Un paso de gigante
LA PRESIDENCIA alemana de la Comunidad Europea culmina, a finales de este mes, con la adopci¨®n de una de las decisiones m¨¢s trascendentales para el futuro de la construcci¨®n europea. La liberalizaci¨®n de los mercados de capitales a corto plazo, aprobada por los ministros de Finanzas de los 12 pa¨ªses comunitarios el pasado 13 de junio, aun con todas las limitaciones de plazos para su entrada en vigor y las cl¨¢usulas de separaci¨®n temporal que se admiten, constituye uno de los pasos m¨¢s importantes dados hasta ahora para que el mercado ¨²nico europeo, previsto para enero de 1993, no se quede en una mera declaraci¨®n de intenciones.La directiva que deber¨¢ aprobar la pr¨®xima cumbre de jefes de Estado y, de Gobierno de la CE, que tendr¨¢ lugar en Hannover los d¨ªas 27 y 28 de este mes, supone que en el plazo de dos a?os -cuatro para espa?oles, irlandeses, portugueses y griegos- los ciudadanos de los pa¨ªses miembros podr¨¢n operar sin limitaciones con las instituciones financieras de cualquiera de los 12 pa¨ªses. Junto a una mejora para los usuarios de los servicios bancarios, la liberalizaci¨®n de los movimientos de capitales obligar¨¢ a que los pa¨ªses miembros de la CE adopten medidas concretas para conseguir una mayor unificaci¨®n de sus pol¨ªticas monetarias y fiscales, lo que deber¨¢ traducirse en una inevitable p¨¦rdida de parcelas sustanciales de la soberan¨ªa nacional.
En lo que se refiere a la, fiscalidad, el diferente trato a que est¨¢n sometidas las rentas del capital en cada uno de los pa¨ªses de la CE es incompatible con la decisi¨®n de liberalizar dichos movimientos. Porque una menor retenci¨®n fiscal inicial -independientemente de cu¨¢l sea la presi¨®n fiscal final que soporten los ciudadanos- ser¨¢ uno de los factores que inclinen a una empresa a decidir, por ejemplo, d¨®nde coloca sus excedentes de tesorer¨ªa. Los responsables de los doce deber¨¢n resolver tambi¨¦n en los pr¨®ximos meses los desajustes que puede provocar, para el cumplimiento de esa directiva, el mantenimiento de pol¨ªticas monetarias divergentes en lo que se refiere a la fijaci¨®n de los tipos de cambio y del control de la inflaci¨®n. La experiencia del Sistema Monetario Europeo (SME) ha marcado una tendencia a la unificaci¨®n de dichas pol¨ªticas, pero pa¨ªses como el Reino Unido y Espa?a siguen fuera de ese sistema. Las normas ahora aprobadas obligar¨¢n a la integraci¨®n de los que ahora est¨¢n fuera, al tiempo que todo el sistema deber¨¢ encaminarse hacia la creaci¨®n de una aut¨¦ntica moneda ¨²nica europea y no meramente una unidad de cuenta.
En los a?os de crisis, el objetivo de reducir la tasa de inflaci¨®n a toda costa ha permitido la convergencia de las pol¨ªticas monetarias, pero en la actualidad una parte importante de los pa¨ªses empieza a plantear la necesidad de modificar esa convergencia y sustituir el objetivo de inflaci¨®n cero por una inflaci¨®n algo mayor a cambio de una mayor expansi¨®n y menor desempleo, siempre y cuando no se produzcan desequilibrios importantes. Las razones demogr¨¢ficas y los temores a la importaci¨®n de mano de obra pesan entre quienes optan por mantener tasas moderadas de crecimiento econ¨®mico que les garantizan la suficiente riqueza, mientras que las naciones con mayor tasa de paro relativo apuestan por lo contrario.
La pol¨ªtica monetaria, entendida como la necesaria relaci¨®n entre tasa de precios y tipo de cambio de una moneda frente al resto, dejar¨¢ de ser competencia de cada una de las naciones, a¨²n m¨¢s de lo que, lo es ya ahora, para ser compartida por el ¨®rgano superior de la CE. La fijaci¨®n de impuestos y la emisi¨®n de moneda han sido dos de los atributos m¨¢s caracter¨ªsticos del Estado moderno, tal como ha llegado hasta nuestros d¨ªas. Con la din¨¢mica puesta en marcha por la unificaci¨®n del mercado de capitales en el ¨¢mbito de la Comunidad, los responsables de la CE dan un paso de gigante para avanzar en una aut¨¦ntica construcci¨®n europea, por encima de nacionalismos y definiciones de soberan¨ªa que son ya de otro siglo.
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