Reprimenda a la antigua
Julio Robles fue recibido con un broncazo al hacer el pase¨ªllo. El broncazo fue como en los viejos tiempos, cuando el p¨²blico le echaba una reprimenda al torero por lo que hubiera hecho en su comparecencia anterior, ya se puede suponer que nada bueno. Aunque no sol¨ªa ser tan malo como lo de Julio Robles, a qui¨¦n se le ocurre, forzar la suspensi¨®n de una corrida, con lo mucho que le quiere y lo bien que le ha tratado siempre el p¨²blico de Madrid.La reprimenda era paternal. Los padres es normal que les peguen broncas a los hijos d¨ªscolos, y unas veces ser¨¢ por coger el coche sin permiso y devolverlo con un bollo, otras por hacer pellas, otras por meterse el dedo en la nariz. Depende. Ahora bien: ?Qu¨¦ ocurre despu¨¦s de la bronca? Pues que el chico d¨ªscolo promete que no lo har¨¢ m¨¢s, papi, se porta bien un rato, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria.
Aldeanueva / Robles, Ortega Cano, Joselito
Cuatro toros de Aldeanueva, desiguales de presencia, inv¨¢lidos; sobreros, 5? de Antonio Ord¨®?ez, 6? de Murube con trap¨ªo y casta. Julio Robles: pinchazo hondo ladeado (divisi¨®n y sale a saludar); estocada corta ca¨ªda saliendo trompicado (escasa petici¨®n, fuerte divisi¨®n y sale a saludar). Ortega Cano: pinchazo, bajonazo y descabello (aplausos con pitos y saluda); dos pinchazos y estocada ca¨ªda a toro arrancado (pitos). Joselito: pinchazo y estocada (silencio), pinchazo, estocada corta tendida y descabello (pitos).Plaza de Las Ventas, 25 de mayo. 13? corrida de feria.
Paz y gloria tuvo a su disposici¨®n Julio Robles toda la tarde, y como adem¨¢s le correspondieron un toro noble y otro dotado de c¨¢ndida borreguez, pudo apuntarse el triunfo de su vida en la plaza de Madrid. Pero se ve que no escarmienta, y en lugar de ponerse a torear como los ¨¢ngeles, se puso a codillear y a meter el pico con nocturnidad y alevos¨ªa, de una parte porque se aprovechaba de la noche oscura en que la masa orej¨®fila tiene convertida la reserva de sus conocimientos t¨¢uricos, de otra porque se lo reprochaba a voces la afici¨®n ciarividente, y ni caso.
?l sabr¨¢ lo que hace, pues ya es mayorcito. ?l sabr¨¢ hasta qu¨¦ punto le conviene ser pegapases para la galer¨ªa aplaudidora -veleidosa, fugaz e inconsistente-, en lugar de torero aut¨¦ntico respetado por esa afici¨®n de Madrid que le ha estado dando categor¨ªa durante a?os, tendido siete inclu¨ªdo. Sus faenas l¨®gicamente suscitaron divisi¨®n de opiniones y en vez de recibirlas dignamente desde el callej¨®n, seg¨²n era habitual entre toreros (cuando hab¨ªa toreros), sali¨® a saludar, encarando, arrogante, las protestas. No deja de tener su m¨¦rito. A Julio Robles le sobr¨® ah¨ª tanta arrogancia como le hab¨ªa faltado el d¨ªa anterior para lidiar el toro que le correspond¨ªa y cumplir sus obligaciones con el p¨²blico.
La reprimenda del pase¨ªllo no era generalizada, por supuesto, y los otros espadas de la terna pon¨ªan cara de no haber roto nunca un plato. Tambi¨¦n en los viejos tiempos ocurr¨ªa as¨ª. Claro que escarmentaban en cabeza ajena, se dec¨ªan entre ellos "C¨®mo est¨¢ el patio, compa?ero", y no ten¨ªan m¨¢s remedio que apretarse los machos. Eran otros tiempos. A los toreros de ayer que nunca hab¨ªan roto un plato, en cambio, los machos se les aflojaban. A Joselito, que le di¨® docenas de pases a un inv¨¢lido, se le aflojaron cuando vio la seriedad del sobrero Murube, y al comprobar su embestida incierta las ganas de pegar pases se le quitaron de repente. A Ortega Cano se le aflojaron en el quinto, al que sobaje¨® derechazos sin fiarse un pelo, quiz¨¢ porque ten¨ªa trap¨ªo. Al segundo le templ¨® y lig¨® buenas tandas de redondos y de repente se le derrumb¨® la faena, pues dej¨® que el toro se marchara a su querencia y luego hubo de perseguirlo por el redondel.
Con estos comportamientos es muy probable que contin¨²en las reprimendas, a la antigua o a la moderna. Los toreros, los toros; el presidente, la empresa. Los toreros respondones o afloj¨¢ndoseles los machos, el presidente haci¨¦ndose el sordo cuando hay protestas, la empresa sacando toros de saldo, desiguales, cojitrancos, giliburros, y por el mismo precio, una sardina viuda, metida de matute. ?Merece la pena vivir, con tanto disgusto?
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