'El extranjero'

Me dirijo a ustedes para agradecerles su editorial El extranjero. El olvido de esa realidad, que plantea, y que suelen desconocer much¨ªsimos espa?oles, es dolorosa para los que, como yo, somos residentes, y si bien no me toca sufrir los rigores de la Administraci¨®n (aunque no se me permita trabajar) y sea blanca y universitaria, no por ello dejo de sufrir y lamentarme del trato que reciben los iberoamericanos (y debo suponer que tambi¨¦n los provenientes de otras regiones), que con tanto respeto y agrado recibieron al que llegaba de Espa?a en busca de traba o o asilo cuando la dureza de la dictadura o del hambre no dejaban vivir y jam¨¢s fueron considerados extranjeros en Am¨¦rica. Se los quiso por el solo hecho de venir de donde ven¨ªan. ?C¨®mo puedo ser yo ahora considerada extranjera con cuatro abuelos gallegos que tuve? ?Qui¨¦n va a decirme que Espa?a no es tambi¨¦n parte de mi tierra y de mi historia y que no me asiste ning¨²n derecho?Cuando el imperio espa?ol dominaba tierras americanas fuimos considerados "reinos en igualdad de condiciones", que no colonias, pues la Pen¨ªnsula no era sino la menor parte del reino. Tal conciencia de unidad, de integridad, se ha perdido porque las conveniencias pol¨ªticas as¨ª lo han querido. Pero es malo olvidar que seguimos formando parte (la mayor y ahora la m¨¢s pobre) de un inmenso colectivo que maneja lengua, religi¨®n y costumbres comunes. Seremos, a lo sumo, forasteros; nunca extranjeros.-

Profesora de Historia.