?Son los sindicatos y los salarios responsables del desempleo?
He le¨ªdo en los medios de comunicaci¨®n que el secretario de Estado de Econom¨ªa, al presentar un documento elaborado por su propio ministerio, acusa a las centrales sindicales de actuar con gran rigidez en la negociaci¨®n de los convenios, lo que ha obligado a los empresarios a realizar un ajuste de empleo mayor del necesario. En las conclusiones parece que el secretario de Estado se manifiesta partidario de proseguir el proceso de flexibilidad laboral y moderaci¨®n salarial, con la finalidad de favorecer la creaci¨®n de empleo.A partir de un trabajo emp¨ªrico que habr¨ªa que analizar en detalle, se sacan conclusiones simples, dejando zanjada una discusi¨®n que tiene unas considerables implicaciones te¨®ricas como es la influencia de los salarios en el nivel de empleo. Algunos de los problemas fundamentales en los que se ha centrado la discusi¨®n en los ¨²ltimos a?os han sido la inflaci¨®n, el paro y la interacci¨®n entre ambos fen¨®menos. Los economistas han desarrollado distintos puntos de vista sobre estas cuestiones, pero lo m¨¢s destacable es que no existe un acuerdo sobre cu¨¢les son las causas o los remedios del paro y de la inflaci¨®n.
Un autor tan prestigioso como Malinvaud (E. Malinvaud, Paro masivo, Editorial Antoni Bosch, Barcelona, 1985) ha se?alado que el paro masivo es una consecuencia del mal funcionamiento de la econom¨ªa. Si se acepta esta idea, que yo desde luego asumo y que no est¨¢ efectuada por ning¨²n economista radical, sino m¨¢s bien convencional, resulta cuando menos excesivo y simplificado hacer recaer la responsabilidad de un mal funcionamiento de todo un sistema econ¨®mico en los salarios y en los sindicatos.
En efecto, los salarios no est¨¢n determinados en una econom¨ªa de mercado de una manera inequ¨ªvoca, sino que son el resultado de una serie de factores, como las luchas sociales y elementos hist¨®ricos e institucionales. El salario, adem¨¢s, sufre las limitaciones y restricciones de las variaciones de la productividad del trabajo. De ah¨ª que la relaci¨®n laboral haya que considerarla como una relaci¨®n social y no simplemente como una relaci¨®n mercantil. El mercado laboral resulta no ser un verdadero mercado, pues el precio vinculado a ¨¦l, el tipo de salario, no cumple la funci¨®n t¨ªpica de una estructura de mercado. La conclusi¨®n que se obtiene de ello es radicalmente distinta de la teor¨ªa ortodoxa o neocl¨¢sica. Seg¨²n esta escuela, en situaci¨®n de competencia perfecta, las fuerzas del mercado son las que provocan que se igualen las cantidades de trabajo ofrecidas por los trabajadores y las cantidades de trabajo demandadas por las empresas, produci¨¦ndose en el intercambio el salario de equilibrio. Cualquier desequilibrio del mercado de trabajo, como es la existencia de paro involuntario se achaca a que se dan imperfecciones en el mercado, como los sindicatos y la regulaci¨®n de los salarios m¨ªnimos. De modo que la conclusi¨®n que se deduce de ello es la necesidad de dotar al mercado de trabajo de mayor flexibilidad, con lo que se podr¨ªa eliminar el problema del paro.
Este planteamiento te¨®rico es el que se encuentra detr¨¢s de las propuestas lanzadas por los dirigentes de la econom¨ªa espa?ola y aunque seguramente acepten ellos mismos ciertas limitaciones a asumir ese enfoque neocl¨¢sico plenamente, en el fondo es lo que subyace en sus formulaciones y que por otra parte es coherente con toda la actuaci¨®n que preside su pol¨ªtica econ¨®mica.
Salarios y beneficios
Se necesita, por tanto, una mayor profundizaci¨®n en la comprensi¨®n de los procesos de la producci¨®n, porque el desempleo masivo que se produce en las econom¨ªas desarrolladas hay que vincularlo con el comportamiento de las tasas de beneficios, pues una ca¨ªda en los beneficios aparece ligada a toda crisis. Sin embargo, este tipo de ca¨ªda es o puede ser una consecuencia de la crisis y se har¨ªa presente sea cual fuera la causa que la originase.
Algunos tratadistas han vinculado la crisis del descenso de los beneficios como producto de un aumento excesivo de los salarios, por lo que una pol¨ªtica de contenci¨®n de los salarios contribuir¨ªa a reducir el paro. Los que defienden esta pol¨ªtica hacen hincapi¨¦ en el impacto positivo que unos beneficios m¨¢s altos tendr¨¢n sobre la inversi¨®n. Sin embargo, queda por demostrar de qu¨¦ manera unos salarios menores generan unos beneficios m¨¢s altos y, sobre todo, si realmente este excedente se invierte en negocios productivos generadores de empleo, a la vez que hay que demostrar que una mayor inversi¨®n pueda crear empleo. Estas implicaciones no resultan tan evidentes y de hecho, en el comportamiento de los ¨²ltimos a?os, tanto en bastantes pa¨ªses desarrollados como en Espa?a, no se ha producido una relaci¨®n estrecha en el comportamiento de estas variables. El argumento ser¨ªa convincente si las causas del paro fueran las que establecen los neocl¨¢sicos.
