"El papel del PSOE es similar al de la DC italiana"
El jefe del Gobierno italiano cree que un espacio com¨²n de defensa europea desembocar¨ªa en una pol¨ªtica exterior unificada
Apenas lleva tres meses en la jefatura del Gobierno y ya ha asistido a una cumbre de los siete (Toronto) y a otra de los doce (Hannover).
Pregunta. ?Cree que Italia est¨¢ madura para su integraci¨®n completa en la Europa de 1992?
Respuesta. Potencialmente, pienso que s¨ª. Mi impresi¨®n es que en Italia existe la conciencia de esta necesidad. Vemos la dimensi¨®n europea como la proyecci¨®n natural de nuestra situaci¨®n actual. Creo que somos, no s¨®lo por tradici¨®n, sino por el papel que desempe?amos, uno de los pa¨ªses m¨¢s convencidos de la necesidad y, por tanto, de la conveniencia de este proceso. Sabemos que se interponen dificultades y obst¨¢culos que, parad¨®jicamente, pueden superarse acelerando el proceso de integraci¨®n y no fren¨¢ndolo.
P. Un ejemplo...
R. En la ¨²ltima cumbre comunitaria, el centro de la discusi¨®n fue la organizaci¨®n de un sistema monetario com¨²n, la eventualidad de la constituci¨®n de un banco central. Los debates pusieron de relieve las dificultades que este objetivo plantea a cada uno de los sistemas productivos nacionales. Nosotros, junto con los espa?oles, hemos sido los defensores m¨¢s convencidos de la bondad de este sistema, pero creo que Italia no es uno de los pa¨ªses en vanguardia en cuanto a las condiciones de su estructura productiva, su aparato financiero y su organizaci¨®n de los servicios. Debemos, con una cierta celeridad, llevar a cabo un proceso de modernizaci¨®n.
P. ?Avanzamos hacia la unificaci¨®n pol¨ªtica?
R. Pienso que no nos hemos dado cuenta, hablo de los europeos y no s¨®lo de los italianos, del enorme paso hacia adelante que se ha dado en el plano econ¨®mico. Quiz¨¢, como el proceso concluye tras 1992, creemos que es algo a¨²n lejano y, por tanto, que las nuevas realidades se har¨¢n visibles tan s¨®lo el 1 de enero de 1993. En realidad, se han adoptado ya, o est¨¢n a punto de adoptarse, decisiones econ¨®micas de gran relieve. Y si pensamos un poco nos daremos cuenta de la enorme desproporci¨®n que existe entre la integraci¨®n econ¨®mica y el retraso en la integraci¨®n pol¨ªtica.
P. ?La integraci¨®n militar ser¨ªa un primer paso importante?
R. Puede ser un camino. Estoy convencido de que lo es. La Europa inicial imaginada por De Gasperi y Einaudi preve¨ªa la defensa com¨²n como el primer acto importante. El camino era estrecho porque en aquel momento no estaban dadas las condiciones para ello, pero ahora la creaci¨®n de un espacio com¨²n de defensa creo que es un camino ¨²til, no tanto por razones de seguridad, ya que bien o mal esto est¨¢ ya contemplado por la OTAN, sino porque una coordinaci¨®n de la integraci¨®n pol¨ªtica y militar para organizar la defensa tiene, a mi juicio, dos grandes ventajas civiles: desemboca en la necesidad de una pol¨ªtica exterior com¨²n, ya que ambas cuestiones est¨¢n relacionadas, y conduce a un proceso de desarrollo de la investigaci¨®n, un componente formidable para la pol¨ªtica industrial.
Europa sin fronteras
P. ?D¨®nde deber¨ªa acabar Europa?R. Europa no tiene fronteras. Se sabe lo que es ahora, los doce, pero creo que es dif¨ªcil decir d¨®nde acaba. Existe una convicci¨®n, o, mejor dicho, una convenci¨®n, en el plano de las relaciones internacionales bastante aceptada, seg¨²n la cual se crear¨¢ un espacio europeo que comprenda toda Europa, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos.
