La bella noche de Offenbach
Las ¨²ltimas obras, en general, poseen una belleza singular. Sobre todo si los autores tienen conciencia de que su vida o sus creaciones est¨¢n a punto de concluir. Mozart se apresur¨® en La flauta m¨¢gica a dejar su mensaje de fraternidad fracmas¨®n, a volcar en m¨²sica su ideolog¨ªa. Verdi se liber¨® de todas sus tragedias y melodramas afrontando Falstaff. Wagner llev¨® a los ¨²ltimos extremos su refinamiento orquestal con Parsifal. Berg, en Luffi, mostr¨® una belleza desoladora, un retrato pesimista y estremecedor de la condici¨®n humana.Offenbach (1819-1880), el rey de la opereta, el s¨ªmbolo musical del II Imperio en Francia, quiso simplemente componer una ¨®pera. Fue Los cuentos de Hoffmann. [El teatro l¨ªrico nacional de La Zarzuela representa esta ¨®pera los d¨ªas 26 y 30 de junio, 4, 8 y 12 de julio, con Alfredo Kraus al frente del reparto.]
No lleg¨® a verla representada, ni siquiera totalmente concluida. La muerte le sorprendi¨® antes de la primera representaci¨®n en la ¨®pera C¨®mica de Par¨ªs, el 10 de febrero de 1881. La gestaci¨®n fue dolorosa, pero Offenbach quer¨ªa terminar a toda costa. Manifestaba a su m¨¦dico que las fuerzas te abandonaban. ?Llegar¨¦? Eso espero...", dec¨ªa a su hija Pepita. Mientras, en las escasas pausas, le¨ªa una biograf¨ªa de Mozart.Siempre hab¨ªa tenido una especial inclinaci¨®n por el escritor alem¨¢n Ernst Theodor Guillaume Hoffmann (1776-1822) -sustituy¨® Guillaume por Amadeus en homenaje a Mozart-, cuyos cuentos El hombre de arena, El hombre que perdi¨® su sombra y El viol¨ªn de Cremona sirviendo de inspiraci¨®n al drama de Michel Carr¨¦ y Jules Barbier Los cuentos de Hoffmann, estrenado el 31 de marzo de 1851 en el teatro Ode¨®n. Desde entonces, Offenbach crey¨® en la viabilidad de convertirlo en ¨®pera.
Historias imaginativas
Son tres historias muy imaginativas, precedidas por un pr¨®logo y culminadas por un ep¨ªlogo, en que se narran, en flash-back, los amores desgraciados de Hoffmann con Olympia, Giulietta y Antonia. Olympia es una aut¨®mata, una mu?eca mec¨¢nica a la que hay que dar cuerda para que cante, una adelantada a estos tiempos que corren de sexo fr¨ªo. Glulietta es una cortesana que al seducir ejerce efectos de hacer perder la sombra o el reflejo en el espejo de sus pretendientes. Antonia lleva asociado cantar a morir, pero, influida por la voz de su madre, canta. Pertenecen a tres im¨¢genes desdobladas de Stella, que se encuentra mientras tanto interpretando Don Giovanni, y que al final se ir¨¢ con el consejero municipal Lindorf. Hoffmann, desenga?ado de sus amores no correspondidos, se abandona a la poes¨ªa.Un segundo nivel de lectura, m¨¢s simb¨®lico, pero fuertemente enraizado en la literatura alemana, es la lucha entre las fuerzas del bien y del mal, que los diferentes personajes representan. Archiconocida es la Barcarola ("Bella noche..."), que ilustra el episodio veneciano. El papel principal ha atra¨ªdo poderosamente a tenores espa?oles de mera l¨ªnea, como Pl¨¢cido Domingo o Alfredo Kraus, que lo realiza en esta ocasi¨®n. La obra se caracteriza por un melodismo muy franc¨¦s: tiene momentos de acusado lirismo y gran variedad de situaciones musicales.Los cuentos de Hoffmann fue el ¨²ltimo deseo de Offenbach. Natural de Colonia, pero afincado desde muy joven en Francia, hab¨ªa compuesto con anterioridad unas 100 operetas, algunas de ellas tan famosas y ¨²ltimamente tan revalorizadas como Orfeo en los infiernos, La bella Helena o La Perichole. Fundador del famoso teatro Bouffes Parisiennes, tuvo entre sus admiradores al zar de Rusia, Marx y Zola.M¨²sico oficial del reinado de Napole¨®n III y de la sociedad que le sustentaba, supo adaptarse con facilidad al ¨¦xito y al carrusel de la vida parisiense de mediados del siglo XIX. Los cambios pol¨ªticos y el advenimiento de una nueva Rep¨²blica oscurecieron su estrella, haci¨¦ndole comprender que su tiempo hab¨ªa acabado. Ello le permiti¨® volver a sus aspiraciones ocultas y m¨¢s ¨ªntimas, poniendo m¨²sica a estos cuentos tan sugestivos, fant¨¢sticos y po¨¦ticos.
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