Mel Fisher quiere buscar tesoros en la bah¨ªa de C¨¢diz
Viste americana rosa, corbata gris, camisa azul celeste y pantal¨®n azul oscuro. Est¨¢ sentado sobre unos 70 lingotes de plata de 40 kilos cada uno, sostiene en sus manos una copa de oro que poco despu¨¦s se vender¨¢ por 29 millones de pesetas y lleva colgadas alrededor del cuello cuatro caderias de oro grandes y una m¨¢s peque?a, de la que pende un dobl¨®n de oro. Es Mel Fisher, el aventurero que ha dedicado su vida y su fortuna (e incluso la vida de su hijo Dirk, ahogado en julio de 1975) a rescatar del fondo del mar frente a los cayos de Florida las riquezas de los galeones espa?oles que nunca llegaron a su destino.Dentro de dos semanas, Fisher estar¨¢ en Espa?a para negociar con el gobierno los permisos para rastrear la bah¨ªa de C¨¢diz, en busca de galeones hundidos poco antes del final de su periplo. Segun ¨¦l, "han sido las autoridades espa?olas quienes me han invitado, pues quieren incorporar nuevas piezas rescatadas a las exposiciones previstas para 1992". Fuentes espa?olas, sin embargo, anticipan que las negociaciones con Fisher ser¨¢n muy complicadas, ya que el norteamericano se niega en redondo a que sus tareas de b¨²squeda est¨¦n en todo momento bajo control oficial. Este detalle es congruente con las acusaciones de que Fisher ha sido objeto en Estados Unidos, donde los representantes de algunos museos y universidades han calificados sus m¨¦todo de "irregulares", "fraudulentos, porque no declara todo lo que saca del mar" y "m¨¢s cercanos a la pirater¨ªa que a la arqueolog¨ªa".
Indignaci¨®n
Fisher, que no es, desde luego, un arque¨®logo, se indigna ante estas acusaciones, que califica de "rid¨ªculas". "No soy un pirata, pero s¨ª un hombre de negocios, y quiero poder hacer mis negocios en libertad", afirma. Las camisas de los buzos del equipo de Fisher llevan impresa la reproducci¨®n de una moneda de oro espa?ola y la inscripci¨®n The doubloon pirates (Los piratas del dobl¨®n) y al propio Fisher le encanta dejarse fotografiar cargado de oro y sentado sobre plata. Pero este genuitino aventurero y negociante norteamericano le presta a su exhibicionismo un toque sentimental. La cadena con la moneda, por ejemplo, no es parte del espect¨¢culo. "?sta es la primera moneda de oro que encontr¨¦ despu¨¦s de 13 a?os de b¨²squeda infructuosa y no la vender¨¦ a nadie por ninguna cifra", explica. "La cadena la encontr¨® mi hijo Dirk; estoy determinado a que me entierren con ella".
No todo es sentimentalismo en Mel Fisher, por supuesto, y aunque ¨¦l afirma que "yo s¨®lo me he quedado con un 6% del total de los tesoros recuperados", dice tener varios proyectos en marcha, como "un complejo tur¨ªstico para buceadores que estamos construyendo en la isla Barbiera, en las Bahamas". Por lo dem¨¢s, Fisher sigue buscando tesoros y cuantifica sus operaciones en t¨¦rminos monetarios: "Me gasto 1.200.000 d¨®lares por a?o en cada operaci¨®n de b¨²squeda y ahora mismo tengo tres operaciones en marcha".
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