocurrido.
Norte no le cogi¨® el temple al tercero ni Plaza al sexto, si bien estuvieron muy voluntariosos. Plaza aprovech¨® los tibios aplausos que agradec¨ªan su pundonor para obsequiarse con una vuelta al ruedo, y no hubo protestas porque en aquel momento sorprendi¨® al p¨²blico la irrupci¨®n en el ruedo de un individuo, que llevaba a hombros al mayoral. Se interpret¨® como un homenaje personal a la divisa, pero tambi¨¦n pudo ser un acto de solidaridad. Algunas personas detemperamento perezoso acostumbran a pedir que les lleven a hombros. Siempre hay quien se ofrece, lo a¨²pa y lo lleva a donde vaya; por ejemplo, a echar la primitiva. Es habitual, entre caballeros. Ayer al de abajo se le ve¨ªa contento, sonre¨ªa, iba ligerito, con el mayoral encima, y el mayoral, hombre sencillo y prudente, no picaba espuelas, ni nada. S¨®lo saludaba aqu¨ª y all¨¢.
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