El '¨®scar' para Kitty y 'Duke
F. G. B. Toneladas de confeti y 15.000 globos con los colores rojo, azul y blanco de la bandera nacional norteamericana llovieron sobre la audiencia mientras la banda atacaba el Battle hymn of the republic. Dukakis, en la estela de John Kennedy, bes¨® a su mujer, Kitty, tan elegante en su traje de chaqueta de seda rojo y collar de perlas de doble vuelta, como Jackie Kennedy. Era la noche de gloria del hombre que compara la pol¨ªtica a una marat¨®n.
Durante 10 largos minutos, la pareja de moda pase¨® por el escenario, perseguida por los focos, reconociendo los aplausos. ?l, sin vencer nunca del todo su innato sentido del rid¨ªculo. Parec¨ªa la noche de los oscars. Para ello, anteriormente, Olympla Dukakis, la actriz secundaria de Hechizo de Luna, por cuyo papel gan¨® un oscar, present¨® a su primo Mike en un v¨ªdeo familiar como un hombre frugal y aut¨¦ntico que a¨²n utiliza una m¨¢quina quitanieves de hace 25 a?os y cultiva tomates en su patio de casa de clase media alta en Boston.
El padre de Kitty, Harry Ellis Dickson, m¨²sico profesional, dirigi¨® la orquesta, que estren¨® una Fanfarria para Mike compuesta para la ocasi¨®n. Y se uni¨® a la pareja la anciana Euterpe, 84 a?os, madre de Duke. Y los hijos del candidato, con la nuera embarazada, que lo har¨¢ abuelo en enero.
Con el prolongado ba?o de multitud quedaba claro qui¨¦n es el n¨²mero uno. El problema est¨¢ en el n¨²mero dos. Y salieron al escenario los Bentsen. ?l, un patricio de sienes plateadas por el petr¨®leo, los negocios pr¨®speros y el conservadurismo tejano. Acababa de ser designado candidato a la vicepresidencia tras afirmar que "el primer derecho humano es la igualdad de oportunidades". Pero faltaba el tapado, Jesse Jakcson. Los dem¨®cratas, m¨¢s que un ticket de dos han parido un trinomio.
Dukakis ya se hab¨ªa preocupado de colmar de elogios a los "fant¨¢sticos" hijos de Jackson durante el discurso de aceptaci¨®n. Hab¨ªa llegado el momento para el l¨ªder negro, "el poeta del Partido Dem¨®crata", como lo ha llamado Richard Nixon, de rendir sus armas ante el candidato a presidente. Su campa?a -ya est¨¢ pensando en 1992, o m¨¢s bien en 1996- ha concluido, y en el gui¨®n toca unidad. Alz¨® sus manos con los Dukakis y los Bentsen ofreciendo el cuadro de una familia pol¨ªtica feliz y unida: el liberalismo tecnocr¨¢tico del aspirante a presidente, el radicalismo magn¨¦tico de Jesse y el conservadurismo aceptable del senador Bentsen.
Pero, inmediatamente, los core¨®grafos de este gran espect¨¢culo sumergieron a Jesse en una pintura m¨¢s grande. Y se unieron al grupo, en un carrusel de besos a los Dukakis, Jimmy y Rosalyn Carter, Walter Mondale, los aspirantes dem¨®cratas derrotados en las primarias -menos Gary Hart- y los l¨ªderes dem¨®cratas del Congreso. Y cuando la cantante negra Jennifer Hollyday entonaba el Glory, glory aleluya y Am¨¦rica, algo en el aire dec¨ªa que Michael Stanley Dukakis puede ser el pr¨®ximo 20 de enero el 41? presidente de Estados Unidos.
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