Razones de Sevilla 92
Cuando, como comisario regio, present¨¦ ante el Bureau International des Expositions (BIE) en 1981 la candidatura de Sevilla como sede de la Exposici¨®n Universal de 1992, era consciente de las dificultades que Sevilla presentaba para albergar una Exposici¨®n Universal. Si se pasa revista a todas las ciudades en las que ha tenido lugar una Exposici¨®n Universal, se observar¨¢ que todas, sin excepci¨®n, son grandes concentraciones de poblaci¨®n -tanto ellas como su entorno inmediato-; poblaciones, adem¨¢s, con un alto nivel de vida y, por tanto, con una gran capacidad de consumo. Sevilla, en cambio, es el centro de una Andaluc¨ªa que, no ya en comparaci¨®n con los grandes pa¨ªses industriales, sino dentro de la misma Espa?a, tiene unos ¨ªndices de renta muy bajos y en los ¨²ltimos a?os sufre unas alt¨ªsimas cifras de desempleo, las m¨¢s altas de Europa.Una gran Exposici¨®n Universal se nutre, en gran medida, de su entorno. En un alto porcentaje, los visitantes de la Exposici¨®n proceden de ¨¦l. Se puede arg¨²ir que, a diferencia de otras ¨¦pocas o de otros lugares -Osaka, por ejemplo, que recibi¨® a 64 millones de visitantes-, Sevilla est¨¢ muy cerca de un gran mercado tur¨ªstico -Europa occidentaly relativamente pr¨®xima a Norteam¨¦r¨ªca. Pero estos visitantes m¨¢s lejanos exigen que haya una suficiente oferta de alojamientos y una estructura viaria que garantice una comunicaci¨®n fluida. La capital de Andaluc¨ªa carec¨ªa de lo uno y de lo otro, y para remediar la carencia era imprescindible acometer colosales obras de infraestructura. Pero esta deficiencia era un factor ambivalente: podr¨ªa bastar para que el Gobierno, espa?ol eligiese otra sede, o pod¨ªa pensarse que la Exposici¨®n fuese, precisamente, el est¨ªmulo que iniciase la modernizaci¨®n de Andaluc¨ªa.
La facilidad aconsejaba que, puestos a albergar una Exposici¨®n Universal en Espa?a, la elecci¨®n recayese en Madrid o en Barcelona. La eventual coincidencia en Barcelona de los Juegos Ol¨ªmpicos y de la Exposici¨®n hubiera significado una importante reducci¨®n de costes. Pero la ambici¨®n de celebrar los dos acontecimientos hubiera dificultado sus aspiraciones ol¨ªmpicas.
La verdad es que, tomada la decisi¨®n de organizar una Exposici¨®n Universal que fuese la culminaci¨®n de los actos conmemorativos del V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica, no hubo vacilaci¨®n ninguna en el momento de designar la posible sede. Desde un principio se pens¨® en Sevilla. ?Por qu¨¦?
Existen ¨ªmportant¨ªsimas razones hist¨®ricas que lo explican. No me refiero, aunque sean convincentes, a hechos del pasado puramente anecd¨®ticos, como al que los restos de Crist¨®bal Col¨®n hubiesen estado en la Cartuja sevillana -en el lugar que, en 1992, ser¨¢ el coraz¨®n de la Exposici¨®n- ni al que en la catedral pueda contemplarse el mausoleo en que ahora reposan. No me refiero tampoco al dato, menos conocido por el gran p¨²blico, de que Am¨¦rico, Vespucio fuera vecino de Sevilla y recibiese en ella su naturalizaci¨®n como espa?ol. Ni a los lazos institucionales que, desde el principio, vincularon a Andaluc¨ªa con Am¨¦rica: Casa de Contrataci¨®n, puertos de salida y arribada de las Flotas de Indias, etc¨¦tera.
El factor decisivo que explica la elecci¨®n es que en ninguna parte como en Andaluc¨ªa es tan visible la dimensi¨®n americana de la historia de Espa?a. La historia emite siempre en onda larga, por eso me perdonar¨¢ el lector si me remonto lejos, a la Edad Media, para explicar la relaci¨®n de Andaluc¨ªa en Am¨¦rica.
El siglo XIII vio en Europa c¨®mo se produc¨ªa una verdadera explosi¨®n demogr¨¢fica. Este aumento de poblaci¨®n en Espa?a signific¨® una aceleraci¨®n trepidante de la Reconquista. En s¨®lo 40 a?os Castilla aument¨® su espacio en ?un 50%! Ello dio a los castellanos el esp¨ªritu de la nueva frontera, esto es, la vivencia de que es posible encontrar siempre nuevas ganancias y nuevas aventuras en un avance continuo. Ning¨²n lugar de Castilla era testigo, con la misma amplitud, de las consecuencias de ese esp¨ªritu de nueva frontera que Extremadura y Andaluc¨ªa. Y ese esp¨ªritu, vivido intensamente por extreme?os y por andaluces, es el que explica la vertiginosa conquista de las Indias. Extreme?os y andaluces estaban sedientos de tierras.
