Un reto de la izquierda
La construcci¨®n de Europa es el mayor reto que tiene planteada la izquierda espa?ola desde que el refer¨¦ndum sobre la pertenencia o no a la OTAN de una parte y el ingreso efectivo en la Europa comunitaria de otra supusieron de hecho el fin de un largo per¨ªodo de transici¨®n democr¨¢tica.Enfrentarse al gran desaf¨ªo de la Europa con may¨²sculas requiere grandes dosis de realismo pol¨ªtico, abandono de viejas recetas decimon¨®nicas incapaces de resolver los complejos que se plantean en los umbrales del siglo XXI, visi¨®n de Estado en el sentido m¨¢s amplio de la palabra, lo que significa aceptar la superaci¨®n de estrechas visiones nacionalistas en aras a la construcci¨®n de un gran proyecto supranacional.
Situaciones de hecho
El realismo pol¨ªtico exige asimismo la aceptaci¨®n de situaciones de hecho que est¨¢n ah¨ª y cuya evidencia nadie puede negar; el sue?o de una Espa?a neutral, para bien o para mal, se esfum¨® el 12 de marzo de 1986, y cualquier intento de volver al pasado s¨®lo supondr¨ªa elevar a categor¨ªa pol¨ªtica la pr¨¢ctica del masoquismo, porque, como dice el refr¨¢n, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Una izquierda responsable no puede enfrentarse al reto de construir Europa con actitudes aislacionistas o insolidarias, porque eso ser¨ªa tanto como minar las bases de todo el proyecto. La Europa comunitaria, en su actual estado de desarrollo, es s¨®lo un aspecto parcial de ese proyecto, que para que sea factible y realista precisa un Parlamento con facultades similares a los de cualquier C¨¢mara legislativa dentro del esquema cl¨¢sico del reparto de poderes: potestad legislativa y potestad de control de un futuro Ejecutivo supranacional. Ahora bien, ese proyecto no es viable si no est¨¢ dotado de los atributos inherentes a todo Estado soberano: pol¨ªtica exterior y pol¨ªtica de seguridad y, por consiguiente, pol¨ªtica de defensa.
Solamente con una pol¨ªtica de seguridad aut¨®noma Europa estar¨ªa en condiciones de negociar directamente con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y no como mero convidado de piedra una pol¨ªtica de desarme realista, dado que las percepciones de seguridad de la Europa del Este y la del Oeste son directas y no inducidas, pues ata?en a su propio territorio, no al de terceros, por lo que, l¨®gicamente, un proceso paulatino de desarme negociado directamente, sin intermediarios, podr¨ªa alcanzar acuerdos no fruct¨ªferos y de modo m¨¢s r¨¢pido.
Dada la ausencia de otros mecanismos de cooperaci¨®n, la Uni¨®n Europea Occidental (UEO) es por el momento el ¨²nico foro de debate espec¨ªficamente europeo sobre temas de seguridad. No formar parte de ¨¦l supone automarginarse de una parcela decisiva en todo el proceso de construcci¨®n de la Europa pol¨ªtica, que en su d¨ªa deber¨ªa dotar al Parlamento de plenas atribuciones en esta materia, controlando democr¨¢ticamente todas las parcelas de la pol¨ªtica de seguridad y de defensa.
Por supuesto, el ingreso de Espa?a puede y debe hacerse de forma que, en uso leg¨ªtimo de su soberan¨ªa, no se acepte ning¨²n tipo de imposiciones que sean susceptibles de violar las condiciones del refer¨¦ndum. Ello implica que, aunque Espa?a suscriba el principio de la disuasi¨®n nuclear admitido por los dem¨¢s Estados miembros, debe hacerlo compatible en su territorio con el principio de la no nuclearizaci¨®n.
Est¨¢ claro que la Europa del ma?ana ser¨¢ el resultado de la correlaci¨®n de fuerzas que participen en el proceso de su construcci¨®n, y es claro asimismo que si la izquierda espa?ola, abdicando de sus responsabilidades, se inhibe de este proceso con una pol¨ªtica anacr¨®nica de obstruccionismo o aislamiento, estar¨¢ dejando el campo abonado para que esa Europa del ma?ana tenga una estructura conservadora dific¨ªlmente reversible.
Europa puede construirse desde la derecha, siguiendo mim¨¦ticamente las directrices de la pol¨ªtica exterior del presidente Reagan, ac¨¦rrimo defensor de la ecuaci¨®n desarme nuclear igual a rearme convencional, con todas las secuelas de un nuevo impulso a la carrera de armamentos y de la sacralizaci¨®n de la teor¨ªa del gasto militar como motor de desarrollo.
Pero Europa tambi¨¦n puede y debe construirse desde la izquierda, siempre que se recapacite y se reflexione reconociendo que:
Intereses distintos
1. Europa no puede construirse contra Estados Unidos, pero s¨ª debe cambiar el tipo de relaciones existentes de car¨¢cter hegemonista, sobre todo teniendo en cuenta que muchas veces sus intereses no son coincidentes, existiendo discrepancias abiertas respecto a otras ¨¢reas del mundo. Europa tiene capacidad econ¨®mica para asumir razonablemente una pol¨ªtica de seguridad aut¨®noma que haga innecesaria la presencia militar norteamericana en su territorio.
