Contraste de estilos
Eduardo Herrera y ?ngel Mar¨ªa Villar intercambiaron la cara y la cruz de la moneda durante las tres horas y media electorales. Sus actitudes fueron radicalmente opuestas. Herrera, traje claro, sonrisa abierta, pretend¨ªa asumir el papel del presunto triuni`ador y, extravertido, hac¨ªa rebotar de esquina a esquina su optimismo. Villar, vestimenta oscura, cerrada seriedad, parec¨ªa sentirse identificado con el del supuesto derrotado e, introvertido, se quedaba en silencio con su preocupaci¨®n. Herrera quemaba los nervios de la incertidumbre con un movimiento continuo. Villar los aguaba en su quietud permanente. Al cabo, 34 votos marcaron la diferencia a favor del presidente de la federaci¨®n vizca¨ªna. "Ha merecido la pena", dijo. "El f¨²tbol no se ha dividido", afirm¨® su colega de la andaluza, que interrumpi¨® el recuento de las papeletas para felicitar al ganador cuando todo estaba decidido.Villar se sent¨® en la primera fila. A su derecha ten¨ªa a Adolfo Gil de la Serna; a su izquierda, a Josep Llu¨ªs N¨²?ez. Dos ex vicepresidentes federativos le proteg¨ªan, pues, los costados, mientras que, enfrente, la urna centraba de modo obsesivo su atenci¨®n. Herrera lo hizo mucho m¨¢s atr¨¢s, en la 15?. A su izquierda estaba uno de sus coligados, Pedro Hern¨¢ndez Escorial; detr¨¢s, el otro, Pedro de Felipe, y a la derecha, la posibilidad de escapar de la tensi¨®n pasillo arriba, pasillo abajo.
Cada uno hab¨ªa hecho de madrugada sus c¨¢lculos de almohada. Y, en apariencia, las cuentas le cuadraban mejor a Herrera, ya que, seg¨²n Hern¨¢ndez Escorial, su candidatura ten¨ªa asegurados 207 votos, lo que, trat¨¢ndose como se trataba de una elecci¨®n por mayor¨ªa simple, significaba la victoria. Quiz¨¢ por eso Herrera se repantigaba a gusto en su silla y ensanchaba su ya de por s¨ª ancha humanidad o la paseaba de diestro a siniestro como quien pasea el carisma del vencedor. Villar no deb¨ªa de tenerlas todas consigo o, aunque las tuviera, prefer¨ªa mantenerse en su sitio, sin exhibirlas, y no perderse detalle alguno del proceso.
Pero la imagen triunfalista de Herrera empez¨® a desfigurarse cuando no resisti¨® el escrutinio a viva voz y opt¨® por aislarse en una sala contigua y amortiguar su martilleo con los min¨²sculos auriculares de un radio-transistor en los o¨ªdos. A unos veinte metros de distancia, un locutor susurraba al micr¨®fono los vaivenes del recuento. As¨ª, no le llegaban en directo, sino a trav¨¦s de las ondas. Viv¨ªa la misma emoci¨®n, pero filtrada: 1-0, para ¨¦l; 2-1; Villar se va; iguales a 48; 58-57; Villar se va, se va..., se fue. Cuando su rival rebas¨® los 200, Herrera desconect¨® sin m¨¢s. Con 179-209, no se contuvo y felicit¨® a Villar, que se levant¨® para abrazar a su oponente.
Pero Herrera ya no quiere serlo: "Estoy desilusionado, no decepcionado. Esta derrota me ha dolido menos que la del voto de censura a Jos¨¦ Luis Roca. Villar es trabajador y honrado. Dispone de mi colaboraci¨®n". Y Villar, al fin, sonri¨®: "Esto es lo que m¨¢s me ha emocionado desde que logr¨¦ la titularidad en el Athl¨¦tic". Incluso se atrevi¨® a bromear: "Espero no dar pases hacia atr¨¢s como entonces, sino hacia adelante".
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