P. ?Es la suya?
R. No, me parece un poco exagerada.
P. ?Es usted partidario de un nuevo Plan Marshall para los pa¨ªses del Este?
R. Ayer me lo preguntaba tambi¨¦n el embajador de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, quer¨ªa saber con precisi¨®n cu¨¢l era mi idea al respecto.
P. ?Se lo explic¨®?
R. S¨ª. La idea es organizar las relaciones entre ambas partes en lo referente al desarrollo, y cuando hablo de desarrollo no hablo s¨®lo del econ¨®mico, sino tambi¨¦n del cultural. Si estalla la paz en vez de la guerra, como todos deseamos, descubriremos que el camino m¨¢s importante para eldi¨¢logo es la cultura, m¨¢s que las relaciones econ¨®micas, porque no es un bien de consumo, es un presupuesto para las relaciones. La segunda cuesti¨®n es que no se debe imaginar el desarrollo de esta relaci¨®n como una tentaci¨®n de redise?ar el equilibrio, no digo militar, sino civil, entre los dos bloques. No es que deban permanecer cristalizadas las posiciones, sino que deben ser superadas en un proceso de crecimiento de las dos dimensiones europeas.
P. ?Cree que la decisi¨®n espa?ola sobre los F-16 de Torrej¨®n (que Italia acoger¨¢) ha puesto en peligro la solidaridad occidental?
R. Pienso que ha creado un problema, aunque creo que hemos demostrado una comprensi¨®n real de las dificultades y de las contradicciones que ha habido en Espa?a, del juego de los partidos. La instrumentalizaci¨®n de la pol¨ªtica exterior siempre entra?a un riesgo, en Espa?a, en Italia, para la pol¨ªtica interna. ?ste es un s¨ªntoma peligroso para la democracia. Normalmente, la instrumentalizaci¨®n de la pol¨ªtica exterior sirve a los reg¨ªmenes autoritarios, no a las organizaciones democr¨¢ticas.
P. ?Usted ha definido a Margaret Thatcher como una conservadora coherente? ?Usted qu¨¦ es? ?Y Felipe Gonz¨¢lez?
R. En Europa, donde hay Gobiernos de distinto signo pol¨ªtico, hay conservadores declarados como Thatcher, Gobiernos socialistas como el espa?ol o el franc¨¦s. El italiano, independientemente de las etiquetas, no defiende posiciones conservadoras o moderadas. Y es llamativa la coincidencia de valoraci¨®n que hubo en Hannover con los espa?oles y los franceses, y en Toronto con los franceses... porque no estaban los espa?oles. Y a nivel comunitario, con Jacques Delors, que se supone que es de izquierdas.
El futuro del PCI
P. ?Qu¨¦ futuro le ve al PCI despu¨¦s de Gorbachov?R. Puede que parezca una interpretaci¨®n algo fant¨¢stica, pero creo que Gorbachov ha creado algunos problemas al PCI, a aquellos que durante a?os, decenios, ten¨ªan puestos sus ojos en el mito de la revoluci¨®n como la realizaci¨®n de unas condiciones de libertad, paz y progreso; y escuchar todos los d¨ªas que la revoluci¨®n que la Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ introduciendo consiste en inyectar un poco de democracia..., escucharlo en un pa¨ªs donde todo se discute menos que en Italia no hay democracia..., creo que somos el pa¨ªs m¨¢s democr¨¢tico del mundo, el m¨¢s libre, incluso en el desorden.
P. ?Por qu¨¦ el nuevo secretario comunista, Achille Ochetto, le acusa a usted de delirios de grandeza, de ser un peronista?