La principal causa del paro est¨¢ en el surgimiento de la crisis en los inicios de los setenta. Una crisis que tiene una dimensi¨®n mundial y que como cada crisis lleva consigo la destrucci¨®n masiva de capital, una destrucci¨®n que afecta fundamentalmente a los m¨¢s d¨¦biles. Para combatir con las consecuencias que la misma origina, se realiza un ataque por parte del capital contra el trabajo, con el fin de restaurar la acumulaci¨®n, favorecer la centralizaci¨®n y concentraci¨®n del capital y elevar globalmente los beneficios. Los problemas surgidos son, sin embargo, producto de la propia acumulaci¨®n de un sistema que se rige por el beneficio y la competencia y no pueden resolverse con sencillas soluciones de moderaci¨®n salarial y flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo y ni tan siquiera mediante la intervenci¨®n del Estado.
La intervenci¨®n estatal tambi¨¦n se encuentra impotente para hacer frente con relativo grado de ¨¦xito a una situaci¨®n que es el reflejo del mal funcionamiento de la econom¨ªa. En el caso concreto de Espa?a, agravada la situaci¨®n por las caracter¨ªsticas de debilidad estructural de la econom¨ªa y la sensibilidad que se manifiesta ante los acontecimientos del exterior.
La pol¨ªtica econ¨®mica actual que persigue poner las condiciones que favorecen el proceso de acumulaci¨®n conlleva, sin embargo, graves costes sociales, sin la certeza plena de que asegure la recuperaci¨®n del empleo. La raz¨®n estriba en que esta pol¨ªtica econ¨®mica responde a unas exigencias de reducir la inflaci¨®n, aunque sea al precio de una extensi¨®n masiva y duradera del paro. Su principal objetivo es tratar de favorecer cambios estructurales, de forma que se recuperen los resortes fundamentales del crecimiento econ¨®mico. Esta tarea se encomienda fundamentalmente al mercado y se acompa?a con un abandono progresivo de la regulaci¨®n, no consider¨¢ndose oportuno la puesta en pr¨¢ctica de la planificaci¨®n, la ampliaci¨®n del sector p¨²blico, o la profundizaci¨®n del Estado de bienestar.
Hay que aceptar el hecho de que, efectivamente, han aparecido nuevas necesidades de flexibilidad y que las mismas son el resultado de funcionamientos inadecuados del sistema productivo, as¨ª como de nuevas demandas sociales. La situaci¨®n actual requiere nuevos planteamientos ante el hecho evidente de que se han registrado y se producen en la actualidad mutaciones en el sistema econ¨®mico, a veces con una gran rapidez, lo que implica la necesidad de encontrar nuevas f¨®rmulas organizativas que se adapten al proceso productivo. Pero las propuestas de flexibilidad tambi¨¦n se demandan como un intento capitalista de alterar la relaci¨®n de fuerzas y debilitar a la clase obrera, por lo que la pol¨ªtica econ¨®mica que se trata de imponer es favorable a los sectores sociales dominantes.
Por eso hay que se?alar que si bien la pol¨ªtica econ¨®mica no es la ¨²nica responsable del paro, la puesta en pr¨¢ctica de ciertas concepciones no ayudan a remediar los males del desempleo, atacando muy directamente a determinados logros sociales conseguidos con anterioridad. Si bien hay que aceptar un grado de moderaci¨®n salarial y se pueden discutir ciertos presupuestos de flexibilizaci¨®n, la persistencia en avanzar en este terreno puede agravar los problemas, sobre todo si no se acompa?a de medidas compensatorias.
Paro e inflaci¨®n
No tenemos en el momento presente unas l¨ªneas de actuaci¨®n que sean capaces de superar los problemas del desempleo y que sean compatibles con la lucha contra la inflaci¨®n, al tiempo que superen las contradicciones surgidas entre eficacia y restauraci¨®n del crecimiento con un avance en la consecuci¨®n de una mayor igualdad. El capitalismo est¨¢ evolucionando hacia formas que provocan mayores desigualdades. Plantear alternativas ante ello no es tarea f¨¢cil, as¨ª como el hacer cambiar esas tendencias. Ahora bien, esa dificultad no debe empa?ar la tarea de tratar de desvelar las cuestiones que subyacen a la problem¨¢tica actual y diferenciar con claridad aquellos aspectos que benefician a la minor¨ªa privilegiada de lo que tiene inter¨¦s para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Comoquiera, adem¨¢s, que la industria espa?ola ha experimentado en los ¨²ltimos a?os una importancia del progreso t¨¦cnico ahorrador de trabajo, la pol¨ªtica de empleo debe tener en cuenta este hecho, pues de lo contrario, ser¨¢ incorrecta e insuficiente. En concreto, se debe desarrollar la educaci¨®n, la formaci¨®n profesional y de reciclaje de los parados, as¨ª como la investigaci¨®n, ya que hay que sentar las bases para una proyecci¨®n a m¨¢s largo plazo y no s¨®lo a corto, sobre todo si se tiene en cuenta la fragilidad que todav¨ªa ofrece en muchos aspectos la econom¨ªa espa?ola.
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