Un esp¨ªritu tribal
El ¨²ltimo trabajo de Maffesoli, Le temps des tribus (1), al ofrecernos una teorizaci¨®n de sus planteamientos, permite apreciar el recorrido efectuado desde 1976 cuando public¨® su primer libro, Logique de la dominati¨®n -traducci¨®n de Pen¨ªnsula (2)- El libro, que se sit¨²a deliberadamente al margen de las visiones al uso, lleva como subt¨ªtulo El declive del individualismo en las sociedades de masas, alusi¨®n impl¨ªcita y a contrario a la tesis desarrollada por Gilles Lipovetski en La era del vac¨ªo.A la par que rompe con los moldes metodol¨®gicos heredados, Maffesoli ha sabido efectuar una nueva lectura de los cl¨¢sicos (E. Durkheim, Max Weber) sin contar con la rehabilitaci¨®n de figuras a menudo infravaloradas como Walter Benjam¨ªn o Georg Simmel.
El an¨¢lisis intenta captar, m¨¢s all¨¢ de la diversidad de manifestaciones, experiencias, representaciones y actitudes cotidianas, la existencia de una din¨¢mica social y, al margen de los fen¨®menos de masificaci¨®n, la aparici¨®n de nuevos usuarios sociales que el autor define como tribus y que se plasma en la emergencia de microgrupos, redes, encuentros (musicales, deportivos ... ), concentraciones tur¨ªsticas, etc¨¦tera.
Cultura relacional
El enfoque se aparta de los a priori jerarquizadores para ofrecernos un acercamiento simb¨®lico ("de los conjuntos simb¨®licos sobre los que se basa, en el sentido fuerte de la palabra, toda vida en sociedad") de manifestaciones aparentemente negativas (con respecto a la norma dominante) o, las m¨¢s de las veces, consideradas como insignificantes: conductas an¨®micas, en ruptura con la racionalidad social, sobre las que Jean Duvignaud ya hab¨ªa reflexionado (EL PA?S, 19 de febrero de 1987), pero tambi¨¦n ritos cotidianos, conductas sin finalidad declarada, hechos triviales, encuentros fortuitos, constitutivos de una socialidad: cultura prox¨¦mica, relacional, en t¨¦rminos f¨ªsicos (el barrio) o medi¨¢ticos (el minitel).
La originalidad del enfoque est¨¢ en despojar el ritual moderno de su apariencia alienante para hacer hincapi¨¦ en su fuerza vinculante, mediante la cual el grupo afianza su permanencia: "Mediante la multiplicidad de los gestos rutinarios o cotidianos, el ritual le recuerda a la comunidad que tiene cuerpo".
A la l¨®gica de la identidad (ya sea sexual, pol¨ªtica, profesional) basada en la distinci¨®n, sucede un proceso de identificaci¨®n a los grupos espont¨¢neos, al sentir colectivo, a los fen¨®menos de moda, en torno a nuevas formas de agregaci¨®n social: "?stas tienen contornos indefinidos: el sexo, la apariencia, los modos de vida e incluso la ideolog¨ªa se ven cada d¨ªa m¨¢s calificados en t¨¦rminos (trans..., meta ... ) que sobrepasan la l¨®gica de la identidad y/o binaria. En suma, y d¨¢ndoles a estos t¨¦rminos su sentido m¨¢s fuerte, se puede decir que asistimos tendencialmente a la sustituci¨®n de lo social racionalizado por una socialidad predominantemente emp¨¢tica".
M¨¢s all¨¢ de las visiones integradas (positivistas), mecanicistas (neomarxistas) o apocal¨ªpticas (neohumanistas), el autor subraya el vitalismo de dichas manifestaciones que sit¨²a dentro de un moderno polite¨ªsmo (pluralidad de valores y vivencias) que es patente, hoy d¨ªa, en las conductas cotidianas: en el comer, en el hablar, en la apropiaci¨®n del espacio, en la est¨¦tica personal (el look)... Manifestaciones de ex-tasis (en el sentido de salir de su ensimismamiento), nos dice Maffesoli, m¨¢s que de narcisismo: expresi¨®n de una centralidad subterr¨¢nea, de una socialidad m¨¢s o menos perceptible, m¨¢s o menos silenciosa (verbal y no verbal), m¨¢s o menos trivial, pero que manifiesta un r¨¦gimen segundario de vitalidad social, una socialidad sumergida, de contrabando -lo mismo que en el orden estructural se habla de econom¨ªa sumergida- que demuestra que "buena parte de la existencia social escapa al orden de la racionalidad instrumental, no se deja finalizar y no puede reducirse a la simple l¨®gica de la dominaci¨®n".
Cuando algunos hablan de fin de lo social (Baudrillard), otros de "sociedad del vac¨ªo" (Yves Barel mucho antes que Lipovetski, dicho sea de paso), Maffesoli evoca el "reencantamiento del mundo" al que, seg¨²n ¨¦l, estamos asistiendo, y lo analiza detenidamente a trav¨¦s de tres fen¨®menos: el tribalismo (lo que une m¨¢s que lo que divide), el policulturalismo (una cultura plural -o mestizaje cultural- que integra la alteridad) y laproxemia (la prevalencia de lo local sobre lo global).
Redes de intercambio
Van surgiendo as¨ª redes de intercambio que compiten con el sistema (de organizaci¨®n), que expresan la potencia (social) frente al poder (pol¨ªtico), la persona antes que el individuo, el rol antes que la funci¨®n.
Se produce un vaiv¨¦n entre lo can¨®nico y lo an¨®mico que refleja un querer vivir colectivo, un estar juntos ligado a la emergencia de microgrupos: las tribus urbanas con su cohorte de signos de identificaci¨®n, a veces triviales, otras veces degradados, pero en todo caso prueba de una vitalidad social, de una socialidad espacial, de una nueva ocupaci¨®n del mundo (Maffesoli habla del verlan, argot parisiense, pero tambi¨¦n se podr¨ªa citar aqu¨ª el fen¨®meno de la movida. El PA?S, 25 de enero de 1986).cial, m¨¢s all¨¢ de los accidentes hist¨®ricos, en un cierto potencial que, sin ser la fuerza avasalladora, alienante de la masa, refleja un nosotros difuso -las historias- que compensa la p¨¦rdida (colectiva) de identidad y traduce el resurgir de valores arcaicos (el localismo, una cierta religiosidad) compaginado con el desarrollo de las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n (videotexto, televisi¨®n por cable).
Si los dioses han muerto (la historia, el progreso, la pol¨ªtica ... ), permanece lo que Maffesofi llama "una trascendencia inmanente" que tiene valor de v¨ªnculo, unos dioses locales que han cambiado de nombre pero que son la expresi¨®n de una permanencia social, de un esp¨ªritu tribal, de una voluntad de salir a la "conquista del presente", para retomar otro t¨ªtulo del autor.
1. Michel Maffesoli: Le temps des tribus (Le d¨¦c" de l`individualisme dans les soci¨¦it¨¦s de masse). M¨¦ridiens Klincksieck. Par¨ªs, 1988. 224 p¨¢ginas. 120 francos. 2. Existe tambi¨¦n la edici¨®n espa?ola de La violencia totalitaria. Editorial Herder. Barcelona, 1982.
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