R. No lo s¨¦. La pol¨ªtica imaginaria me produce cierta perplejidad. Hasta hace alg¨²n tiempo la etiqueta que los comunistas me colgaban era la de reaganiano. En la ¨²ltima conferencia de prensa de los comunistas he descubierto que proponen un sistema reaganiano de reforma fiscal y ser¨¢ por esta raz¨®n por lo que me han acusado de ser peronista. No lo s¨¦ [r¨ªe]. No querr¨ªa descubrir que dentro de unas semanas soy... brezneviano, por ejemplo. Creo que conviene hacer algunas consideraciones. La primera, expresada en tiempos pret¨¦ritos, es que la revisi¨®n berlingueriana estaba demasiado inmersa en el socialismo real para ser una respuesta en un pa¨ªs profundamente transformado, como el italiano. La segunda consideraci¨®n es que se ha producido una fractura entre los intereses organizados de la sociedad y la propuesta pol¨ªtica del partido comunista, cuya cultura no interpreta ya esos intereses. organizados, ni siquiera los de los trabajadores dependientes.
Siocialistas y DC
P. ?Esto hace crecer a los socialistas?R. Pone en movimiento el sistema pol¨ªtico italiano, es una confirmaci¨®n de la profunda crisis por la que atraviesa. Y cuando hablo de crisis hablo de un proceso de crecimiento, no de un proceso negativo. De hecho, el centro del debate pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs es la reforma de las instituciones. Cuando una naci¨®n discute sobre la crisis de las instituciones, quiere decir que el sistema pol¨ªtico no funciona.
P. ?Necesitan tambi¨¦n una perestroika?
R. No, no tenemos esa necesidad. Nuestro problema es adecuar las estructuras del poder a los deseos de los ciudadanos. Y tambi¨¦n hay un problema de participaci¨®n democr¨¢tica. No es un problema s¨®lo italiano, es europeo, se le plantea a las democracias modernas y las soluciones son inciertas y dif¨ªciles.
P. ?Se ve la DC en la oposici¨®n?
R. Para un partido de Gobierno, el pasar a la oposici¨®n no significa un per¨ªodo de vacaciones necesarias.
P. ?Ni para reestructurarse?
R. Un partido de Gobierno tiene capacidad para ponerse al d¨ªa constantemente, y si tiene la suerte, como ha pasado en Italia, de tener contrincantes que en vez de mirar hacia adelante miran hacia atr¨¢s, pues m¨¢s f¨¢cil. La pol¨ªtica no es la elecci¨®n del momento m¨¢s conveniente, sino que est¨¢ relacionada con la capacidad para saber sacar provecho de las situaciones es como un futbolista que no mete un gol cuando quiere, sino cuando le sale.
P. ?Se parece algo a lo que ocurre en Espa?a?
R. La experiencia italiana es una experiencia pol¨ªtica algo particular, que puede serle de gran utilidad a Espa?a porque tenemos situaciones casi an¨¢logas. El papel de los dos partidos es parecido; el papel del partido socialista espa?ol, por lo que creo entender no es el de un partido de izquierdas que se contrapone a la derecha, sino de un partido popular de centro. El papel del PSOE es el de un centro que materializa primero las condiciones de la democracia y, dentro de esas condiciones democr¨¢ticas, intenta guiar el proceso de transformaci¨®n. Se trata de un juego delicado, de equilibrios dif¨ªciles, ¨¦ste ha sido el papel que la DC ha interpretado en Italia.
P. ?En qu¨¦ se diferencian socialistas y democristianos?
R. En la respuesta a los problemas no hay grandes diferencias. S¨ª hay una distinci¨®n hist¨®rico-cultural, ellos tienen ra¨ªces laicas, digamos, es otro tipo de cultura, nosotros procedemos de una matriz cat¨®lica.
P. Incluso laica.
R. S¨ª, pero no en el sentido cultural. Pol¨ªticamente somos laicos, yo utilizo una expresi¨®n parad¨®jica que provoca cierto revuelo, que el partido m¨¢s laico en Italia es la Democracia Cristiana, es el menos integrista, el menos intolerante. La confusi¨®n est¨¢ entre la pr¨¢ctica pol¨ªtica y el convencimiento, pero no quiero decir que el laico no tenga que tener creencias; m¨¢s a¨²n, hay una gran ense?anza de De Gasperi que jam¨¢s olvido: "Tan s¨®lo las personas que creen son tolerantes".
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