Los autores del 'milagro espa?ol'
Cuando comience a existir la distancia suficiente para escribir la historia del primer lustro de poder socialista en Espa?a, los analistas tendr¨¢n pocas dudas al considerar la pol¨ªtica econ¨®mica como el principal factor identificativo del mismo. Las pol¨ªticas exterior y de defensa, con ser significativas, no han determinado el quehacer cotidiano de los sucesivos Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez.En el terreno de la econom¨ªa ha tenido el presidente del Gobierno el eje de su Pol¨ªtica, con may¨²scula. Una ¨²nica l¨ªnea y cuatro personajes para aplicarla, que marcar¨¢n la ¨¦poca calificada de transici¨®n entre un capitalismo en estado de excepci¨®n permanente -el tardofranquismo- y el, capitalismo maduro europeo.
La l¨ªnea -verdadera vulgata econ¨®mica de nuestro tiempo-ha sido la del ajuste estructural, una forma de denominar la vuelta a la ortodoxia, la ruptura con los desequilibrios b¨¢sicos que hubo de ceder el r¨¦gimen anterior para sobrevivir durante los a?os de la decadencia del dictador. Esto es, reducci¨®n de la inflaci¨®n, control de la balanza de pagos, gastar menos de lo que se recauda, estabilizaci¨®n del n¨²mero de funcionarios, privatizaci¨®n de empresas p¨²blicas: en definitiva, restablecimiento de la econom¨ªa de mercado. Es la referencia dominante de nuestro tiempo, predicada por los economistas del imperio, del Fondo Monetario Internacional (FMI) o del Banco Mundial. Lo dijo Gonz¨¢lez al principio de su primer mandato: no har¨¢ falta que el FMI recomiende a Espa?a una pol¨ªtica econ¨®mica, pues el Gobierno se adelantar¨¢ siempre a esas recetas.
Los protagonistas del ajuste han sido cuatro economistas ilustres, suficientemente conocidos para no tener que insistir en sus biograf¨ªas: Miguel Boyer, el inspirador del ajuste para una d¨¦cada; Carlos Solchaga, el ministro por excelencia; Mariano Rubio, el instrumento m¨¢s apreciado para esa pol¨ªtica, y Luis ?ngel Rojo, el ide¨®logo de la misma. Los dos primeros, enfeudados con el socialismo gobernante, barrieron de la faz de lo posible los programas electorales del pasado, sustentados en el expansionismo y en un poskeynesianismo que no contemplaba la internacionalizaci¨®n de los intercambios comerciales y financieros. La continuidad de su influencia en el Ejecutivo y en el presidente Gonz¨¢lez convierte el Programa 2000, en el que ninguno de los dos ha participado, en un relevante ejercicio... te¨®rico.
Rubio y Rojo -que ahora inician un nuevo ciclo en la gobernaci¨®n del Banco de Espa?a- son el enlace con el pasado de la mejor Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, con la que colaboraron, y la hebilla del m¨ªtico 1992, que dar¨¢ lugar a otra era de la historia. Los cuatro mosqueteros tienen en com¨²n su formaci¨®n y desarrollo en el Banco de Espa?a, esa instituci¨®n de la que Joaqu¨ªn Leguina afirma que es el primer centro productor de ideolog¨ªa de este pa¨ªs y que, objetivamente, ha sido el guardi¨¢n de la ortodoxia monetaria en los ¨²ltimos a?os.
La aplicaci¨®n -con ¨¦xito- por los cuatro economistas de la pol¨ªtica econ¨®mica citada es la bandera con la que pasea Felipe Gonz¨¢lez por Europa y el sustento del nuevo milagro espa?ol. Hace dos a?os, al recibir el primer Premio de Econom¨ªa Rey Juan Carlos, Luis ?ngel Rojo asum¨ªa esta responsabilidad: "Cuando las gentes de mi generaci¨®n echamos la vista atr¨¢s y recordamos lo que era la econom¨ªa de este pa¨ªs hace 30 a?os, al iniciar nuestra vida profesional, encontramos alg¨²n motivo de satisfacci¨®n. Nos resistimos a pensar que los economistas -nuestros hermanos mayores, nosotros y las generaciones que nos han seguido- no hayamos tenido que ver con ese cambio profundo. Aqu¨¦llos eran tiempos sombr¨ªos; los actuales no lo son, pero est¨¢n cargados de problemas. El mundo mira hoy a Espa?a con inter¨¦s y simpat¨ªa, y la respuesta a esta oportunidad habr¨¢ de pasar, como siempre, por una mejora de nuestra econom¨ªa. As¨ª que mucho me temo, Majestades, que los economistas seguiremos dejando o¨ªr nuestra vez, aunque a veces sea inc¨®moda".
