Schuster: "Ahora tengo la oportunidad de demostrar que no soy tan raro"
Bernd Schuster parece otro hombre desde que se visti¨® de blanco. El nuevo jugador madridista intenta, en Madrid, borrar la imagen de hombre fr¨ªo, distante y pol¨¦mico. "Ahora tengo la oportunidad de demostrar que no soy tan raro". Schuster, en su primera jornada blanca, madrug¨®, y antes de las nueve de la ma?ana lleg¨® a la cl¨ªnica donde fue sometido a un reconocimiento m¨¦dico. En su chal¨¦ madrile?o ya est¨¢n todos los miembros de su familia, impacientes por iniciar las vacaciones en Ibiza. Es el cuarto jugador alem¨¢n occidental que pasa por el Madrid, tras Netzer, Breitner y Stielike.
El nuevo jugador madridista apenas conoce Madrid: "S¨®lo los campos del Bernab¨¦u y del Vicente Calder¨®n, y los hoteles en los que resid¨ª cuando viaj¨¦ con el Barcelona". Para sus primeros pasos por la ciudad, utiliza un coche y un conductor del club. Ayer le recogieron en su nueva casa para trasladarle a las cl¨ªnicas donde pas¨® reconocimiento m¨¦dico. Ten¨ªa cara de sue?o. "La ni?a es muy buena, pero hoy ha llorado. Es normal, s¨®lo tiene cinco d¨ªas". A Schuster le gusta que le pregunten por sus hijos. "Me gustan los ni?os, y a mi mujer tambi¨¦n. Desde peque?o he querido tener una familia con muchos hijos. Me cas¨¦ con 19 a?os, ahora con 28 tengo ya cuatro ni?os. Creo que es bueno para ellos tener un padre joven. Cuando tengan 20 a?os, su padre no necesitar¨¢ a¨²n el palo para andar". Gaby, su mujer, es hija ¨²nica. ?l s¨®lo tiene una hermana. Los dos son partidarios de no aumentar m¨¢s la familia.Schuster aclara muy pronto que es un hombre familiar. "Para m¨ª es importante que toda mi familia est¨¦ contenta. Si mi mujer dice, 'esta ciudad no me gusta, la gente no me cae bien', entonces todo es muy dif¨ªcil. Si est¨¢s contento en el club y con los jugadores, pero luego llegas a casa y ves a tu mujer con cara larga, algo no va bien. Cuando ves que t¨² mujer no est¨¢ contenta, lo notas en el campo".
Los primeros a?os en Barcelona fueron dif¨ªciles, porque Schuster opina que el car¨¢cter de los espa?oles es muy distinto al de los alemanes. "Cambiar de pa¨ªs fue peor para Gaby que para m¨ª. En Barcelona me dedicaba a los entrenamientos y a los partidos. Mi mujer se quedaba sola en casa. No conoc¨ªamos a nadie. Para Gaby ha sido muy duro, aunque ahora, al final, a ella le ha costado m¨¢s salir de Barcelona que a m¨ª. ?Claro que hemos dejado amigos en Barcelona!. Lo que pasa es que yo no soy un hombre que salga a menudo. A m¨ª me gusta estar en mi casa. Ir a entrenar, hacer lo que haga falta, pero luego prefiero estar en casa".
En Madrid, Schuster quiere aprovechar la oportunidad para cambiar la imagen que se ha fraguado de hombre pol¨¦mico, fr¨ªo y distante. "Como alem¨¢n", explica Schuster, "tengo un car¨¢cter muy diferente al espa?ol. Hay unas diferencias que son a veces incre¨ªbles. Los espa?oles son m¨¢s alegres. Nosotros tenemos un fallo grande; vamos con un reloj puesto en la mu?eca y cuatro m¨¢s por todo el cuerpo. A las diez all¨ª, a los once en el otro lado... Aqu¨ª, si no llegas a una hora no pasa nada. Aunque eso tambi¨¦n tiene inconvenientes. Los espa?oles que van a Alemania tienen menos problemas, porque son m¨¢s extravertidos. Nosotros somos m¨¢s fr¨ªos y cerrados. Esto es lo que me ha pasado a m¨ª. Incluso yo mismo me cierro mucho m¨¢s para frenar a la gente. Pero creo que he ido cambiando poco a poco. Mi mujer es mi psic¨®logo, y dice que ahora hablo mucho m¨¢s. Pero abandonar toda la impronta alemana es muy dif¨ªcil".
Gaby y la religi¨®n
No pasan cinco minutos sin que Bernd Schuster hable de su mujer, Gaby, y se r¨ªe cuando recuerda que se le acusa de estar dominado por ella. "Llevamos 10 a?os casados. El mismo d¨ªa en que firm¨¦ por el Madrid se cumpli¨® el d¨¦cimo aniversario de nuestra boda. Tenemos buenos recuerdos de ese d¨ªa, y ahora con mayor motivo. La conoc¨ª a trav¨¦s de unos amigos. Al poco tiempo me fui a vivir a su casa. Nos casamos por la religi¨®n cat¨®lica. Pero ahora no somos cat¨®licos. Pertenecemos a una religi¨®n llamada scientologist, cuya sede est¨¢ en Boston (Estados Unidos). En Europa no se conoce demasiado esta religi¨®n. Sus creencias son vivir con la Biblia, con los 10 mandamientos. No me gusta hablar mucho de esto, porque no quiero hacer publicidad de ello. Es algo privado".La opini¨®n de Gaby prevalece en muchas ocasiones en la vida de Schuster. "No me preocupa. Un matrimonio tiene que aprovechar las cosas buenas que tienen uno y otro", explica con ¨¦nfasis. "Si ella sabe administrar mejor el dinero que yo, pues que lo haga. Si lo hiciese yo, posiblemente ser¨ªa un desastre para nuestros hijos. Las cosas importantes las arregla quien lo sabe hacer mejor. La envidia es muy mala. Hay quien dice que en los matrimonios el hombre debe llevar los pantalones. En mi caso est¨¢ bastante igualado, y no me preocupa. Vivo mejor, y s¨¦ que cuando deje el f¨²tbol podr¨¦ vivir tranquilamente". A Schuster le gustar¨ªa quedarse en Espa?a cuando deje el f¨²tbol. Dice estar contento aqu¨ª, y que no se mueve por dinero. "Si fuera as¨ª, estar¨ªa en el f¨²tbol italiano".
Schuster recuerda con cari?o a su compatriota Uli Stielike, que tambi¨¦n fue jugador del Madrid. "Conozco a los tres alemanes, Netzer, Breitner y Stielike, que estuvieron en el Madrid. Superar lo que hizo Uli en el Madrid creo que va a ser muy dif¨ªcil. Pero no somos grandes amigos. La rivalidad entre el Barcelona y el Real Madrid lo impidi¨®, aunque Uli y yo nos parecemos en muchas cosas. Somos muy cerrados, no hablamos mucho con la gente".
Del Barcelona dice: "Es verdad que es m¨¢s que un club, porque tiene 108.000 socios. Es incre¨ªble. Es tan fuerte que puede hacer lo que quiera, hasta fichar a Maradona...".
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