Francia se recupera
Despu¨¦s de un largo proceso de confusi¨®n, la situaci¨®n pol¨ªtica francesa empieza a aclararse. El hecho central es que los franceses desean la apertura y que han expresado con toda precisi¨®n este deseo con sus votos. Han dado la mayor¨ªa relativa al Partido Socialista, poni¨¦ndolo as¨ª en la obligaci¨®n de encontrar una fuerza complementaria. Por el momento, los centristas han descartado las llamadas, por otra parte poco convincentes, que el Gobierno les dirig¨ªa, lo que aparentemente ha llevado al PS a acercarse a los comunistas, con los que se ha llegado a una especie de acuerdo que garantiza al Gobierno que el partido comunista no unir¨¢ sus votos con los de la derecha para derribarlo mediante una moci¨®n de censura. Los comunistas han recibido en compensaci¨®n varios esca?os de diputados, y podr¨ªan verse reconocidos como grupo parlamentario. Esta apariencia de vuelta a 1981, reforzada por los discursos de Pierre Mauroy oponiendo las derechas a la izquierda, y por la decisi¨®n de los socialistas de retirar sus candidatos que hab¨ªan quedado detr¨¢s de los comunistas, incluso cuando no hab¨ªa candidatos de la derecha, no debe, sin embargo, enga?ar a nadie. No es por este lado por el que la opini¨®n p¨²blica desea la apertura, y un acuerdo program¨¢tico con los comunistas es imposible hoy en d¨ªa.Hay que mirar, pues, hacia el centro-derecha, y por ese lado la situaci¨®n se mueve de prisa. El grupo de Jacques Chirac est¨¢ convencido ahora de que tiene que desembarazarse con toda prioridad del Frente Nacional para poder reunificar la derecha y volver al poder. El semi¨¦xito de la derecha en las elecciones legislativas, despu¨¦s del duro fracaso de las elecciones presidenciales, ha demostrado que la uni¨®n de los dos grandes partidos era indispensable. Esta idea ha sido expuesta por E. Balladur y se corresponde con los intereses y las ideas del grupo de F. Leotard. El Frente Nacional ha perdido casi todos sus diputados, y ya no est¨¢ seguro de poder ejercer un chantaje eficaz sobre los partidos de la derecha en las elecciones municipales de 1989.
Entre esta derecha, netamente situada a la derecha, si quiere recuperar los votos del Frente Nacional, y el Partido Socialista, queda el grupo centrista, que acaba de separarse de la UDF. ?Se quedar¨¢ en la derecha? La mayor parte de sus diputados han sido elegidos por el conjunto de los votos de la derecha, y el presidente del grupo, P. Mehaignerie, representa a una democracia cristiana que desde hace mucho tiempo hab¨ªa elegido la derecha frente a la izquierda. Esta elecci¨®n resulta l¨®gica si nos situamos en una ¨®ptica propiamente parlamentaria, es decir, si se quiere hacer una buena inversi¨®n pol¨ªtica. No se corresponde, sin embargo, con la situaci¨®n de Francia, porque ¨¦sta ha dejado de estar dominada por la oposici¨®n entre los partidos y entre los programas. Se encuentra frente a unos problemas internacionales acuciantes, simbolizados por la fecha de 1992, fecha de la puesta en pr¨¢ctica del Acta ?nica Europea y, al mismo tiempo, frente a una cierta par¨¢lisis administrativa y social. Raymond Barre, que es un hombre pol¨ªtico, ha entendido la necesidad de enderezar el pa¨ªs. De manera espectacular se ha asociado con los socialistas en la b¨²squeda de una soluci¨®n en Nueva Caledonia, en oposici¨®n con la pol¨ªtica del ministro de Chirac, B. Pons, que hab¨ªa conseguido situar a ese pa¨ªs al borde de la violencia y de la guerra civil. Fran?ois Mitterrand y Raymond Barre no pueden dejar de encontrarse, porque es en este nivel en el que los franceses quieren la apertura, en la combinaci¨®n de un liberalismo econ¨®mico y de la integraci¨®n social. No nos dejemos, pues, enga?ar por la complejidad de los acontecimientos pol¨ªticos de los ¨²ltimos meses. Francia sale de los est¨¦riles enfrentamientos entre una izquierda agotada y una derecha dividida. Parece reconocer al fin la necesidad de abandonar las guerras civiles franco-francesas y de dar prioridad a la apertura europea y al despertar de una sociedad adormecida por la omnipotencia de un Estado pretencioso e ineficaz.
Michel Rocard representa bien esta importancia dada al fin a las exigencias de la recuperaci¨®n econ¨®mica y a la necesidad de volver a dar vida e iniciativa a la sociedad. Pol¨ªtica y socialmente, Francia se da a s¨ª misma en estos momentos las condiciones de su resurgimiento. Es preciso a?adir que la pol¨ªtica de E. Balladur le hab¨ªa dado ya las condiciones de un mejor crecimiento econ¨®mico. Durante algunos a?os, los que en la misma Francia hablaban del riesgo de decadencia de su pa¨ªs ten¨ªan raz¨®n, pero esta fase de decaimiento e incluso de par¨¢lisis se acaba. Lo que ahora se necesita es un resurgimiento intelectual y cultural de este pa¨ªs, demasiado tiempo aterrorizado por unas filosof¨ªas sociales alejadas de la realidad y que ha perdido la imaginaci¨®n y el esp¨ªritu de creaci¨®n y de debate.
Son ¨¦stas unas palabras cuyo optimismo puede sorprender cuando se comenta el fracaso de la apertura e incluso el de Fran?ois Mitterrand. Pero el doble fracaso de la izquierda y de la derecha en su ejercicio del poder empuja a Francia hacia un realismo pol¨ªtico que nunca ha cultivado demasiado. Por primera vez desde hace mucho, y aunque parece haberse perdido mucho tiempo y muchos esfuerzos, puede decirse: todo es posible.
Traducci¨®n: M. C. Ruiz de Elvira.
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