Jeane Tromp Meesters y William Roose
La reivindicaci¨®n de morir con dignidad
Jeane Tromp Meesters y William Roose comparten militancia y generalato en la Asociaci¨®n Holandesa para la Eutanasia Voluntaria, una entidad de casi 38.000 afiliados que lucha por el reconocimiento del derecho individual a elegir c¨®mo morirse en un pa¨ªs en que los jueces imponen penas simb¨®licas a los m¨¦dicos que administran la buena muerte. Ambos tienen en com¨²n un recuerdo doloroso, el de la in¨²til agon¨ªa de uno de sus progenitores. El padre de Jeane y la madre de William fallecieron, seg¨²n sus palabras, "presos de la tecnolog¨ªa y de los m¨¦dicos". Y los dos decidieron tomar cartas en el asunto.
"?rase una vez un hombre muy, muy anciano que un d¨ªa convoc¨® a su familia y les dijo: 'No quiero vivir m¨¢s'. Estrech¨® la mano de cada uno de sus hijos y les dio la espalda. Entonces muri¨®". William, de 65 a?os, que se dedica a administrar la exigua contribuci¨®n anual -unas 1.500 pesetas- de los asociados, es quien habla. "Cuando llegue mi momento de darle la espalda al mundo, no quiero enfrentarme con un m¨¦dico que ponga tubos por cada orificio que encuentre y me mantenga vivo los pr¨®ximos 15 a?os". William, consultor de direcci¨®n de empresas, ha suscrito un testamento que le proteger¨¢ de largas despedidas, y decidi¨® hace casi 10 a?os inscribirse en la asociaci¨®n, que propugna la "terminaci¨®n de la vida por un m¨¦dico bajo el deseo expreso y continuo del paciente". En Holanda los jueces castigan en la pr¨¢ctica con condenas simb¨®licas a los m¨¦dicos que administran la eutanasia a petici¨®n de los enfermos irreversibles, aunque la legislaci¨®n establece penas de 12 a?os de prisi¨®n. Roose tiene cuatro hijos; vive, sin estar casado, con "su dama", e hizo la II Guerra Mundial, donde, seg¨²n cuenta, "se practicaba la eutanasia libremente"."Mi padre tuvo un terrible accidente", dice Jeane, de 60 a?os, "y le mantuvieron vivo durante 12 d¨ªas, cuando ya no hab¨ªa esperanza". El anciano, con 78 a?os, trat¨® de indicar que le dejasen morir, pero los m¨¦dicos siguieron. "Era una persona que ya lo hab¨ªa vivido todo", explica su hija con gesto enfadado. Ella defiende la buena muerte (significado etimol¨®gico de la eutanasia) con un rotundo: "Creo fuertemente en la autodeterminaci¨®n". Es la responsable del servicio de ayuda de la asociaci¨®n, en el que, con 35 voluntarios, se auxilia al paciente a decidir si realmente quiere morir o si hay que tomar medidas econ¨®micas o de acogida. "Tambi¨¦n contribuimos a que el enfermo cambie de m¨¦dico si el que tiene rechaza practicar la eutanasia". "En mi testamento dice que si llego a permanecer en coma dos semanas, si estoy demente o si no puedo hablar ni comunicarme, entonces har¨¢n que muera". Jeane, psic¨®loga social, divorciada y con cuatro hijos mayores, admite que se cambia de convicci¨®n cuando se enferma, y que solamente una de cada 10 personas que desean que se les practique la eutanasia sigue en sus trece. "Debes preguntarles: '?Desea que le ayudemos a morir?'. Si el enfermo contesta: 'S¨ª', hay que preguntar de nuevo: '?Cu¨¢ndo quiere morir?', y si responde: 'Pronto', hay que plantear a¨²n otra pregunta: '?Qu¨¦ quiere decir?, ?en un mes?, ?dentro de una semana?, ?ahora mismo?'. Solamente se le podr¨ªa practicar la eutanasia si responde: 'Ay¨²deme a morir ahora mismo', entonces desea realmente que le sea practicada la eutanasia activa".
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