La distensi¨®n dial¨¦ctica
La principal caracter¨ªstica de la pr¨®xima cumbre de Mosc¨² es que ninguna de las partes sabe de lo que va. El objetivo declarado de reducir en un 50% los misiles estrat¨¦gicos se ha echado por la borda, de momento; es un triunfo para la propia cumbre que las condiciones del anterior acuerdo INF (fuerzas nucleares de alcance intermedio) se hayan clarificado hasta el punto de que el Senado pueda, despu¨¦s de todo, ratificarlo, y se habla en Washington de la posibilidad de una cumbre m¨¢s antes de que finalice el mandato del presidente Reagan. Lo que indica que no se espera que esta reuni¨®n logre gran cosa.Pero las incertidumbres van m¨¢s all¨¢. El acuerdo sobre la retirada sovi¨¦tica de Afganist¨¢n ha llevado a muchos observadores a comentar que la cumbre representar¨¢ un ¨¦xito de la diplomacia de las superpotencias, y espec¨ªficamente de la americana. El argumento es que el elemento de confianza, que es una implicaci¨®n necesaria de los acuerdos de control de armamentos (mientras los procedimientos de verificaci¨®n sigan siendo inadecuados o inviables), s¨®lo se puede poner a prueba en t¨¦rminos de entendimiento regional entre los dos. Afganist¨¢n parece reforzar este argumento. Cumpliendo su palabra, las fuerzas sovi¨¦ticas se est¨¢n retirando, ?no? ?Pero c¨®mo refuerza esto el elemento de la confianza entre las superpotencias?
Es sumamente probable que no s¨®lo haya un legado de caos sangriento en Afganist¨¢n, sino que, en t¨¦rminos de la pol¨ªtica del subcontinente indio, se esparza a nuevos conflictos en el Punjab que impliquen a la India y a Pakist¨¢n, y que la trama de relaciones americano-paquistan¨ªes y sovi¨¦tico-indias creen un nuevo campo de tensi¨®n regional. En otros asuntos referentes a las tensiones regionales, como en el Golfo, las superpotencias tendr¨¢n dificultades para llegar a un acuerdo. All¨ª, el compromiso americano de proteger a los barcos neutrales contra los ataques iran¨ªes y preservar as¨ª la credibilidad de EE UU ante los Estados ¨¢rabes entrar¨¢ en conflicto, con los avisos sovi¨¦ticos contra nuevas acciones. En la diplomacia de la disputa ¨¢rabe-israel¨ª se da igualmente el caso de que ambas superpotencias tienen objetivos claramente competitivos.
En estos ¨²ltimos dos casos el equilibrio de la ventaja se est¨¢ desplazando a favor de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que ha llevado a cabo un juego sumamente sofisticado en los ¨²ltimos a?os. Aunque no ha invertido la famosa afirmaci¨®n de Sadat de 1976 de que "los americanos tienen un 80% de las cartas en sus manos en Oriente Pr¨®ximo", la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha adquirido con toda seguridad una mayor credibilidad ante los ¨¢rabes, como factor de equilibrio y mediador, que Estados Unidos. Si las relaciones de los pa¨ªses del Golfo con Ir¨¢n se deterioran, se volver¨¢n hacia la URSS, y no hacia EE UU, para alentar el tipo de relaciones con Teher¨¢n que mantenga a raya a los fan¨¢ticos iran¨ªes. Y el que haya una conferencia de paz internacional sobre la disputa ¨¢rabe-israel¨ª depender¨¢ del acuerdo de la URSS. Y al final ha sido Mosc¨² quien ha aguijoneado a la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) para que reconociera el derecho de Israel a su existencia, y a Siria para que dejara de bloquear la diplomacia del rey Hussein, mientras ha sido EE UU quien se ha mostrado reticente a apoyar una conferencia internacional de paz.
La distensi¨®n global, vinculada a la distensi¨®n del control de los armamentos, es la agenda aparente de la cumbre de Mosc¨². Pero la distensi¨®n en t¨¦rminos de control de armamentos es en la actualidad virtualmente carente de sentido, pues hay que superar demasiadas dificultades. Y es m¨¢s probable que la apariencia de distensi¨®n en t¨¦rminos globales intensifique la competencia de las superpotencias en vez de reducirla. ?Debe uno guardarse por tanto de las cumbres?
