Moda de los toros
He le¨ªdo su intolerante art¨ªculo La moda de los toros, publicado en EL PA?S del 9 de junio de 1988. Sin entrar en las conclusiones filos¨®ficas sobre la relaci¨®n del ser humano con los otros seres existentes en el planeta, que evidentemente no son favorables a su postura, convendr¨¢ usted conmigo que mientras un hombre, por un acto de lib¨¦rrima voluntad, se enfrente a un toro con prop¨®sito de burlarlo existir¨¢ el toreo. Y, se?or Llamazares, que no se diga que tal acto es un producto de la "analfabetizaci¨®n existencial". Ser¨¢ para usted analfab¨¦tico, pero es m¨¢s ¨¦tico que muchos de los actos humanos alfab¨¦ticos.La alfabetizaci¨®n m¨¢xima de nuestro siglo, la ciencia f¨ªsica, ha dado a luz cosas tan terribles como las armas nucleares, las qu¨ªmicas o las bacteriol¨®gicas, y a nadie se le ocurre pedir que dicha ciencia f¨ªsica se proh¨ªba.
Los toros, se?or Llamazares, son m¨¢s simples que todo eso. Son un impulso elemental de algunos seres de medir sus fuerzas con un poderoso animal, confiando en la inteligencia humana para burlarlo. Se?or Llamazares, en Espa?a parte del pa¨ªs ha sido taurino y otra parte antitaurino. Como sea, adem¨¢s, que la democracia en que nos toca vivir se fundamenta, entre otras cosas, en la tolerancia, me permito aconsejarle que se aficione usted a tan prudente matrona, y si la soluci¨®n no le satisface, le sugiero otra alternativa: cambie
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de nacionalidad, h¨¢gase sueco, por ejemplo.- Antonio Agesta. .
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