"No sab¨ªa que llevaras guardaespaldas"
"No sab¨ªa que llevaras guardaespaldas", coment¨® un amigo al empresario Emiliano Revilla en el hotel Mindanao pocos d¨ªas antes de que fuera secuestrado por ETA. Sin darle mayor importancia, el industrial respondi¨® que no llevaba escolta. Crey¨® que era una broma o en aquellos momentos el comentario le pas¨® desapercibido. Su amigo crey¨® que la persona que hab¨ªa visto algunos d¨ªas rondando al empresario era un polic¨ªa y, tal vez, ¨¦ste no quer¨ªa reconocerlo.Emiliano Revilla efectivamente no llevaba escolta. Un hist¨®rico del comando Madrid y uno de los terroristas m¨¢s buscados de ETA, Jos¨¦ Luis Urrusolo Sistiaga, segu¨ªa al empresario y comprobaba sus movimientos y horarios para fijar el lugar m¨¢s id¨®neo donde secuestrar al hombre que podr¨ªa reactivar las finanzas de la organizaci¨®n terrorista y consiguientemente su capacidad operativa, seriamente debilitada por la presi¨®n policial hispano-francesa.
Esta an¨¦cdota que el propio Emiliano Revilla coment¨® a su familia ha sido recordada en algunas ocasiones despu¨¦s de su secuestro que ya supera los tres meses.
Mientras tanto, la familia del industrial est¨¢ sufriendo un aut¨¦ntico calvario, el segundo secuestro. Sus familiares est¨¢n soportando llamadas de bromistas, locos, videntes, adivinos, mientras tratan de conjugar la calma con la angustia.
Durante los primeros d¨ªas del secuestro, los familiares de Emiliano Revilla debieron soportar la incertidumbre de la acci¨®n terrorista de ETA entre decenas de llamadas de personas que se ofrec¨ªan como intermediarios o como consejeros.
Despertares sobresaltados en la madrugada y constantes an¨¢lisis de todo lo que se dice o se publica sobre el secuestro han marcado tambi¨¦n alguno de los per¨ªodos de la larga espera. Los familiares han sufrido tambi¨¦n las llamadas de locos que trasmit¨ªan que se hab¨ªa encontrado el cad¨¢ver de Revilla.
Ahora, algunos de los familiares duermen de d¨ªa y pasan las noches en vela porque saben que el desenlace se producir¨¢ de madrugada. El calvario de Revilla tambi¨¦n se adereza con la angustia del segundo secuestro.
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