Esplendor de Oriente
Canto 'dhrupad' de la India del Norte C¨ªrculo de Bellas Artes. Madrid, 13 de junio.Un concierto tan bello como el de canto dhrupad obliga a plantear de entrada cu¨¢ntas m¨²sicas dejmos de escuchar. Una m¨²sica de la India del Norte que tiene sus ra¨ªces en el siglo VII inspira algo que Ravi Shankar afirm¨® hace tiempo: "He llegado al convencimiento de que el sonido es Dios". Cuando el rock va a la b¨²squeda de otras m¨²sicas -estamos en la hora africana-, parece claro que el primitivismo es servido por nuestro lado, el occidental.
El canto y la ejecuci¨®n instrumental dhrupad arrancan de los cantos devocionales del siglo VII y se han desarrollado como m¨²sica de corte. Es tal vez el modo musical indio m¨¢s exportado, pues la Raga Bimpalashi, con la que Ravi Shankar inici¨® su concierto en Monterrey en 1967, se desarrollaba en estilo dhrupad.
En la primera parte del concierto, Ustad Zia Fariduddin Dagar llev¨® a cabo una larga improvisaci¨®n de canto dhrupad, a capella y en acompa?amiento de tampura y percusi¨®n. Arte moda y base de improvisaci¨®n, el dhrupad puede hermanarse con otras m¨²sicas que tienen la improvisaci¨®n entre sus se?as de identidad. Un aficionado al flamenco pod¨ªa advertir recursos de cantaor. Quien tiene su cultura en eljazz pod¨ªa seguir el concierto desde la memoria de John Coltrane -y su trabajo sobre la improvisaci¨®n modal y conocimiento de la m¨²sica india- y hasta recordar, en el desarrollo gestual de Fariduddin Dagar, a cantantes de jazz, tal vez particularmente a Mar¨ªa Joao. Algo desconocido resultaba hermosamente cercano.
En la segunda parte, Ustad Zia Mohiuddin Dagar dio un pasmoso concierto en la interpretaci¨®n de una Raga del atardecer, en Rudra veena, antecedente del sitar. Instruinento de ocho cuerdas -cinco y tres bordones-, el rudra veena tiene dos calabazas como cajas de resonancia y es ta?ido en posici¨®n horizontal, perpendicular al cuerpo en figura de loto. Parece un instrumento endiablado de tocar y el virtuosismo de Mohiuddin Dagar nos llevaba m¨¢s all¨¢ del asombro. Una hora -la del ocaso- de improvisaci¨®n bell¨ªsima en un arte que tiene una de sus bases en la meditaci¨®n como primera forma de la cultura. Una m¨²sica nacida en una civilizaci¨®n que puede creer que el sonido es Dios. Desde la India, una fiesta del esplendor, de la riqueza.
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