El reto del desarme convecional
La reuni¨®n del m¨¢ximo ¨®rgano de la OTAN, el Consejo del Atl¨¢ntico Norte, que se celebra en nuestra capital, no parece prometer decisiones hist¨®ricas. Con la voluntad de los dos grandes de ir a un mundo menos nuclear, el reto fundamental que tiene por delante la Alianza es el control del armamento convencional. De hecho, en la anterior reuni¨®n del Consejo Atl¨¢ntico, en marzo pasado, se analizaron los requerimientos de la defensa aliada tras la desaparici¨®n de los Pershing 2 y de los misiles de crucero, y se produjo una declaraci¨®n y un llamamiento a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y al Pacto de Varsovia para reducir las disparidades existentes en fuerzas convencionales y lograr una mayor estabilidad en Europa, del Atl¨¢ntico a los Urales.Las conversaciones sobre la estabilidad en Europa parece que est¨¢n ya maduradas y que este Consejo permitir¨¢ avanzar hacia la apertura formal de negociaciones. Sin embargo, la limitaci¨®n y reducci¨®n de fuerzas y armamento convencional es mucho m¨¢s dif¨ªcil que el desarme nuclear y, sobre todo, mucho m¨¢s arriesgado.
Es mucho m¨¢s dif¨ªcil, en primer lugar, porque las armas convencionales, a diferencia de las nucleares, son mucho m¨¢s numerosas, m¨¢s diversas y enormemente m¨¢s complejas en su organizaci¨®n, en sus modelos de despliegue y en sus doctrinas de empleo. En segundo lugar, porque a diferencia de las negociaciones para la reducci¨®n de las firmas nucleares, donde s¨®lo juegan dos actores, el desarme convencional, de querer ser eficaz, requiere que un grupo importante de pa¨ªses llegue a una posici¨®n com¨²n sobre cuestiones tan complejas como qu¨¦ cantidad de fuerzas reducir, de qui¨¦n, en qu¨¦ proporci¨®n, con qu¨¦ calendario, qu¨¦ peso otorgar a factores militares intangibles tales -como preparaci¨®n, disponibilidad, capacidades de refuerzo, moral y mucho otros. Las pr¨®ximas negociaciones sobre estabilidad en Europa reunir¨¢n a los 23 miembros de la Alianza Atl¨¢ntica y del Pacto de Varsovia.
En tercer lugar, porque las medidas de verificaci¨®n de posibles reducciones de armas y fuerzas convencionales son tan complejas, si no m¨¢s, que el control de la limitaci¨®n de armamento nuclear. O si se prefiere, la violaci¨®n de un tratado es mucho m¨¢s sencilla en el terreno convencional. ?C¨®mo podr¨ªa detectarse que una reducci¨®n de, pongamos, 100.000 hombres no es camuflada por el Pacto repartiendo simplemente 1.000 de esos soldados por divisi¨®n existente? No basta con medidas de verificaci¨®n in situ, sino que deben ser intrusivas por su n¨²mero y alcance. ?Pero quiere la OTAN someterse verdaderamente a un r¨¦gimen parejo? Por otra parte, el desarme convencional es m¨¢s arriesgado que el nuclear. Reducir el 50% de los arsenales estrat¨¦gicos todav¨ªa deja unas fuerzas suficientes para seguir asegurando la disuasi¨®n nuclear. Eliminar el 50% de las fuerzas convencionales asignadas a la OTAN significa disminuir dram¨¢ticamente las capacidades defensivas aliadas. Primero, porque la defensa convencional OTAN siempre ha estado en precario.
Prefirieron gastar internos
Los aliados han preferido gastar menos y compensar su inferioridad num¨¦rica frente a las fuerzas del Pacto de Varsovia con la disuasi¨®n nuclear y las garant¨ªas norteamericanas, s¨®lo que ahora, en un mundo menos nuclear, las disparidades convencionales cobran nueva importancia; segundo, porque los requerimientos pol¨ªticos de la Alianza han hecho configurar su defensa como una defensa avanzada para resistir lo m¨¢s cerca posible a lo largo de la frontera interalemana.
De la defensa aliada podr¨ªa decirse que es como un collar de perlas que separa a los dos bloques. Evidentemente, una reducci¨®n de fuerzas har¨ªa que tuviera que resistir, llegado el caso, una menor amenaza, ya que el Pacto tambi¨¦n habr¨ªa realizado ciertos recortes, pero las reducciones habr¨ªan obligado a la OTAN a aligerar peligrosamente su defensa, a estirar demasiado el collar de perlas.
La capacidad de defenderse no depende s¨®lo de qui¨¦n se tiene enfrente como enemigo, sino tambi¨¦n de una especial relaci¨®n con el propio territorio a mantener. Se estima que se necesita una divisi¨®n equivalente cada 25 kil¨®metros de frente llano o 50 de terreno abrupto. Las fuerzas aliadas no cuentan con mucho m¨¢s en la actualidad. Disminuir m¨¢s all¨¢ de ese ¨ªndice equivale, en caso de agresi¨®n armada, a no poder impedir penetraciones del enemigo, a romper el collar. Y como se sabe, una vez roto, las cuentas se desperdigan sin remedio.
Por contra, el Pacto de Varsovia, y muy particularmente la URSS, goza de un exceso de capacidad militar que no se ha visto disminuir bajo la perestroika ni bajo el nuevo concepto sovi¨¦tico de suficiencia razonable. De ah¨ª que cualquier reducci¨®n convencional tenga que ser obligatoriamente asim¨¦trica en favor de la OTAN.
En fin, habida cuenta de la inferioridad aliada, la negociaci¨®n no debe impedir bajo ning¨²n concepto la modernizaci¨®n de las fuerzas convencionales aliadas en su direcci¨®n actual, el ataque en profundidad y el ataque de los segundos escalones enemigos, as¨ª como no deber¨ªa imposibilitar la introducci¨®n de tecnolog¨ªas nuevas o emergentes. Son los elementos convencionales m¨¢s disuasivos para la URSS y ser¨¢n los que el Pacto quiera anular a todo precio. En segundo lugar, las negociaciones tampoco deber¨ªan disminuir las capacidades nucleares aliadas y, en consecuencia, deber¨ªan tratar muy cuidadosamente aquellos elementos que son de doble capacidad.
La experiencia hist¨®rica ense?a que las dos proposiciones b¨¢sicas occidentales para la negociaci¨®n (que un menor nivel de armamento es bueno para la estabilidad y que la paridad en las armas refuerza dicha estabilidad) pueden no ser siempre correctas.
Todo el siglo XX est¨¢ cuajado de ejemplos b¨¦licos originados a partir de situaciones formalmente estables. Claro que ¨¦stos han tenido lugar all¨ª donde las armas nucleares no pod¨ªan disuadir. Otra lecci¨®n que tampoco debiera olvidarse.
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