Franquear el abismo
"Un abismo s¨®lo se puede franquear de un salto; nunca en dos". Un ensayista de Novi Mir invita as¨ª a Mijail Gorbachov a que utilice la XIV Conferencia Nacional del PCUS como trampol¨ªn para pasar de un salto a la democracia socialista en la URSS. Los partidarios m¨¢s radicales de la perestroika proponen, de hecho, que la asamblea que se reunir¨¢ el 28 de junio se transforme en una especie de constituyente. Querr¨ªan, en resumidas cuentas, que no se contentara con aprobar las diez tesis de Gorbachov sobre las futuras reformas, ya aceptadas por el comit¨¦ central, sino que renovara todas las instituciones pol¨ªticas, econ¨®micas y jur¨ªdicas del pa¨ªs. "La historia no nos perdonar¨¢", dicen en esencia los radicales, "si dejamos escapar esta ocasi¨®n de crear las instituciones que hagan imposible una reca¨ªda en el autoritarismo y el estancamiento". ?Acaso la imagen propuesta por Novi Mir no sugiere que Gorbachov arriesga zambullirse en el abismo si intenta instalar en la URSS el estado socialista de derecho por etapas, en vez de hacerlo de un solo golpe?Percibida en el campo sovi¨¦tico y en el mundo entero como un acontecimiento mayor, la conferencia que se iniciar¨¢ en Mosc¨² la semana pr¨®xima est¨¢ precedida de un verdadero suspense. Seg¨²n lo que se sabe, no se parecer¨¢ a ning¨²n otro congreso del PCUS, por la simple raz¨®n de que cada uno de los 5.000 delegados podr¨¢ proponer y hacer votar enmiendas a las tesis de Gorbachov. Ser¨ªa el fin de los votos un¨¢nimes. Uno de los delegados, Vitalii Korotich, director de Ogoniok, anuncia adem¨¢s por adelantado que combatir¨¢ "contra quienes durante toda su vida trataron de inculcar miedo al partido y al pa¨ªs y que se aferran a¨²n hoy a un concepto paranoico del secreto en pol¨ªtica". Es decir, que por primera vez en el Kremlin, en la sala de los congresos, el debate ser¨¢ contradictorio y, en cuanto a ciertos puntos, muy agitado. L¨®gicamente, tres o cuatro temas deber¨ªan dividir a los delegados.
El primero concierne al parlamentarismo sovi¨¦tico. Fue suscitado con mucho ruido por el polit¨®logo Fedor Burlatski, antiguo speechwriter de Nikita. Jruschov y de Alexei Kosiguin. Aunque aprobando la orientaci¨®n global sobre el mayor papel de los soviets, en tanto que ¨®rganos del poder municipal y regional, Burlatski estima que el Soviet Supremo no puede quedar en una asamblea de notables que se re¨²nen dos veces por a?o durante algunos d¨ªas. A su entender, la URSS es suficientemente rica como para poder pagar un sueldo a unos 800 diputados que trabajar¨ªan, como en Occidente, a tiempo completo. Burlatski quiere diputados que se ocupen de pol¨ªtica a la manera de los de Westminster, y que expresen d¨ªa a d¨ªa las peticiones de su circunscripci¨®n.
'Presidencialismo'
Siguiendo con su idea, pide al secretario general del PCUS que no se contente con el mandato del partido y que se someta al veredicto del sufragio universal. Los interlocutores occidentales ya no podr¨ªan, si este esquema presidencial fuera aceptado, reprochar a Gorbachov el haber sido elegido por una docena de miembros del Politbur¨® reunidos a puerta cerrada. Si fuera elegido por el pueblo, no tendr¨ªa que batallar durante a?os para asentar su autoridad en el Kremlin. En el pasado, recuerda en efecto el polit¨®logo, tanto Stalin como Jruschov y Breznev tardaron al menos cinco a?os para consolidar su poder. Burlatski deja as¨ª entender que Mijail Gorbachov, que accedi¨® a su puesto tan s¨®lo en 1985, tiene que dedicar la mayor parte de su tiempo a imponerse en el Politbur¨® y en el comit¨¦ central heredados de la ¨¦poca brezneviana. El presidencialismo servir¨ªa, pues, tanto para reforzar su autoridad en el interior como para afirmarla internacionalmente.
