Secuestros y desapariciones
El miembro de los GAL Daniel Fern¨¢ndez Ace?a declar¨® a este peri¨®dico en la c¨¢rcel de Valladolid, antes de su traslado a Madrid, que Mohand Talbi, condenado a cadena perpetua en Francia; el legionario Pedro S¨¢nchez, fallecido en extra?as circunstancias, y un ciudadano belga secuestraron en el sur de Francia a Jos¨¦ Ignacio Lasa y a Jos¨¦ Antonio Zabala, y, tras pasarlos a Espa?a e interrogarles en Hondarribia (Guip¨²zcoa), les asesinaron y enterraron en un monte de esa zona.Fern¨¢ndez Ace?a afirma desconocer si la acci¨®n fue organizada por el polic¨ªa Jos¨¦ Amedo, aunque s¨ª asegura que el subcomisario "estaba al corriente del secuestro".
"Me encontraba", dice Fern¨¢ndez Ace?a, "en casa de Le¨®n Poplasky, polaco nacionalizado estadounidense, que era agregado militar comandante y colaboraba con la Guardia Civil. Su mujer era la c¨®nsul de Nicaragua".
Fern¨¢ndez Ace?a precisa que all¨ª tuvo conocimiento del secuestro de Lasa y Zabala, acci¨®n que no fue planteada, seg¨²n afirma, para obtener informaci¨®n, porque sab¨ªan que los dos etarras no eran miembros importantes de la organizaci¨®n terrorista y, por tanto, no dispon¨ªan de muchos datos.
La acci¨®n, seg¨²n Fern¨¢ndez Ace?a, fue preparada para crear nerviosismo en el sur de Francia, y estos dos refugiados eran objetivos f¨¢ciles. Lasa y Zabala fueron secuestrados el 13 de octubre de 1983 en Bayona, y permanecieron algunos d¨ªas en el sur de Francia. Posteriormente fueron cruzados en una embarcaci¨®n hasta Hondarribia, donde estuvieron alrededor de dos semanas.
Experto belga
El activista de los GAL precisa que Lasa y Zabala ya cruzaron la frontera en muy malas condiciones por las dosis de pentotal que les hab¨ªan hecho ingerir. Estuvieron en un casachal¨¦ hasta que murieron y fueron enterrados en un monte pr¨®ximo.Fern¨¢ndez Ace?a a?ade que para hacerles desaparecer se llam¨® a un belga residente en M¨¢laga, experto en estas acciones. Este belga recubre los cad¨¢veres con goma neum¨¢tica, inyecta gasolina y grasa a los cuerpos por la boca y luego los quema. "No queda nada de ellos", dice el gal.
El activista, sin embargo, precisa que el belga decidi¨® no prestar se para esta acci¨®n, puesto que deber¨ªa trasladar los cad¨¢veres de los etarras hasta M¨¢laga, y eso ofrec¨ªa muchos riesgos. Por ese motivo, dice Fern¨¢ndez Ace?a, se decidi¨® enterrarlos en un monte pr¨®ximo a Hondarribia.
El activista de los GAL dice conocer el lugar donde fueron enterrados, pero se niega a colaborar con la justicia si no se le aplica alg¨²n tipo de reinserci¨®n y se le reduce su condena.
El juez Garz¨®n interrog¨® ayer al activista durante m¨¢s de seis horas.
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