2. No existe ninguna otra alternativa cre¨ªble a la construcci¨®n de ese sistema aut¨®nomo de defensa que no pase por la colaboraci¨®n de Francia y de la Rep¨²blica Federal de Alemania, o, si se prefiere, por el eje Par¨ªs-Bonn; cualquier otra combinaci¨®n que prescinda de ese eje es pura ficci¨®n cient¨ªfica. El enfrentamiento hist¨®rico entre ambas naciones ha sido el origen de dos conflagraciones mundiales, por lo que su actual estado de colaboraci¨®n puede considerarse como uno de los hechos m¨¢s positivos de los ¨²ltimos tiempos.
3. El gasto militar es un mal necesario mientras sea necesaria la propia existencia de la disuasi¨®n. Consecuentemente, bajo ning¨²n concepto la guerra puede concebirse como un negocio, pero la defensa debe ser lo m¨¢s econ¨®mica posible; ello implica que la autarqu¨ªa industrial debe ceder ante la cooperaci¨®n internacional europea, especialmente cuando se ve amenazada por la compet¨ªtividad comercial de Estados Unidos (caso ACE).
4. La aceptaci¨®n del principio de la disuasi¨®n nuclear debe hacerse desde la perspectiva del rechazo, por su peligrosidad, de toda doctrina que conciba las armas nucleares como instrumento de intimidaci¨®n pol¨ªtica o como susceptibles de ser utilizadas eficazmente en caso de guerra, reduciendo su papel exclusivamente a la disuasi¨®n contra un ataque nuclear ajeno.
Simult¨¢neamente debe promoverse el desmantelamiento progresivo de los arsenales nucleares, especialmente los afectados por la denominada opci¨®n triple cero, que, por tratarse del escal¨®n m¨¢s bajo de las armas at¨®micas, es el de uso m¨¢s factible caso de guerra.
5. Correlativamente, y sobre todo s¨ª se alcanza la opci¨®n triple cero, el umbral de las fuerzas convencionales en primera l¨ªnea debe ser el indispensable para disuadir eficazmente cualquier tipo de agresi¨®n convencional, de modo que ¨¦sta no sea posible. Ello no requiere, en mi opini¨®n, un rearme convencional, sino una redistribuci¨®n de fuerzas m¨¢s racional, abandonando las pr¨¢cticas insanas de los estados mayores de exagerar las cifras del hipot¨¦tico adversario disminuyendo simult¨¢neamente las propias y no teniendo en cuenta factores asim¨¦tricos como la calidad, tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada, etc¨¦tera, que equilibran factores puramente cuantitativos.
6. Una correcta pol¨ªtica de disuasi¨®n es aquella que impide que situaciones de tensi¨®n degeneren en conflicto abierto; en este sentido, el gran problema europeo de la d¨¦cada de los noventa no es un conflicto armado frente al Pacto de Varsovia, sino los potenciales conflictos raciales que como consecuencia de las enormes diferencias entre las tasas de reproducci¨®n europeas y las de la poblaci¨®n inmigrante puedan producirse al amparo de situaciones de paro, marginaci¨®n social, campa?as xen¨®fobas, etc¨¦tera.
El fen¨®meno Le Pen es s¨®lo un aviso que deber¨ªa tenerse en cuenta. Un Plan Marshall para el norte de ?frica que promoviera el desarrollo econ¨®mico y la democratizaci¨®n de las estructuras pol¨ªticas de esa zona ser¨ªa la m¨¢s rentable pol¨ªtica de disuasi¨®n.
7. El objetivo final de todo este proceso debe ser la superaci¨®n por v¨ªas pac¨ªficas del orden mundial surgido de Yalta, para lo que es decisivo un apoyo decidido a las reformas emprendidas en la Uni¨®n Sovi¨¦tica por Grorbachov, increment¨¢ndose todo tipo de intercambios pol¨ªticos, econ¨®micos y culturales con la Europa del Este para impedir el fracaso de la v¨ªa emprendida, que s¨®lo conducir¨ªa en el mejor de los casos a la guerra fr¨ªa, y, en el peor, a un proceso de deterioro pol¨ªtico de imprevisibles consecuencias.
Seguridad
8. Finalmente, la construcci¨®n de ese sistema de seguridad aut¨®nomo desde la izquierda tiene que partir del hecho de que hoy no es posible ning¨²n tipo de seguridad unilateral; la seguridad del mundo de hoy s¨®lo puede ser com¨²n, rec¨ªproca, interdependiente, capaz de asociar entre ellas a partes que se consideran antagonistas (Berlinguer).
Las consecuencias parecen obvias: debe darse prioridad a los factores pol¨ªticos sobre los puramente militares, o, lo que es igual, la industria de la defensa debe estar al servicio de la disuasi¨®n y no al rev¨¦s. Deben rechazarse doctrinas tendentes a conseguir la superioridad militar por irreales o generadoras de inseguridad para todos, al producirse una espiral de rearme que engendra nuevas inseguridades. Debe haber un correcto equilibrio entre pol¨ªtica de defensa y pol¨ªtica de disuiasi¨®n.
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