Segundo tema de debate, la reforma econ¨®mica. Tambi¨¦n ah¨ª Gorbachov fue lejos en sus tesis, al acordar autonom¨ªa a las empresas y al alentar las actividades cooperativas e individuales. Pero el economista V. Krivocheev recuerda de pronto que en lo que concierne a las empresas estatales, el 23? Congreso del PCUS ya promulg¨®, en 1965, una reforma casi id¨¦ntica y que, a pesar de la solemnidad de su decisi¨®n, el aparato ejecutivo del partido, sin ning¨²n voto ni resoluci¨®n, la redujo a la nada. Una simple circular de un responsable de la secci¨®n econ¨®mica regional, o incluso local, del PCUS, demuestra Krivocheev, bastaba a menudo para matar en el huevo el esfuerzo de reforma. "Las ideas mueren, entre nosotros, en silencio, sin el estr¨¦pito que acompa?¨® la destrucci¨®n de Pompeya", escribe abogando por la supresi¨®n pura y simple de las secciones econ¨®micas del partido. La econom¨ªa, dicho de otra manera, debe ser completamente liberada de la tutela del PCUS para poder desarrollarse seg¨²n sus propias leyes. Lo que no excluye una dosis de planificaci¨®n central no imperativa. Esta reivindicaci¨®n no contradice el esp¨ªritu de la reforma de Gorbachov, sino que presupone una reducci¨®n inmediata y brutal del aparato del partido. Una medida muy dura de tragar para los conservadores, cuya presencia complica muchos problemas. Gorbachov lo deplor¨® sin per¨ªfrasis en sus tesis. Lo que no dice es c¨®mo piensa eliminar esa corriente. Como si apostara ¨²nicamente al tiempo y a los ¨¦xitos de la perestroika para convertir a los m¨¢s reticentes. Los innovadores, en v¨ªsperas de la conferencia del 28 de junio, proponen m¨¦todos m¨¢s radicales. Seg¨²n ellos, los conservadores m¨¢s endurecidos tienen puestos en el partido, mientras que los partidarios de la perestroika son sin-partido. ?Por qu¨¦ no reagrupar a estos ¨²ltimos en un frente del pueblo, para que puedan participar m¨¢s activamente en la vida pol¨ªtica? La acad¨¦mica Tatiana Zaslavskaia fue la primera en plantear este problema. Es sin duda por esta raz¨®n por lo que los conservadores en Mosc¨² impidieron su elecci¨®n para la conferencia. Pero otros, delegados o no, retomaron y a veces maquillaron su idea. No quieren que el frente del pueblo sea un nuevo partido, m¨¢s o menos camuflado, dotado de estructuras propias, con cuadros permanentes y ¨®rganos centrales. Simplemente debe facilitar la expresi¨®n de la base, ayudar a la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Al mismo tiempo que niega la lucha por el poder, la sociedad civil as¨ª organizada podr¨ªa pesar mejor sobre el partido y crear as¨ª una forma in¨¦dita de pluralismo. El poeta Eugueni Evtuchenko acaba de lanzarse a la pelea para reivindicar un mayor espacio para esta sociedad civil en los medios de comunicaci¨®n. Protesta contra la discriminaci¨®n hacia los sin-partido, que constituyen m¨¢s del 90% de la poblaci¨®n. ?Es normal -pregunta- que todas las revistas, a excepci¨®n de Novo Mir, todos los semanarios y los peri¨®dicos est¨¦n dirigidos por miembros del partido?.
El espectro de Trotski
La ¨²ltima piedra antes de la conferencia fue arrojada a la charca por el muy combativo historiador Yuri Afanasiev, rector del Instituto Nacional de Archivos. En una conferencia de prensa en el Ministerio de Exteriores, pidi¨® la rehabilitaci¨®n jur¨ªdica de Lev Trotski y la publicaci¨®n inmediata de todas sus obras. Su intervenci¨®n tuvo el efecto de una bomba, tanto m¨¢s que Afanasiev no es sospechoso de simpat¨ªas hacia el trotskismo. Fue uno de los primeros en reaccionar contra las tentativas de los conservadores de hacer pasar a Trotski por un monstruo y de responsabilizarlo por el... ?estalinismo! Al comienzo, cuando s¨®lo los extremistas de la asociaci¨®n Pamiat hac¨ªan de esta v¨ªctima de Stalin un demonio de la historia sovi¨¦tica, era posible desde?ar sus intentos, inspirados por el muy cl¨¢sico antisemitismo. Pero desde entonces los escritos de los grandes universitarios sobre el pretendido impacto del pensamiento de Trotski sobre Stalin se han multiplicado. Es contra este nuevo mito, que reduce evidentemente el campo de la transparencia, contra el que se baten Afanasiev y sus amigos.
Por ahora todos esos radicales de la perestroika act¨²an en orden disperso. No se proponen intervenir en la conferencia como una fracci¨®n constituida. Optimistas, conf¨ªan en la opini¨®n sovi¨¦tica: ella sabr¨¢ elegir su concepto del pluralismo radical contra los defensores el patrimonio del estalinismo.
Traducci¨®n: Jorge Onetti.
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