La desconfianza
El verdadero problema aqu¨ª es el de reconocer una distensi¨®n que est¨¢ basada en la desconfianza. La anterior versi¨®n de la distensi¨®n, que floreci¨® aproximadamente de mediados de los sesenta a mediados de los setenta, estuvo basada en lo que se podr¨ªa llamar una confianza sint¨¦tica. El argumento era entonces que puesto que cada superpotencia hab¨ªa adquirido la capacidad de destruir a la otra y que por tanto ninguna pod¨ªa permitirse el atacar, su seguridad com¨²n reposaba en su mutua vulnerabilidad. Eso represent¨® una estupenda revoluci¨®n en el pensamiento estrat¨¦gico. La idea de que la seguridad de uno reposa en el hecho de que puede ser barrido ma?ana habr¨ªa resultado inconcebible para cualquier estratega cl¨¢sico. Pero sin duda preserv¨® a las dos superpotencias de la amenaza de una guerra central, es decir, de un ataque directo de cualquiera de las dos contra la otra. No obstante, una forma as¨ª de seguridad pod¨ªa f¨¢cilmente traducirse en interpretaciones conflictivas. La primera implicar¨ªa la necesidad de cooperar para evitar un conflicto, y ¨¦ste pareci¨® ser el caso a principios de los setenta. La segunda ser¨ªa la proposici¨®n de que puesto que la guerra nuclear se hac¨ªa imposible, el mundo resultaba seguro para la competencia. ?ste fue cada vez m¨¢s el caso a finales de los setenta y en la primera parte de la actual d¨¦cada. As¨ª, una confianza sint¨¦tica cedi¨® el lugar a una aut¨¦ntica desconfianza. Los intentos actuales de distensi¨®n est¨¢n basados en un reconocimiento de esa desconfianza en vez de en una creencia en las consecuencias sint¨¦ticas del empate estrat¨¦gico.
Una empresa as¨ª puede tomar dos formas. La primera es un intento de recortar los c¨¢lculos elaborados de lo que constituye un equilibrio de la disuasi¨®n y proponer la reducci¨®n radical y finalmente la eliminaci¨®n de las armas nucleares: es decir, proponer la sustituci¨®n de una relaci¨®n genuina por la confianza sint¨¦tica que la anterior distensi¨®n implicaba. ?se fue el programa por el que abog¨® Gorbachov en Reikiavik. EE UU dio su acuer do de principio, y ese com¨²n acuerdo ha proporcionado la inercia para las siguientes reuniones, incluida la pr¨®xima cumbre. Por otra parte, un acuerdo as¨ª significaba que se importar¨ªan nuevas incertidumbres en un ¨¢rea de la que hasta entonces hab¨ªan sido excluidas: a saber, la confrontaci¨®n central en Europa a trav¨¦s del tratado INF. A su vez, la perspectiva de tales incertidumbres significaba que las relaciones de las superpotencias en el mundo entero se convertir¨ªan en el criterio para los recortes que cada una pudiera llevar a cabo en sus arsenales estrat¨¦gicos, a lo que EE UU a?adi¨® el criterio de los derechos humanos dentro de la propia URSS. Gorbachov, aunque aparentemente hace lo que puede para ampliar el ¨¢mbito de los derechos humanos en la URSS, ha respondido duramente a estas presiones americanas, especialmente tras la ¨²ltima visita de Shultz a Mosc¨².
En otras palabras, el nivel de las relaciones entre las dos superpotencias en el que m¨¢s se necesita una confianza cooperativa -el nivel de la reducci¨®n de las armas estrat¨¦gicas- es tambi¨¦n el que evoca la desconfianza m¨¢s aguda sobre sus pol¨ªticas internas y regionales. El intento de romper la barrera de las amenazas mutuas de aniquilaci¨®n por medio de reducciones de armamentos ha tra¨ªdo tambi¨¦n consigo mayores dificultades a la hora de definir los propios t¨¦rminos de comprensi¨®n por medio de los cuales ambas podr¨ªan justamente romper esa barrera.
Elucidar la relaci¨®n
As¨ª es la dial¨¦ctica de la nueva distensi¨®n. Pero el gran valor de la cumbre, a condici¨®n de que se lleve de un modo inteligente por parte de ambos (no como en Reikiavik), es que puede permitir que se elucide una relaci¨®n bilateral basada en un prop¨®sito com¨²n al nivel estrat¨¦gico y, simult¨¢neamente, que se exploren objetivos conflictivos a nivel regional. A pesar de las apariencias en sentido contrario, los criterios para lo regional no pueden ser los criterios para lo estrat¨¦gico.
Pero hay una excepci¨®n. Dejando a un lado el Golfo y Oriente Pr¨®ximo, si se considera Europa no como una definici¨®n regional de la confianza de las superpotencias sino como el punto central de las relaciones estrat¨¦gicas entre ambas, entonces la seguridad de Europa se convierte en el criterio para la evoluci¨®n de la distensi¨®n dentro de la confrontaci¨®n. Los efectos globales se derivan de eso, y no al rev¨¦s.
Las implicaciones para la agenda de control de armamentos deber¨ªan resultar claras. Aunque s¨®lo sea porque sugieren que esta agenda es m¨¢s aut¨®noma de lo que las deliberaciones regionales en la cumbre parecen sugerir.
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