El director de la catarsis
Tras la actuaci¨®n de Bonfire, un buen grupo alem¨¢n, comenz¨® el sonido de campanas y rugido de motocicletas. Robert Halford, cantante de Judas Priest, baj¨® lentamente la escalera situada en el escenario, como si fuera una vedette, dirigiendo con su mano derecha la participaci¨®n del p¨²blico. Comenzaba as¨ª el concierto de uno de los grupos m¨¢s veteranos de rock duro, inici¨¢ndose tambi¨¦n una catarsis colectiva en la que participaroli las 30.000 personas que casi llenaron el auditorio de la Casa de Campo. Actualmente la m¨²sica heavy significa, ante todo, un poder de convocatoria dificil de igualar, con un p¨²blico fiel que responde al menor est¨ªmulo lanzado desde el escenario y se entrega incondicionalmente desde el principio, en una ceremonia mil veces repetida de gritos y pu?os en alto.Judas Priest, quinteto brit¨¢nico formado en 1969, responde perfectamente a las exigencias de los aficionados, y su experiencia les permite dominar todos los clich¨¦s de la m¨²sica heavy: grandiosidad, un volumen que cerca del escenario obliga a abrir la boca para evitar la perforaci¨®n del t¨ªmpano; dise?os de luces elaborad¨ªsimos y cuidados con esmero; guitarras duras interpretadas por instrumentistas competentes y una voz ¨¢spera, d¨²ctil y chillona.
Bonfire y Judas Priest
Bonfire: Claus Lessmann (voz), Hans Ziller (guitarra solista), Horst Maier-Thorn (guitarra r¨ªtmica), Joerg Deisinger (bajo), Edgar Witzemann (bater¨ªa), Judas Priest: Robert Halford (voz), Kenneth Downing (guitarra), Ian Hill (bajo), Glenn Tipton (guitarra), David Holland (bater¨ªa). Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 22 de mayo.
La diferencia de Judas Priest radica en la actitud esc¨¦nica de un Robert Halford que acent¨²a el sentido dram¨¢tico de su m¨²sica. Contoneos a lo Freddy Mercury, posturas de ¨¦xtasis y desplantes conforman el aspecto teatral de los brit¨¢nicos, que los desmarca de los restantes grupos heavys. Cuero negro, cadenas plateadas y humo por doquier tambi¨¦n forman parte de una iconograf¨ªa imitada hasta la saciedad.
Es en este sentido del espect¨¢culo y en la inversi¨®n econ¨®mica que provoca en el que se plantean las diferencias en el heavy, porque musicalmente ¨¦stas no son tan evidentes. Las canciones de Judas Priest se desarrollan bordeando el t¨®pico: un comienzo basado en una frase sencilla de guitarra y ritmo machac¨®n al que sigue una melod¨ªa que busca la participaci¨®n. Despu¨¦s, improvisaciones y desenlace final. Esto, repetido hasta la saciedad, constituye el clich¨¦ del heavy.
Y para terminar, lo que todo el mundo esperaba: la aparici¨®n en escena de Robert Halford sobre una motocicleta Harley Davidson, completando la imaginer¨ªa de Judas Priest ante la locura de los asistentes. Era el final de la ceremonia del heavy, en¨¦sima confirmaci¨®n del boyante negocio que representa una m¨²sica que se sostiene por s¨ª misma y dirigida a quienes necesitan directores de catarsis colectivas.
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