La exuberancia de mediados de 1988
Con la ca¨ªda mundial de la bolsa el pasado mes de octubre, la mayor¨ªa de los principales economistas predijeron que esto no convertir¨ªa el 1988 en un a?o de depresi¨®n. Lo peor que esperaban era que la depreciaci¨®n de las ganancias netas de la gente hiciera descender la tasa de crecimiento en el consumo y en los gastos de inversi¨®n.Por una vez, los expertos no dieron en la diana.
- El comienzo del verano de 1988 contempla una econom¨ªa americana que es fuerte.
- En el extranjero, los japoneses y los pa¨ªses del Pac¨ªfico est¨¢n muy fuertes.
- Gran Breta?a, durante tanto tiempo la anciana enferma de Europa, ha ido creciendo muy bien.
- A pesar del continuado letargo de las autoridades macroecon¨®micas de Alemania Occidental, el comercio en Europa es lo suficientemente boyante para hacer que las predicciones de la OCDE aumentan sus proyecciones de crecimiento.
Los sondeos electorales en Estados Unidos deben considerar el clima de 1988 como propicio para los republicanos, favorable para un cuasi titular como George Bush en su intento de ser el sucesor de Reagan como presidente. El economista Ray Fair, de Yale, durante largo tiempo investigador de polim¨¦trica -un estudio de c¨®mo los ciclos econ¨®micos pueden afectar a los ciclos pol¨ªticos-, sigue opinando que la lucha entre Dukakis y Bush ser¨¢ muy igualada. Pero si los factores econ¨®micos fueran los decisivos, mi criterio sobre las f¨®rmulas de Fair es que favorecen m¨¢s al candidato republicano que al dem¨®crata.
Desde luego, la econom¨ªa rara vez es del todo decisiva. Y para las elecciones de noviembre todav¨ªa faltan cinco meses. La econom¨ªa no es una ciencia exacta. Muchas cosas pueden cambiar en dicho per¨ªodo.
'Por un lado, cuando el crecimiento global es tan animoso como para dejar a un lado el temor por la recesi¨®n, el miedo a la inflaci¨®n pasa a primera l¨ªnea de forma natural. Dado que con tanta frecuencia tenemos un miedo irracional a la inflaci¨®n a causa de los gnomos de Wall Street y de Z¨²rich, es importante que destaque la racionalidad de la preocupaci¨®n respecto a acelerar la inflaci¨®n cuando la tasa de desempleo en Estados Unidos ha descendido a un 5,5% la mitad de lo que era hace seis a?os, y seguramente no est¨¦ lejos de nuestro nivel factible de empleo total.
Al igual que a los votantes no les gustan las recesiones, tambi¨¦n les disgusta la aceleraci¨®n de la inflaci¨®n. Los votantes alemanes son los m¨¢s obsesionados por su fobia a la inflaci¨®n. Pero incluso el presidente Jimmie Carter, en vistas a una reelecci¨®n en el plazo de un a?o, se vio en la necesidad de gestionar la recesi¨®n de 1980 con intenci¨®n de enfriar una tasa anual de inflaci¨®n de dos cifras.
Aun en el peor de los casos, no espero que la tasa de inflaci¨®n actual en Estados Unidos empeore de forma dram¨¢tica, ya que es un factor vital para las elecciones de 1988. Sencillamente, no hay tiempo para que dichos cambios de precios tengan lugar, ni para que el p¨²blico reconozca que as¨ª es.
El recalentamiento
Las agencias gubernamentales, cargadas de responsabilidades macroecon¨®micas, tendr¨¢n que estar m¨¢s alerta del recalentamiento actual de la econom¨ªa global. El momento en que habr¨¢n de luchar contra el viento tendr¨¢ lugar tan pronto como las bases de datos de sus ordenadores empiecen a informar de la escasez y de los atascos que se est¨¢n desarrollando en la econom¨ªa.