Desde hace unos meses, es decir, desde que se empiezan a apreciar con nitidez los efectos del rigor que los cuatro economistas han aplicado a todos sus actos, su m¨¢ximo mentor, Felipe Gonz¨¢lez, ha sacado pecho y presume a diestro y siniestro de una econom¨ªa que, como toda ciencia social, puede ser discutible, pero a la que hay que reconocer su grado de consecuencia. Esta consecuencia es la que causa la envidia del precursor de la pol¨ªtica econ¨®mica actual, el profesor Fuentes Quintana, quien, quiz¨¢ recordando su experiencia como vicepresidente econ¨®mico del Gobierno de UCD, ha citado la frase de Marshall: "?Ay de los economistas cuando son populares ante los pol¨ªticos!".
La gran duda que subsiste para el futuro es la de si quienes han sido eficaces en la aplicaci¨®n del sacrificio ser¨¢n capaces tambi¨¦n de administrar la alegr¨ªa de un modo progresista. El Nobel George J. Stigler, en un memorable art¨ªculo titulado El economista como predicador, escribe que "un economista es una persona que, leyendo el encierro de Edmond Dant¨¦s en una peque?a celda, lamenta su producto alternativo perdido"; el art¨ªculo lo inicia con estas frases: "Los economistas raramente plantean cuestiones ¨¦ticas que afecten a la teor¨ªa econ¨®mica o al comportamiento econ¨®mico. Ellos (y yo) consideran este tema complejo y escurridizo en comparaci¨®n con la relativa precisi¨®n y objetividad del an¨¢lisis econ¨®mico. Por supuesto, las cuestiones ¨¦ticas son ineludibles: hay que tener unos fines al juzgar las pol¨ªticas, y estos fines tendr¨¢n ciertamente un contenido ¨¦tico, por oculto que pueda estar".
La pol¨ªtica econ¨®mica de Felipe Gonz¨¢lez y sus hombres ha pagado su coste con la sospecha de que la filosof¨ªa ¨²ltima del socialismo -la igualdad- ha quedado arrinconada en aras de la eficiencia, con lo que habr¨ªa violado su misma esencia; con la ruptura con el sindicalismo de clase, a la manera del thatcherismo; y con el aburrimiento (la econom¨ªa como ciencia triste), que conduce a la desmovilizaci¨®n social y a la asepsia pol¨ªtica. Es decir, con el distanciamiento de una parte del espacio natural del socialismo referido a la izquierda sociol¨®gica, que entiende que la estabilizaci¨®n ha sido desmedida y que el rigor econ¨®mico se ha convertido en rigor mortis para los m¨¢s d¨¦biles, arrojados a la marginalidad.
Por el contrario, la labor de los tres mosqueteros (que, como con Dumas, son cuatro) -alabada por el mundo bancario y granempresarial, por la comunidad financiera y pol¨ªtica internacional y por los t¨¦cnicos m¨¢s prestigiosos-, sumada a la inoperancia creciente de la derecha pol¨ªtica (antigua, trasnochada en su liberalismo manchesteriano, conservadora a ultranza, destructiva, sin ideas, demag¨®gica, siempre a la contra), da al PSOE la probabilidad de seguir gobernando durante muchos a?os. El socialismo espa?ol ha conseguido poner a funcionar la macroeconom¨ªa, mientras el ¨²nico debate posible se genera (d¨¦bilmente) en el campo de las superestructuras. Es decir, ha roto con una de las maldiciones hist¨®ricas de nuestro pa¨ªs, en el que las crisis institucionales han coincidido casi siempre con las crisis econ¨®micas, por lo que la primera condici¨®n para una democracia estable y duradera ha quedado asegurada.
Hace unos a?os, el catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica Santiago Rold¨¢n escrib¨ªa: "En los momentos culminantes de las diferentes crisis que ha atravesado la econom¨ªa espa?ola han surgido algunas personalidades pol¨ªticas que, eventualmente o impulsadas por la din¨¢mica de los acontecimientos, han sido el instrumento de racionalizaci¨®n de los intereses del sistema, esto es, han sido capaces de disolver las contradicciones internas que pon¨ªan en peligro su viabilidad, emprendiendo desde dentro su reconstrucci¨®n o readaptaci¨®n, haciendo posible su continuidad ( ... ) La econom¨ªa espa?ola, y m¨¢s concretamente el capitalismo espa?ol, requiere de opciones capaces de imponerse a las ambiciones de los propios grupos de inter¨¦s y racionalizar t¨¦cnicamente las dificultades salvando lo m¨¢s importante: la continuidad del sistema". Estas palabras estaban dedicadas al profesor Fuentes Quintana, pero bien pudieran trasladarse a nuestros d¨ªas y referirse a los Boyer, Solchaga, Rubio y Rojo.
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