Cultura andaluza
El andaluz ha sido siempre el espa?ol m¨¢s abierto y universal. Recordemos las palabras de Ortega y Gasset, l¨²cido observador del misterio andaluz: "Andaluc¨ªa ha ca¨ªdo en poder de todos los violentos mediterr¨¢neos, y siempre en veinticuatro horas, por decirlo as¨ª, sin ensayar siquiera la resistencia. Su t¨¢ctica fue ceder y ser blanda. De este modo acab¨® siempre por embriagar con su delicia al ¨¢spero ¨ªmpetu del invasor. El olivo b¨¦tico es s¨ªmbolo de la paz como norma y principio de cultura". Esta cautivadora cultura andaluza se ha hecho, pues, abri¨¦ndose a todos los vientos, dej¨¢ndose impregnar de todas las culturas, para conseguir, despu¨¦s, en lenta maduraci¨®n, una de las formas m¨¢s originales de ser europeo.
La ¨¦poca de oro de Andaluc¨ªa y de Sevilla fue, sin duda, la que comprende su ¨ªntima relaci¨®n con Am¨¦rica. A partir de 1810, cuando se produce la emancipaci¨®n de las naciones americanas, Andaluc¨ªa, siempre tan abierta, se encierra en s¨ª misma; siempre tan rica y opulenta -Sevilla fue, durante siglos, la m¨¢s importante ciudad de Espa?a-, se empobrece; siempre tan universal, se aprovinc¨ªana. Encerramiento, subdesarrollo, provincianismo y soledad tienen el mismo diagn¨®stico: p¨¦rdida de su relaci¨®n con Am¨¦rica.
Creo que todo espa?ol es consciente de que 1992 ser¨¢ una fecha decisiva en nuestra historia. En ese a?o tendr¨¢ lugar nuestra plena incorporaci¨®n a la Comunidad Econ¨®mica Europea y ello nos obligar¨¢ a responder al desaf¨ªo que ese ingreso representa, y, tendremos que proceder a tensar todos los resortes de nuestra energ¨ªa.
Casualmente, tendr¨¢n lugar en 1992 otros dos acontecimientos: el V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica -cuya manifestaci¨®n m¨¢s espectacular ser¨¢ Sevilla 92- y los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. El espa?ol puede creer que, comparados con. el reto europeo, son dos acontecimientos balad¨ªes. Se equivoca. Aunque s¨®lo tuviesen un valor simb¨®lico, lo ser¨ªan porque los s¨ªmbolos son el motor de la historia. Exposici¨®n sevillana y juegos barceloneses nos ofrecer¨¢n la oportunidad de recuperar nuestra universalidad perdida.
Tambi¨¦n 1492 y a?os inmediatos fueron una ¨¦poca de casualidades. Unidad nacional -y con ella la incorporaci¨®n a toda Espa?a de la dimensi¨®n mediterr¨¢nea de Arag¨®n-, Descubrimiento de Am¨¦rica, y la m¨¢s importante de nuestras aperturas a Europa. No es cierto, sino todo lo contrario, que Am¨¦rica y Europa sean alternativas contradictorias. Y no se trata, tampoco, de la pretensi¨®n injustificada de ser el puente entre las dos. Los pueblos de Iberoam¨¦rica no necesitan ning¨²n puente para enlazar con Europa. La realidad es m¨¢s sencilla: culturalmente, Espa?a tiene una dimensi¨®n hispanoamericana tan irrenunciable como la europea, y nuestra presencia en Europa ser¨¢ tanto m¨¢s importante cuanto m¨¢s estrecha sea nuestra relaci¨®n con Hispanoam¨¦rica. La realidad mundial obliga cada vez m¨¢s a abrirse en todas direcciones, pero la b¨²squeda de ese plus ultra no va unida hoy a la imposici¨®n de una soberan¨ªa, sino que est¨¢ constituida por un tejido denso de toda clase de hilos: culturales, pol¨ªticos, econ¨®micos y tecnol¨®gicos.
Pero para que esa expansi¨®n horizontal pueda tener lugar es necesaria una expansi¨®n vertical: sobredimensionar la realidad espa?ola. Espa?a no puede permitirse una Andaluc¨ªa encerrada, pobre y provinciana. Por eso, para devolverle su universalidad y para iniciar, con un impacto psicol¨®gico y con un importante est¨ªmulo financiero, la modernizaci¨®n de las estructuras de Andaluc¨ªa, es por lo que, como comisario regio y presidente de la Comisi¨®n Nacional para la Conmemoraci¨®n del V Centenario, propuse al BIE la candidatura de Sevilla como sede de la Exposici¨®n Universal de 1992. Cre¨ª al hacerlo as¨ª interpretar el pensamiento de Su Majestad el Rey e interpretar la voluntad hist¨®rica de Andaluc¨ªa y de toda Espa?a.
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