El presidente de la Reserva Federal, doctor Alan Greenspan, quien pese a ser un conservador preferir¨ªa a un republicano en la Casa Blanca, se ha visto forzado a ajustar los cr¨¦ditos. El doctor Greenspan recuerda c¨®mo su consejero, doctor Arthur Burnes, perdi¨® cierta reputaci¨®n con aquellos que escriben los libros de historia, cuando en 1972, Burns cometi¨® un sincero error a favor de su jefe -jefe durante tanto tiempo- Richard Nixon manteniendo un f¨¢cil acceso a los cr¨¦ditos durante aquel a?o electoral y forz¨¢ndose a compensarlos m¨¢s tarde, planificando una innecesaria y severa recesi¨®n entre los a?os 1973 y 1975.
Conf¨ªo en que la Reserva Federal de Greenspan apriete los tornillos de la pol¨ªtica de cr¨¦ditos mientras que el PNB siga creciendo a una tasa anual del 4% o m¨¢s. ?Se exceder¨¢n en la restricci¨®n? Siempre cabe ese riesgo. Sin embargo, la pluralidad de los excedentes sugiere que, como muy pronto, ser¨¢ en 1989 cuando empiece a cundir la alarma de una recesi¨®n en el mundo entero.
Sondeos realizados en el pasado a los consumidores muestran que su preocupaci¨®n se acent¨²a cuando aumentan las tasas de inter¨¦s. Las tasas de inter¨¦s de los cr¨¦ditos hipotecarios est¨¢n aumentando de forma visible. ?ste es un factor negativo para las futuras iniciativas de vivienda. Quiz¨¢, algunos votantes indecisos, que de entrada no se sienten demasiado impresionados por George Bush, se inclinen por Michael Dukakis al ver que las tasas de inter¨¦s del oto?o van aumentando. El arte de la pol¨ªtica econ¨®mica incluye el equilibrio de los pros y los contras. Si no tienes est¨®mago para estas estimaciones cuantitativas, ser¨¢ mejor que te dediques al b¨¦isbol o a la astrolog¨ªa.
Las recientes subidas de las tasas de inter¨¦s ayudan a mantener al d¨®lar. Otros asuntos rara vez se mantienen equilibrados. El verdadero y fuerte crecimiento de Estados Unidos que hace aumentar las tasas de inter¨¦s tiende al mismo tiempo a aumentar nuestras importaciones y a empeorar el d¨¦ficit de nuestro comercio extranjero.
Mi opini¨®n es que el d¨®lar todav¨ªa no ha alcanzado un equilibrio sostenible. Tarde o temprano, pero no antes del d¨ªa de las elecciones, es posible que el d¨®lar descienda de forma considerable en relaci¨®n al yen japon¨¦s, al won coreano o al marco alem¨¢n.
Si el crecimiento global ha conseguido renovar sus fuerzas, ?por qu¨¦ est¨¢n tan abatidos los agentes de bolsa? Las empresas de inversi¨®n, a excepci¨®n de Jap¨®n, donde la ilusi¨®n por las acciones de inter¨¦s variable contin¨²a su explosi¨®n maniaca, se han quedado sin clientes optimistas. Las instituciones y los inversores individuales se mueven con cautela desde la ca¨ªda de octubre. Gato escaldado del agua fr¨ªa huye. No veo nada ominoso en dicha cautela.
El mundo no le debe una vida confortable a un dilatado grupo de vendedores ambulantes que se dedican a ganar comisiones por ventas a cuenta de aquellos que quieren ahorrar.
Tambi¨¦n tengo poca paciencia con la recientemente madurada teor¨ªa de que la actual prosperidad global, que sigue a cinco a?os de recuperaci¨®n del mundo, prueba que por fin se ha acabado con el c¨ªrculo de los negocios. No lamento la desaparici¨®n de la viruela o de la polio, pero no existen patrones nuevos de evidencia emp¨ªrica que sugieran un caso convincente para la eutanasia de los expertos en equilibrio econ¨®mico. ?Desgraciadamente, el mundo sigue necesitando a los economistas!
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